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Amigos, hoy quiero tocar un tema que, desde el punto de vista teológico, podemos decir que es el centro de esta disciplina puesto que es referente al tema de la Palabra de Dios. Cuando hablamos de la Palabra de Dios, a veces nos imaginamos simplemente las Sagradas Escrituras. Y lo que queremos decir aquí, en primer lugar, es que las Sagradas Escrituras son la palabra de Dios escrita; es decir, es un modo, uno de los más grandes que existe, por el cual Dios llega al ser humano. En este caso, la Biblia. Pero la palabra de Dios es mucho más de lo que está escrito.
Es lo que dice la misma Escritura: “La palabra de Dios es viva y eficaz”. ¿Qué quiere decir “viva”? Que no la podemos simplemente cerrar a unas líneas, no la podemos limitar a unos libros, aun cuando esto es una forma de palabra de Dios muy grande. De hecho, San Agustín decía: “La palabra de Dios son como esas cartas de amor que el Señor ha dejado para la humanidad", para que esta se guíe, para que esta recuerde esos gestos, esa obra maravillosa del Señor con su pueblo. Pero hay que puntualizar que la Escritura es un modo de la palabra de Dios, el modo escrito, pero hay otras maneras en que la Palabra de Dios nos llega.
Y es aquí donde precisamente está ese centro que ilumina todas las ciencias teológicas. ¿Por qué? La palabra de Dios se refiere a Dios mismo que habla, y Dios precisamente habla de diversas maneras al ser humano. Dios habla a través de la historia; por eso la teología, y más aún la fe, porque la fe es la que ilumina todo, nos ayuda a interpretar todos los hechos a la luz de Dios. Por eso, para aquellos que tenemos fe, es muy importante leer todo a la luz de Dios y preguntarnos: “¿Qué me está queriendo decir Dios con esto?”.
De la misma manera, otra forma de que la palabra de Dios nos llega es a través de nuestra conciencia. Cada uno de nosotros, cuando es sincero consigo mismo en la búsqueda de Dios y en profundizar en su fe, el Señor se manifiesta. No es algo simplemente producto de nuestra imaginación, sino que cuando nos adentramos dentro de nosotros, ahí está el Señor, siguiendo también lo que dice la Escritura: “Fuimos creados a su imagen y semejanza”. Por lo tanto, dentro de nosotros mismos encontramos su presencia y allí Él nos habla.
Es lo que decía, una vez más en sus escritos, San Agustín: “Señor, yo te buscaba afuera, pero Tú estabas dentro; eres más interior que yo mismo a mí mismo”. Nadie nos conoce más que el Señor que se encuentra en el fondo de nuestro corazón animándonos. Allí lo podemos encontrar. Esto basa un poco lo que la doctrina de la Iglesia Católica dice: que cualquier persona, así sea fuera de la fe, siendo atea, si es fiel a su conciencia puede conseguir el camino de salvación. Es decir, aunque en la Iglesia Católica están todos los medios de fe para salvarse, no excluimos que haya otros caminos, ¿por qué? Porque no podemos limitar el alcance de la Palabra de Dios. La palabra de Dios es Dios hablando, Dios actuando, y Dios actúa en quien quiere y como quiere. Entonces, una de las maneras de que Dios llega es precisamente por medio de la conciencia.
Digamos, una tercera manera más particular, hablando de la fe católica: Dios habla a través de aquellos hombres y mujeres que llamamos santos y santas, que han sido desprendidos, han seguido un carisma y han sido fieles a una misión. ¿Por qué Dios habla allí? Porque a lo largo de la historia, precisamente dando respuesta a tantas problemáticas, a tanto mal del mundo, Dios ha tocado corazones y estos corazones han estado dispuestos a dar respuesta. Allí, también Dios nos habla. Pues por eso, para nosotros también es importante la figura de los santos, que es Dios hablando, es Dios diciéndonos algo al mundo, es Dios diciéndonos que más allá de nuestros límites, pecados y errores, Él actúa.
Aquí, en primer lugar, hay que nombrar, para nuestra fe, a la Virgen María. Debido a esto, por eso la Virgen María es grande, porque dejó que la palabra de Dios actuara. Por eso es que la palabra de Dios es central en la teología, porque es la que nos ilumina en todo, no solamente la teología, sino todo aquello en lo que profesamos la fe. La palabra de Dios es Dios hablando y Dios actuando. Al final, también un principio teológico básico es que el primer teólogo es el mismo Dios, porque vino Jesucristo al mundo y Él mismo se interpretó como queríamos que lo conociéramos. Por eso, una de sus definiciones más hermosas es: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. La palabra de Dios es camino, la palabra de Dios es verdad, la palabra de Dios es vida cuando la acogemos en nuestros corazones.
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Muy claro lo dice el evangelista San Juan: "Al principio era el verbo y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". La palabra es el mismo Dios que se revela ante nosotros y espera que nos convirtamos y lo sigamos. Excelente su publicación
Saludos! Dios te bendiga! Muchas gracias, excelente cita!