El ambiente parecía dividido en aquel pasillo. Un tono festivo acompañaba a los atletas que regresaban de su evento deportivo, uno más sombrío se reflejaba en los ojos llorosos de algunos pasajeros que parecían ser familia, y que vestían ropas oscuras propias de quienes están de duelo.
Pero en el centro, donde parece haber más movimiento, se sentía una tensión particularmente intensa. Quizá eran los rostros tiesos y poco amigables de tres sujetos que compartían asientos en la misma fila, o el aspecto intrigante de dos damas que cruzaban miradas a cada instante, como esperando que algo sucediera.
—“Pronto despegaremos, sigan las instrucciones de los asistentes, y no olviden solicitar ayuda en caso de necesitarlo” —se escuchó por los altavoces del avión. Era la voz del capitán que se dirigía por segunda vez a los presentes. La primera fue para presentarse y dar algunas indicaciones sobre la ruta y la aerolínea.
El avión despegó después de unos minutos, y pronto la gente en su interior pudo relajarse un poco y conversar amenamente. Todo parecía estar tranquilo, excepto por una mujer que aseguraba haber visto un gato deambular por debajo de su asiento.
—Le aseguro que no hay ningún gato, señora, intente recostarse unos momentos —dijo dulcemente la azafata.
—Lo vi con mis propios ojos. Yo soy alérgica a los gatos, revise usted de nuevo por favor —insistía la dama con algo de desesperación.
La azafata sonreía mientras trataba de convencerla. Sus maneras eran elegantes y cordiales. La pasajera, por el contrario, se excitaba cada vez más.
—¡Quiero hablar con el capitán! —gritó la mujer agitando un puño en el aire.
—¡Aquí está, lo encontré… encontré el gato! —aseguró un pasajero al frente del pasillo. Se arrojó al piso con una toalla y forcejeó un poco para sujetarlo.
Los demás pasajeros se levantaban de sus asientos para tratar de mirar. La azafata corrió hasta el frente del pasillo para atender el increíble hallazgo. No cabía en su asombro por tan curioso suceso.
—Se los dije… se los dije —repetía la mujer con insistencia, cruzando miradas con los pasajeros a su alrededor.
La azafata se acercó al hombre que forcejeaba con el gato, y se inclinó para ayudarlo. El hombre le guiñó el ojo, y le mostró la toalla vacía.
—¿Se escapó? —preguntó la azafata.
—No, no se escapó —le susurró el hombre lentamente—, no hay ningún gato. Pero es la única forma en que esa mujer no forme un escándalo con su fantasía. Yo la conozco, hizo algo parecido en el restaurante del aeropuerto.
La azafata relajó los hombros y dejó escapar un suspiro.
—Buena jugada, señor, se lo agradezco. Ahora entrégueme la toalla y yo me encargo del resto.
El hombre se contorneó un poco, simulando resistencia por parte del felino, y le dio el bulto a la asistente.
La mujer caminó lo más rápido que pudo por el pasillo, pasando frente a la dama de la queja, para hacerle creer que el asunto del gato ya estaba resuelto.
—Quizá escapó de la bodega de carga —dijo mientras pasaba junto a la mujer.
—Gracias a Dios que lo atraparon —clamó la dama—. Qué horror que ocurran estas cosas, uno esperaría un mejor servicio considerando lo que cuesta un pasaje con esta compañía.
Los demás pasajeros, que creían que efectivamente hubo un gato suelto dentro del avión, asentían con la cabeza y en sus rostros se dibujaba cierto enfado.
La voz del capitán se escuchó de nuevo en el altavoz.
—“Acabamos de entrar al espacio aéreo internacional”.
La azafata regresó, trayendo consigo un carrito de servicio. Se dirigió al frente del pasillo, y le ofreció al hombre que resolvió el asunto del gato una copa de champán en agradecimiento.
—Cortesía del equipo de asistentes, señor —dijo en tono dulce y coqueto.
