Hace unos años les hablé sobre mi mamá Rosa y mi hermana Doraima, dos maravillosas mujeres a las que amo con todo mi ser. Pero hace un tiempo, Dios, la vida y mi madre me dieron un segundo regalo aparte de mi primera hermana...
Ella es Dayana, la más pequeña y hermosa de la casa. Desde que supimos que mamá estaba embarazada, nuestro hogar se llenó de una inmensa felicidad, que se multiplicó aún más desde el día de su nacimiento.
Ésta niña es tan inteligente y enérgica, que cada día nos sorprende más y más la rapidez con la que va aprendiendo las cosas. Con tan sólo año y medio ya corre por toda la casa, hace caras raras que nos hacen reir a todos, posa para las fotos, e incluso quiere contestar el teléfono o agarrar ella misma los cubiertos y comer sola.
Me siento un hombre muy afortunado y ahora más que nunca estoy inmensamente agradecido con Dios y la vida por las mujeres que me ha puesto al lado para acompañarme día a día. Ellas son la razón de que cada día me esfuerce por ser mejor persona, y así mantener la felicidad y el amor en nuestro hogar.
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¡Pregúntele al hermano Eli, la Biblia responderá!
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