Feliz vida en total armonía con el Universo, para todos mis Hive amigos.
Hoy quiero contarles sobre una caminata en la que hace pocos días participé, la cual fue organizada por la Universidad. Si es la primera vez que me lees, te cuento que estudio Psicología Social en la Universidad Politécnica Territorial de Los Valles del Tuy, UPTVT. Ubicada en una pequeña ciudad (más bien un pueblo) llamado Charallave, y que pertenece a una región conocida como Valles del Tuy (el Tuy es un río que atraviesa buena parte del estado Miranda). Se encuentra aproximadamente a sesenta kilómetros de Caracas. Esta es una zona de mucho calor durante todo el año. Siempre el sol esta radiante, al extremo, por lo que la temperatura oscila entre los 30 ° C y 36 ° C. Yo vivo aquí desde hace más de veinte años. Sin embargo, hay algunas zonas que aún no conozco, de hecho recientemente me enteré de caídas de agua existentes en las cercanías que estoy loca por conocer, porque al ser un lugar tan pequeño son pocas las opciones turísticas o recreativas que existen en el municipio.
Dentro de estas limitadas alternativas recreativas se encuentra el poblado “La Magdalena”, a nueve kilómetros aproximadamente del centro de Charallave. Tiene como su principal atractivo, su abundante y hermosa vegetación, y su agradable y fresco clima de montaña, que va entre los 18 ℃ y los 26 ℃. Allí se puede encontrar un centro recreativo con piscina, varios restaurantes modestos y uno algo más lujoso. Yo particularmente ya conocía La Magdalena, pero tenía bastante tiempo sin visitarla. Las veces que fuí, lo hice con mi familia en carro particular, aunque tambien hay transporte público con vehículos rústicos disponibles. En su momento funcionaba un parte temático de antaño, el cual hoy se encuentra cerrado. Así que hacer la caminata para acceder a este lindo rinconcito semi escondido, me pareció buena idea. Claro, no les voy a negar que en un principio dudé, porque implicaba subir la montaña a pie, una especie de montañismo, que aunque en mi juventud solía practicar (al subir el Cerro El Ávila, montaña que bordea el norte de Caracas), ya hace mucho que llevo una vida bastante sedentaria.
Pero como les comenté, esta fue una actividad propuesta por la universidad, en la cual participaron estudiantes y profesores. Particularmente los de la UC Deporte, ya que la caminata, para aquellos que cursamos dicha asignatura, sería evaluada. En mi caso, temía no poder lograrlo, sin embargo me llené de valor con frases automotivadoras como: “los 50 son los nuevos 30”, “disfruta el recorrido”, “cuando ya no puedas más, te devuelves”. En fin, me envalentoné y puse pies en marcha. Ese sábado amaneció lloviendo, pero no fue un obstáculo para llevar a cabo la actividad, aunado a que por momentos las nubes dejaban ver ese hermoso cielo azul. El punto de encuentro fue en el centro de Charallave. Allí estaban mis compañeros de estudio, como siempre, y como “chamos” que son, llenos de entusiasmo y alegría. Desde allí empezamos a hacer camino al andar. La ruta que seguimos fue en asfalto por la vía que transitan los vehículos.
En la salida fuimos un lote bastante multitudinario y compacto. Sin embargo, al proseguir la subida, nos fuimos separando en grupos. Como era de esperarse, los más veloces y en mejores codiciones tomaron la delantera. Yo por su puesto, cumpliendo con el pronóstico, me quedé en el grupo final. Afortunadamente yo junto con mis compañeritas con las cuales suelo compartir en la Universidad, es que ni planeado hubiera quedado mejor. Bueno, lo cierto es que, nos tomamos el recorrido como un paseo recreativo, haciendo las paradas pertinentes para hidratarnos, descansar, tomar fotos, apreciar la naturaleza, recolectar flores, pero sobre todo, para reirnos y disfrutar el sentirnos a cada paso, más cerca de las nubes. Por mi parte, una vez que decidí hacer la caminata, mi objetivo fue llegar a la meta y pasármela bien.
Es casi mágico ver como dejamos atrás, y abajo, el ruidoso pueblo. Me encantó vernos rodeadas de paredes verdes por un lado y de una hermosa ventana panorámica donde mirar los techos por el otro. Sentir el cambio de clima también fue gratificante. Paso a paso nos fuimos acercando al punto de llegada. Tal vez, minuto a minuto porque nos tomó más de tres horas alcanzar la cumbre. Pero lo logramos. Estuvimos entre el suelo y el cielo. Ahí llegamos junto con una suave llovizna. Así que el retorno se hizo inmediato. En ese punto ya el cansancio se asomaba. Ciertamente esperabamos un poco de mejor organización, particularmente para el retorno, que se nos garantizara el transporte. Sin embargo, eso no estuvo en el plan. Por consiguiente, el regreso se dió de la misma manera de la ida, caminando. La Magdalena tiene dos rutas de acceso una por Charallave y la otra por Cúa (otra población cercana), así que para el descenso, elegimos el camino que conduce a Cúa.
