Buen día amigos. Me encuentro terminando hoy unos ejercicios espirituales, mejor conocido como retiro espiritual, del Clero de Barquisimeto. Y quisiera compartir unas breves reflexiones. Ya que si bien esta es una práctica que se estila desde San Ignacio de Loyola, quien la configuró, no obstante es algo propiamente humano si se ve desde la perspectiva que voy a hablarles seguidamente.
Se trata deuna práctica que, de una u otra forma, todos debemos realizar para poder conectarnos con la interioridad de nuestro ser, nuestras intenciones, y darles un impulso a nuestra vida, que como sabemos tiene su centro dentro de cada uno de nosotros. Precisamente, esta es una oportunidad para conectarnos con ese centro.
He allí que la primera reflexión es que este retiro o ejercicio espiritual ha sido una oportunidad para reencontrarme conmigo mismo. Pero al mismo tiempo, pienso que este encontrarme conmigo mismo no puede limitarse a 5 días al año, sino que debe ser algo que debemos hacer todos constantemente, diariamente, a través de diversas prácticas, porque lo más importante es el encuentro con uno mismo. De hecho, una de las cosas que recordamos en este ejercicio espiritual es que vale más una hora de autoconocimiento que un rato largo de oración. ¿Por qué? Porque al final, se trata de abrirnos, sobre todo a nosotros mismos, ya que esto es, como dicen los filósofos: "El principio de la sabiduría así también como el principio de un buen vivir".
Así pues, este retiro me ha animado a cada día poder vivir, de una u otra manera, no será evidentemente de la misma forma, esta interioridad. Es también lo que nos habla el libro del "Club de las 5 de la mañana" donde estipula que puedes guardar un tiempo temprano a ese encuentro contigo mismo porque es donde vas a establecer las prioridades de tu vida, no solamente desde el punto de vista de la acción, sino también lo que te mueve internamente.
Es por ello que, en segundo lugar, he recordado la frase que dice: "No somos seres humanos con experiencias espirituales, sino que somos seres espirituales con experiencias humanas". Esto que suena tan bonito es difícil de concienciar. Es por ello que estos momentos son buenos, porque más allá de este momento es que esto me lleva o me anima a tratar que esta espiritualidad la lleve a todas las actividades. Es decir, el espíritu no se desliga del cuerpo, no se desliga de las actividades que hacemos, que no se llamen espirituales, pero por ser humanas llevan ya nuestro espíritu impreso. Esto es importante.
Es por ello que, aunque hoy termino los ejercicios espirituales, esto se prolonga de una u otra forma también luego en mi vida. Y así debe ser con todo, que todo lo que hacemos tengamos conciencia de que es una expresión también de lo que llevamos dentro. Entonces es afianzarnos en lo que llevamos dentro y aprovechar cada actividad que realicemos porque es una proyección, una prolongación del espíritu, y al mismo tiempo puede ser también una manera que nos afiancemos más en ello. Por ejemplo, si dentro de nosotros llevamos amor, en todo lo que realicemos lo realicemos con amor. Si dentro de nosotros llevamos uno u otro valor, que lo que realicemos se manifieste este valor. De esta manera es una relación recíproca de lo interno a lo externo y al mismo tiempo de lo externo a lo interno. No disociemos las cosas porque al final la vida humana es una sola.
Una tercera reflexión que quiero compartir es que estos días han sido oportunidad de encuentro con otros hermanos sacerdotes, ya que el día a día a uno lo lleva a perder esta perspectiva de fe. Uno no es el llanero solitario, ver a personas con dificultades, con problemas es bueno para tener esta oportunidad que le abran a uno los ojos, ya que en este compartir, en este escucharse, también hay una gran riqueza espiritual, en efecto, del otro siempre podemos aprender otras cosas, del otro siempre podemos encontrar un buen testimonio, ejemplo, un apoyo anímico, emocional, espiritual, etc.
Del otro podemos conseguir esa certeza de que no estamos solos, sino que cada uno libra una batalla, pero que al final todos estamos en el mismo campo donde todos la libramos, que es la vida. De esta manera, pues, terminando este retiro afianzo lo que es esa dimensión comunitaria, social, que tiene el ser humano. En la cual lo que cada quien realiza, quizás a veces sin darse cuenta, repercute en la vida de los demás. El crecimiento de uno es también el crecimiento de todos.
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