La alarma suena a las 4 de la mañana y, aunque el sueño todavía pesa en mis párpados, el compromiso de un nuevo día universitario me empuja a levantarme. Vivo en un pequeño pueblo a unos 40 minutos de la ciudad, pero el trayecto en transporte público suele ser más prolongado. A pesar de lo temprano, tengo la suerte de contar con una familia que siempre me apoya. Al salir de bañarme,ya el olor del desayuno recién hecho me da la bienvenida; en ocasiones incluso hay almuerzo listo para llevar a la universidad.Algunas veces ayudó a adelantar el desayuno un día antes, pero generalmente no me encargo de ello.
Alrededor de las 5 am salimos de casa. Mi novio (quien también estudia) y yo caminamos hacia la parada del bus, la emoción y el ruido del tráfico de la ciudad poco a poco se van apoderando del ambiente. Los buses suelen estar llenos a esta hora, pero me tengo que asegurar de llegar a tiempo para encontrar un lugar para ir un poco más cómoda sentada. El bus sale a las 5:30 y en el camino se van sumando más pasajeros. Conversamos sobre las tareas y proyectos mientras el bus avanza lentamente por las calles de la ciudad. A veces me pierdo en mis pensamientos, recordando las actividades académicas del día.
Normalmente tengo clases a las 7 am, así que a las 6:30-6:40 am llegamos a la primera parada. Desde allí, tengo que caminar unas cuadras para tomar un "carrito" que me lleve directo a la universidad. Este tramo suele durar alrededor de 10 a 15 minutos. Mientras camino, disfruto de la brisa matutina y de los momentos de calma antes de que empiece la jornada.
La noche anterior, decidí hacerme unas ondas utilizando la técnica de la media. Me había emocionado con la idea de tener el cabello ondulado y fresco, pero al cabo de una hora de soltar las trenzas, me di cuenta de que mi esfuerzo había sido en vano. Las ondas se habían desvanecido casi por completo. Al llegar a la universidad, algunas compañeras me compartieron sus trucos para mantener el estilo. Me recomendaron usar gelatina o gel para fijar mejor las ondas. La idea me gustó, así que decidí que para la próxima vez lo intentaré. Además, planeo romper la dureza del gel con un poco de aceite para lograr un resultado más natural.
Las clases son intensas, pero me encanta aprender. El ambiente educativo está lleno de energía y debate, mis compañeros son super agradables y amigables. Mis profesores siempre nos retan a pensar críticamente y a explorar nuevas ideas. Después de varias horas de clases, es hora de almorzar. Me siento con mis amigos y discutimos sobre las materias, nuestras vidas y los planes futuros. El almuerzo se convierte en un momento de hermandad, un respiro en medio de la carga académica.
Las tardes suelen ser una mezcla de estudio y socialización. A veces, tengo reuniones grupales para proyectos o me quedo un rato más en las afueras de la universidad disfrutando del silencio y concentrándome en mis trabajos. Pasan las horas y, cuando finalmente decido regresar a casa, sé que el trayecto será largo, pero me siento satisfecha. Al llegar nuevamente a la parada del bus, una sensación de logro me envuelve, pero lo mejor es llegar a casa.
Finalmente, al regresar a casa, me reciben las risas de mis familiares, y aunque el día haya sido cansado, mi corazón está lleno de gratitud por las oportunidades que tengo. Con el tiempo, me voy dando cuenta de que cada día, aunque repetitivo, es una nueva chance para aprender, crecer y disfrutar de la vida universitaria.
Esa etapa universitaria es genial, disfrútala al máximo. Cada experiencia quedará como un recuerdo gratificante.
Muchas gracias