El hombre tomó la copa, y sus dedos coincidieron con los de la mujer. Aprovechó para acariciarlos suavemente. La mujer se sonrojó y respondió al gesto del hombre susurrándole al oído.
—Acompáñeme a la cabina de primera clase, hay pocos pasajeros allí, y estará usted más cómodo, señor.
—Soy Douglas… llámame Douglas.
—Soy Cinthya.
La dama que al principio se había quejado por el gato, los interrumpió gritando desde su asiento.
—¡Señorita! ¡Señorita!
La azafata la atendió inmediatamente.
—¿Qué le ocurre esta vez? No necesita gritar, puede llamarme presionando ese botón —le indicó.
—Creo que ese gato dejó pelos en mi asiento… o debajo… o en alguna parte. Me esta dando una asfixia… es por la alergia —dijo excitándose de nuevo.
Los demás pasajeros comenzaban a inquietarse. “¿Hay algún doctor a bordo?” —preguntó un pasajero. La azafata les hizo señas para que se calmaran.
—Señores, por favor, manténganse en sus asientos, esto no es ninguna emergencia.
—¿Cómo dice usted eso? ¿No es una emergencia? —exclamó la mujer—. ¡Yo comienzo a perder el aire! —aseguró hinchando el pecho y tomando bocanadas.
”Deben hacer algo”, “Que mal servicio” —se escuchaba en el avión. Los susurros eran lo suficientemente altos para que los escuchara la azafata.
Douglas se acercó por detrás de ella y muy amablemente le dijo:
—¿Puedo hacerte una sugerencia, Cinthya?
—Si claro… puedes… Douglas.
—Que la señora sea trasladada a primera clase, allí no ha entrado el gato, por lo que estará libre de alergias. ¿Qué te parece?
A Cinthya no le convenció mucho la idea, pues no era la forma más usual de resolver las cosas durante un vuelo, pero al ver como la mujer jadeaba en su asiento, y a los demás pasajeros preocupados, cedió a la sugerencia de Douglas.
El pasillo quedó en calma. La azafata pudo resolver el conflicto. Douglas recibió su premio por su inteligente manera de lidiar con las necedades de la dama y, la señora de las alergias terminó algunos asientos delante de él en la cabina de primera clase.
La azafata Cinthya, iba cada quince o veinte minutos a servirle más champagne y coquetear con él. Al cabo de un rato, la dama de las quejas también quiso hablarle.
—Psss… Douglas, hijo —llamó la mujer en voz baja—, ¿A qué hora sirven el caviar?
—Shusss, no me llames así mamá… recuerda que no nos conocemos, ten paciencia, lo servirán muy pronto. Recuéstate y duerme un poco.
The atmosphere seemed divided in that corridor. A festive tone accompanied the athletes returning from their sporting event, a more somber one was reflected in the teary eyes of some passengers who appeared to be family, wearing the dark clothes of those in mourning.
But in the center, where there seemed to be more movement, there was a particularly intense tension. Perhaps it was the stiff and unfriendly faces of three guys sharing seats in the same row, or the intriguing look of two ladies who crossed glances at every moment, as if waiting for something to happen.
-We will be taking off soon, follow the instructions of the attendants, and don't forget to ask for help in case you need it", was heard over the plane's loudspeakers. It was the captain's voice addressing the attendants for the second time. The first time was to introduce himself and to give some indications about the route and the airline.
The plane took off after a few minutes, and soon the people inside were able to relax a bit and chat pleasantly. All seemed to be quiet, except for one woman who claimed to have seen a cat wandering around under her seat.
-I assure you there is no cat, ma'am, try to lie down for a few moments," said the stewardess sweetly.
-I saw it with my own eyes. I am allergic to cats, please check again," insisted the lady with some desperation.
The stewardess smiled as she tried to convince her. Her manner was elegant and cordial. The passenger, on the other hand, became more and more excited.
-I want to speak to the captain! -shouted the woman, shaking a fist in the air.
