There are moments where you cannot repeat happiness. You can simulate it and it will be similar, but the precision will not be the same.
I remember that I learned that lesson when I took these photos. The location was a place called Chirere, in the city of Higuerote, in the state of Miranda, Venezuela.
I captured the models posing spontaneously tasting the immense sea of the coast of Miranda. We were the only ones at the beach, so the mixture of the solitude of the place, the nature, the mother and the little one, would be visually powerful.
Watching them play, I knew I could capture a magical moment. At the time I was a novice with a lens. I had little time with my camera, carried it everywhere, and would just start taking pictures of anything.
The scene was magical. I grabbed my Nikon D5200 camera, which had a 55-300 millimeter lens on and threw myself on the ground, getting sand all over my back.
At first, I took these three pictures and immediately approached my friend Luis' wife to tell her to try those same poses again, I had the illusion that I could get better pictures than the third one I had already taken.
I positioned myself again at a prudent distance due to the telephoto lens and I was surprised by what happened next.
The truth was that, after she and the boy noticed my presence, stiffness took over their bodies and they could no longer imitate the authentic happiness they already had moments before and that they were both remarkably happy.
None of the photos I took during the mock happiness surpassed the three you are looking at. They weren't bad, but they were average. I think knowing they were being watched took some confidence away from the full smiles they wore.
One might think that it would be easy to repeat this simple feat, but the same photo cannot be repeated, neither eta nor any other, because that millisecond that has been immortalized is an unrepeatable fingerprint that has been stored exemplarily in that photo.
The mother and the child, who had some time in the sand, could not remember what they had done seconds before. But it's not only their fault, I didn't get the perfect framing either, so that there would be many more images of that moment of euphoria on the beach.
What more proof do you need to know that life is about moments that don't repeat themselves? Sometimes, no matter how hard you try to mimic that moment where you were happy, it's not identical and that's okay.
I took these photos many, many years ago and today I came across them. I immediately remembered the anecdote and wanted to tell you a little reflection that mixes the milliseconds we captured and those we didn't, in contrast to our attempts to repeat the most natural happiness we have ever experienced.
I have also noticed that the enthusiasm of my days as an apprentice has been lost. Other factors compensate for the loss of illusion and that is also a good thing.
My Instagram: @fotosymedia
Hay momentos donde no puedes repetir la felicidad. Puedes simularla y va a quedar parecida, pero la precisión no va a ser la misma.
Recuerdo que esa lección la aprendí cuando tomé estas fotos. La locación era un lugar llamado Chirere, en la ciudad de Higuerote, en el estado Miranda, Venezuela.
Los modelos que posan los capturé espontáneamente degustando de ese mar tan inmenso de las costas mirandinas. En el balneario sólo estábamos nosotros, así que la mezcla de la soledad del sitio, la naturaleza, la madre y el pequeño, resultaría visualmente poderosa.
Al verlos jugar, sabía que podía capturar un momento mágico. En ese momento era un novato con el lente. Tenía poco tiempo con mi cámara, la llevaba a todos sitios y me ponía a tomarle fotos a lo que fuera.
La escena era mágica. Agarré mi cámara Nikon D5200, la cual tenía puesta un objetivo 55-300 milímetros y me lancé en el suelo, llenándome de arena toda la espalda.
En primera instancia, tomé estas tres fotografías e inmediatamente me acerqué a la esposa de mi amigo Luis para decirle para intentara esas mismas poses otra vez, tuve la ilusión de que podía obtener mejores fotos que las del tercio que ya había obtenido.
Me ubiqué otra vez a una distancia prudente debido al teleobjetivo y me sorprendió lo que sucedió luego.
Lo cierto fue que, luego que ella y el niño notaron mi presencia, la rigidez tomó sus cuerpos y ya no pudieron imitar la auténtica felicidad que ya tenían momentos previos y eso que ambos estaban notablemente contentos.
Ninguna de las fotos que tomé durante el simulacro de felicidad superó a las tres que están viendo. No estaban mal, pero eran comunes. Creo que saberse observados les restó algo de confianza sobre las plenas sonrisas que vestían.
Uno podría pensar que sería fácil repetir esta simple hazaña, pero la misma foto no se puede repetir, ni eta ni ninguna otra, porque aquel milisegundo que se ha inmortalizado es una huella digital irrepetible que ha quedado almacenado ejemplarmente en esa foto.
La madre y el niño, que tenían rato en la arena, no pudieron rememorar lo que habían hecho segundos atrás. Pero no es sólo culpa de ellos, yo tampoco acerté en el encuadré perfecto para que fuesen muchas más las imágenes de aquel momento de euforia en la playa.
¿Qué otra prueba necesitas para enterarte que la vida son instantes que no se repiten? A veces, por más que trates de remedar ese momento donde fuiste feliz, no es idéntico y eso está bien.
Estas fotos la tomé hace muchísimos años y hoy me topé con ellas. Inmediatamente recordé la anécdota y quise contarles una pequeña reflexión que mezcla los milisegundos que capturamos y los que no, en contraste con nuestros intentos de repetir la felicidad más natural que hemos vivido.
También he notado que aquel entusiasmo de mis días como aprendiz, se ha perdido. Otros factores compensan la pérdida de la ilusión y eso también es algo bueno.
No me extraña lo que comentas, la falta de espontaneidad ante las miradas ajenas. En las fotos se refleja muy bien.
Sobre el ptro punto, mi experiencia es la misma, el entusiamo se puede perder, pero hay otros elementos que compensan (somos seres menos huecos).
Saludos @miguelmederico
Waooo me encantaron! de verdad que muy profesional! el niño si salió super natural de verdad que esa alegría de estar con su mami es incondicional, gran trabajo amigo @miguelmederico
Saludos, pana. Muchas gracias. El resultado gustó a muchas personas.
Estupenda la foto, lo que me gusta es la cara de felicidad del niño, parece hasta un modelo infantil de fotografia, realmente impresionante.
ahorita en la actualidad ese niño es un modelo, cabellos rizados y dorados, como el niño de la Laguna Azul, pero facciones latinas.
asi es los momentos auténticos no se pueden fingir por eso son tan especiales.
estan geniales las fotografias.
fueron unos momentos geniales los que quedaron retratados. Además, la playa es mi lugar favorito, quizá peque de subjetivo al decir eso, jej
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Qué historia tan bonita! Capturar momentos espontáneos siempre tiene un encanto especial. Las fotos que tomaste son preciosas, reflejan elamor y la felicidad de una madre con su hijo @miguelmederico 😍
fue así de mágico como se ve, las dos felicidades eran auténticas, muy palpables, así que por ese lado creo que no pudieron quedar mas espontaneas con ese sentimiento
La última fotografía es preciosa en todo el sentido de la palabra, esa sonrisa tan espontánea es perfección pura. ¡Hermoso trabajo!
sí, allí el niño siguió sonriendo por unos minutos y su cara es un espectáculo, tanto que hace pasar desapercibida la propia alegría de la mamá, jej.