Recuerdos

in Photography Lovers • 9 months ago

🏖️LAS DOS CARAS DEL MAR🌊

El mar, azul y generalmente en calma rodea mi isla caimán. Hay costas agrestes, playas de ensueño y playitas: las playas de los más humildes. Hay cayos y carreteras que los unen a tierra firme.
La familia Pérez tenía como costumbre ahorrar todo el año para cuando llegara el verano que en Cuba es un eufemismo, porque realmente “Cuba es un eterno verano”, o sea, cuando llegaran las vacaciones escolares de julio y agosto; pasar una semana llenos de sol, arena y olas saladas. Con entusiasmo reunían lo necesario: colchonetas, canapés (para los no avezados en la jerga cubana, este no tiene que ver con ningún emparedado sino con una especie de cama que se recoge y que era la salvación de la familia), platos, carderos, y mucha comida, la simple, la de la casa, pero mucha porque… quién no sabe que el agua abre el apetito.
Y allá iban en un camión con la mudada, a una casita de guano al lado del mar, con su barbacoa (nada que ver con el lugar de hacer el asado, sino el invento cubano de hacer con tablas un espacio en el techo de una vivienda para acrecentarla y ahí se duerme y hasta vive una generación de la familia). Se apelotonaban unos al lado de otros compartían espacios, días de cocina, tandas de tamales de maíz de los que comían también los vecinos de estos días.
Cómo no hablar entonces del disfrute del mar en familia, de los piquetes de voleibol, de la botellita de ron que se tomaba en el agua, de las parejitas que hacían el amor al compás de las olas, del grupo entonando canciones de moda junto al improvisado guitarrista. Y de los amigos del barrio: “¿puedo ir el fin de semana?” Y el “sí echa pa´ acá que donde comen dos comen cinco”.
Llega la época, necesaria, de la actualización del modelo económico cubano. La numerosa familia Pérez ha perdido a uno de sus miembros. Giselle visita la Tour Eifeel, le Moulin Rouge y se frota los dedos de los pies en las arenas pedregosas de la Côted’azur. La familia del Sr.Pérez maneja una de las más rentables “paladares” de la ciudad, la que cobra en CUC, ya la familia no necesita reunir el año entero, ya no se carga la mudada encima del camión, ya no se lleva la simple comida. Tampoco se apelotonan en espacio y amor. Hoy van en carros rentados a un hotel 5 estrellas donde cada quien tiene su balcón con vistas al mar. Comen en mesas buffet y toman tragos exóticos en finas copas.
Las parejitas para hacer el amor: ¿Cuánto tienes? Cuánto vales. ¿Los amigos del fin de semana? Ya no están a su altura, no llegan a su nivel. Olorosos a gel y caros bronceadores, tratando de comprender el oui mademoiselle, deambulan por otras playas, otras arenas, otro mar.
Algunas de las familias de los alrededores, que conocen la historia, se dejan arrastrar y se entregan por completo a la seducción, otras se tambalean como elefantes, y otras no alcanzan a entender por qué no deciden aplaudir la prosperidad de los Pérez. Si les dan a escoger se quedan con las playas azules, el calor de su gente, la canequita de ron, el tamal compartido, con hacer el amor arrullados por las olas de nuestras playas sin nombre.

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¡Divino el mar! Saludos.

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A very interesting place and I like the atmosphere of the beach atmosphere.