-Here it is, I found it... I found the cat! -said a passenger at the front of the aisle. He threw himself on the floor with a towel and struggled a little to hold it.
The other passengers were getting up from their seats to try to look. The stewardess ran to the front of the aisle to attend to the incredible find. She couldn't believe her astonishment at such a curious event.
-I told you... I told you... I told you," the woman repeated insistently, crossing glances with the passengers around her.
The stewardess approached the man struggling with the cat, and bent down to help him. The man winked at her, and held out the empty towel.
-Did he get away? -asked the stewardess.
-No, he didn't escape," the man whispered slowly, "there's no cat. But it's the only way for that woman not to make a scandal with her fantasy. I know her, she did something similar in the airport restaurant.
The stewardess relaxed her shoulders and let out a sigh.
-Good move, sir, I appreciate it. Now hand me the towel and I'll take care of the rest.
The man wiggled a bit, feigning resistance from the feline, and handed the bundle to the attendant.
The woman walked as fast as she could down the hallway, passing the lady with the complaint, to make her believe that the matter of the cat was already resolved.
-Maybe it escaped from the cargo hold," she said as she walked past the woman.
-Thank God they caught him," cried the lady. How awful that these things happen, one would expect better service considering the cost of a ticket with this company.
The other passengers, who believed that there was indeed a cat loose inside the plane, nodded their heads and their faces showed some anger.
The captain's voice was heard again over the loudspeaker.
-We have just entered international airspace," he said.
The stewardess returned, bringing with her a service cart. She walked to the front of the aisle, and offered the man who resolved the cat issue a glass of champagne in thanks.
-Compliments of the team of assistants, sir," he said in a sweet, flirtatious tone.
The man took the glass, and his fingers matched the woman's. He took the opportunity to caress them. He took the opportunity to caress them gently. The woman blushed and responded to the man's gesture by whispering in his ear.
-Come with me to the first class cabin, there are few passengers there, and you will be more comfortable, sir.
-I'm Douglas... call me Douglas.
-I'm Cinthya.
The lady who at first had complained about the cat, interrupted them by shouting from her seat.
-Miss! Miss!
The stewardess immediately attended to her.
-What's the matter with you this time? You don't need to shout, you can call me by pressing that button," she said.
-I think that cat left hairs on my seat... or under it... or somewhere. It's choking me... it's because of the allergy," he said getting excited again.
The other passengers were beginning to get restless. "Is there a doctor on board?" -asked one passenger. The stewardess motioned for them to calm down.
-Gentlemen, please stay in your seats, this is not an emergency.
-How can you say that? It's not an emergency? -I'm starting to lose my breath! -she said, puffing out her chest and gasping for breath.
"They must do something," "What a disservice," could be heard in the plane. The whispers were loud enough for the stewardess to hear.
Douglas came up behind her and very politely said:
-Can I make a suggestion to you, Cinthya?
-Yes, of course... you can... Douglas.
Douglas: -That the lady be transferred to first class, there the cat has not entered, so she will be free of allergies. What do you think?
Cinthya was not very convinced by the idea, as it was not the most usual way to solve things during a flight, but seeing how the woman was panting in her seat, and the other passengers worried, she gave in to Douglas' suggestion.
The aisle was quiet. The flight attendant was able to resolve the conflict. Douglas received his reward for his clever way of dealing with the lady's foolishness and, the allergy lady ended up a few seats ahead of him in the first class cabin.
The stewardess, Cinthya, came around every fifteen to twenty minutes to pour him more champagne and flirt with him. After a while, the lady with the complaints also wanted to talk to him.
-Douglas, son," the woman called softly, "What time do you serve caviar?
-Shusss, don't call me that, mom... remember that we don't know each other, be patient, it will be served very soon. Lie down and get some sleep.
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Así que se traían entre manos lo suyo jaja.
Excelente.
Ja ja ja me lo imaginé! muy bueno me hiciste reír