Hoy me olvidaste, olvidaste ese amor que sentía por ti, y no fue por mi culpa solamente aprendiste a valorar el tiempo con tu familia. Este tiempo de confinamiento hizo descubrir que tu no sentías ningún tipo de sentimiento hacia mí. Quizás nunca existió.
Lo que si te puedo decir es que no habrá una mujer que haga vibrar tu cuerpo como yo lo hice, esa que se entregaba de una manera pasional y lujuriosa, que no tenía ningún tipo de tabú, y que mostraba su cuerpo sin ningún tipo de inseguridades.
También te puedo decir que tu piel, tus tatuajes extrañaran mis besos, mueres por sentirlos nuevamente, mueres porque mis manos te quiten tu camisa y te desabroche el pantalón para hacerte el oral que te hacia gemir, ese que me decía que no parara, que continuara.
Se que deseas regresar a “el sitio” ese lugar donde con el tiempo en nuestra contra conocías cada parte de mi piel, de esta mujer que conocía cuando besarte o cuando lamerte para hacerte volver loco de placer.
Se que, estando acostado a un lado de ella, me piensas: ¿Con quién estará? ¿Quién estará besando su espalda? Quizás te dará celos, porque puedo entregarme abiertamente a otro hombre, mientras tanto tu estas atado a un matrimonio sin amor, sin placer, sin lujuria, esa que teníamos en cada encuentro.
Quizás soñaras que me tienes entre tus brazos, que penetras lo más profundo de mi sexo, para luego estar con ella, es inevitable no puedes evitar desearme, quisiera que me lo negaras. Puedo jurar que cuando paso a un lado tuyo y percibes mi perfume, tu miembro se levanta, es que el olor de mi perfume se quedó grabado en tu memoria mientras descansábamos después una larga sesión de sexo sin amor.
