Dad's record player (Poem) 🇬🇧 🇪🇸

in Musiclast month

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Hello friends. These have been rainy months in Havana, and I wanted to remember my adolescence, when my dad liked to listen to his vinyl music, played on a Columbia record player.
I turned it on, after so many years of disuse, and it was very gratifying to see how it still worked. I put on a record by Nat “King” Cole, entitled Ballads of the Day, released in 1956.

We sat at that same glass table that has witnessed our family history. My father, at the age of 96, when he heard that music, said no words, but you could see the sparkle in his eyes.

My mind flew back to his time, and among all of us, we enjoyed again that exquisite music, in the middle of 2024, which today inspired me to write this poem.

Dad's record player

In the chest of memories,
time languishes.
Among the notes that sail through the air,
emotions palpitate,
between the sound of vinyl
and covers that age.

The needle dances on the record,
whispering spiraling voices,
caressing the melodies,
the instant of its ritual.

A loudspeaker rammed its cone,
in the stillness of a room,
between glasses of wine
and stories of each song.

I dust off a collection
of sacred gems,
of the music of the 50s
that enraptures the emotions
of an extinct generation.

Each scratch is an imprint,
of those years where with less,
one enjoyed much more.
Where daddy's record player,
and the stories at the table,
were the family epicenter.

Today I swim in a sea of sound,
between arpeggios and strings,
that echo in my mind,
in the petricor of the afternoon,
to sweeten the surroundings,
between raindrops
and the beat of memories.


Spanish Version


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Hola amigos. Han sido meses lluviosos en La Habana, y quise recordar mi adolescencia, cuando a mi padre le gustaba escuchar su música en vinilo, reproducida en un tocadiscos Columbia.
Lo encendí, después de tantos años en desuso, y fue muy gratificante ver como aún funcionaba. Puse un disco de Nat «King» Cole, titulado Ballads of the Day, publicado en 1956.

Nos sentamos en esa misma mesa de cristal que ha sido testigo de nuestra historia familiar. Mi padre, a sus 96 años, cuando escuchó aquella música, no dijo nada, pero se le veía el brillo en los ojos.

Mi mente voló a su época, y entre todos volvimos a disfrutar de aquella música exquisita, en pleno 2024, que hoy me ha inspirado para escribir este poema.

El tocadisco de papá

En el cofre de los recuerdos
el tiempo languidece.
Entre notas surcando el aire,
palpitan las emociones,
entre el sonido de un vinilo
y portadas que envejecen.

Danza la aguja en el disco,
susurrando voces en espiral,
acariciando las melodías,
el instante de su ritual.

Un altavoz embiste su cono,
en la quietud de una sala,
entre copas de vino
e historias de cada canción.

Desempolvo una colección
de gemas sagradas,
de la música de los 50
que embelesa las emociones
de una extinta generación.

Cada scratch es una huella,
de esos años donde con menos,
se disfrutaba mucho más.
Donde el tocadisco de papá,
y los relatos en la mesa,
eran el epicentro familiar.

Hoy nado en un mar de sonido,
entre arpegios y cuerdas,
que resuenan en mi mente,
en el petricor de la tarde,
para endulzar el entorno,
entre gotas de lluvia
y el latir de las memorias.

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Text by Andrés Brunet
@abrunet

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That's a wonderful poem inspired by lovely memories.
Nice one dear.

Thank you. I'm glad you liked it. Regards

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