Con mucho más cansancio, pero con la misma alegría, bajamos la montaña. No faltó el maravilloso entorno, las fotos, las risas, hasta el baile en una de mis niñas, la incansable, tal cual el conejito de las baterías. En el recorrido de ida, encontramos varios miradores, y en el de retorno, no fue la excepción. De hecho nos encontramos con un parador hermoso, en donde ver el pueblo de Cúa. Creado de forma ideal para enmarcar lindos recuerdos de un día muy especial. Y así, pasito a pasito, la llamada civilización comenzó a cruzarse en el camino. El ruido, la música y el calor, nos dejaba saber que este largo recorrido de dieciocho kilómetros y de seis horas llegaba a su final. Regresé a casa, cansada, hambrienta pero muy satisfecha por haber logrado la meta. Por el maravilloso contacto con la naturaleza. Por la oportunidad de estar entre el suelo y el cielo, y por sobre todo, por haber creado mágicas memorias.
Gracias por leerme y espero verte pronto por aquí.
Happy life in total harmony with the Universe, for all my Hive friends.
Today I want to tell you about a walk that I participated in a few days ago, which was organized by the University. If this is the first time you are reading me, I tell you that I study Social Psychology at the Territorial Polytechnic University of Los Valles del Tuy, UPTVT. Located in a small city (more like a town) called Charallave, and which belongs to a region known as Valles del Tuy (the Tuy is a river that runs through a good part of the Miranda state). It is located approximately sixty kilometers from Caracas. This is a very hot area throughout the year. The sun is always radiant, to the extreme, so the temperature ranges between 30 ° C and 36 ° C. I have lived here for more than twenty years. However, there are some areas that I still do not know, in fact I recently found out about existing waterfalls nearby that I am crazy to know, because being such a small place there are few tourist or recreational options that exist in the municipality.
Within these limited recreational alternatives is the town “La Magdalena”, approximately nine kilometers from the center of Charallave. Its main attraction is its abundant and beautiful vegetation, and its pleasant and cool mountain climate, which ranges between 18 ℃ and 26 ℃. There you can find a recreation center with a swimming pool, several modest restaurants and one more luxurious one. I already knew La Magdalena in particular, but I hadn't visited it for quite some time. The times I went, I did it with my family in a private car, although there is also public transportation with rustic vehicles available. At the time there was a thematic part of yesteryear, which is closed today. So taking the walk to access this cute, semi-hidden corner seemed like a good idea to me. Of course, I'm not going to deny that at first I hesitated, because it involved climbing the mountain on foot, a kind of mountaineering, which although I used to practice in my youth (when climbing Cerro El Ávila, a mountain that borders the north of Caracas), I have been leading a fairly sedentary life for a long time.
But as I told you, this was an activity proposed by the university, in which students and professors participated. Particularly those from UC Deporte, since the walk, for those of us who take this subject, would be evaluated. In my case, I feared that I would not be able to achieve it, however I filled myself with courage with self-motivating phrases like: “50 is the new 30”, “enjoy the journey”, “when you can't take it anymore, you give back”. Anyway, I got brave and started moving. That Saturday it woke up raining, but it was not an obstacle to carrying out the activity, coupled with the fact that at times the clouds showed that beautiful blue sky. The meeting point was in the center of Charallave. My fellow students were there, as always, and like the “chamos” that they are, full of enthusiasm and joy. From there we began to make our way by walking. The route we followed was on asphalt along the road that vehicles travel on.
At the start we were a fairly crowded and compact lot. However, as we continued the climb, we began to separate into groups. As expected, the fastest and in the best condition took the lead. Of course, fulfilling the forecast, I stayed in the final group. Fortunately, together with my classmates with whom I usually spend time at the University, even planning would not have turned out better. Well, the truth is that, we took the tour as a recreational walk, making the appropriate stops to hydrate, rest, take photos, appreciate nature, collect flowers, but above all, to laugh and enjoy feeling, with each step, more near the clouds. For my part, once I decided to do the hike, my goal was to reach the finish line and have a good time.
It is almost magical to see how we leave behind, and below, the noisy town. I loved seeing us surrounded by green walls on one side and a beautiful panoramic window where we could look at the ceilings on the other. Feeling the change in weather was also rewarding. Step by step we approached the arrival point. Maybe, minute by minute because it took us more than three hours to reach the summit. But we did it. We were between the ground and the sky. We arrived there along with a gentle drizzle. So the return was immediate. At that point, fatigue was already appearing. We certainly expected a little better organization, particularly for the return, that transportation would be guaranteed. However, that was not in the plan. Consequently, the return took place in the same way as the outward journey, walking. La Magdalena has two access routes, one through Charallave and the other through Cúa (another nearby town), so for the descent, we chose the path that leads to Cúa.
With much more fatigue, but with the same joy, we went down the mountain. There was no shortage of wonderful surroundings, the photos, the laughter, even the dancing of one of my girls, the tireless one, just like the battery bunny. On the way out, we found several viewpoints, and on the way back, it was no exception. In fact we found a beautiful inn, where we can see the town of Cúa. Ideally created to frame beautiful memories of a very special day. And so, step by step, the so-called civilization began to cross the path. The noise, the music and the heat let us know that this long journey of eighteen kilometers and six hours was coming to an end. I returned home, tired, hungry but very satisfied with having achieved my goal. For the wonderful contact with nature. For the opportunity to be between the ground and the sky, and above all, for having created magical memories.
Thank you for reading and I hope to see you here soon.
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que bonito leerte y ver que la pasaste cool!!!
Feliz día, gracias por leerme. Si, la verdad la pasé genial 😃