Ismael a sus 67 años se sentía con nauseas y vómitos, las dulces manos de su hija Lorena pasaban por su rostro mientras ella le decía que era hora de ir al hospital. Al llegar a mi consultorio, Lorena miró una novela en mi escritorio de suspenso de Richard Feynman, mi escritor favorito, ella dijo - a mí también me gustan sus libros.
Globulina, urea, glóbulos blancos y finalmente bilirrubina y fosfatasa alcalina altas, no me dieron más opción que diagnosticar unos minutos después que Ismael debía someterse a una operación hepática. Al llevárselo los enfermeros Ismael pronunció las palabras “el ángel de la muerte”, en el momento no recordé la famosa novela de Feynman donde, una doctora alteraba los valores de sus pacientes para después matarlos, sin embargo, cuando recordé ya era muy tarde, en algún lugar del quirófano, Lorena pasaba sus dulces manos por Ismael antes de que fuese dormido por la anestesia.