Una anécdota espeluznante. Por sucesos como este evito tocar o agarrar objetos que a veces aparecen tirados frente a la casa, curiosamente colocados de manera que uno se vea obligado a moverlos. Me ha pasado en mi residencia actual o en la casa donde crecí. No es por ser paranoico, pero nunca se sabe quién quiere mal para uno. Qué bueno que te libraste de eso. Saludos.
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