Vengo de una familia que se crió en el campo, y aunque muchos migraron a las grandes ciudades e inclusive a otros países, una minoría quedó viviendo en esos espacios, en los que abundan cuentos salpicados de efectos paranormales y toques de misterio.
Tenía yo entonces, unos 13 años, la última vez que fui a casa del primo Ismael, quien en medio de su demencia senil no nos reconoció a ninguno, pero nos recibió con agrado. Estrella, su hija y cuidadora, fue nuestra anfitriona, feliz por tener visitas luego de tanto tiempo de soledad.
En esas tierras, las casas estaban muy distantes unas de otras, y lo que se veían de lado y lado eran los árboles de naranjas, que ya estaban listos para ser cosechadas.
Pasabamos una tarde divertida, escuchando los cuentos familiares sobre las vacaciones de la infancia de mi madre, cuando de pronto un trueno nos hizo gritar a todos al unísono, para luego dar pie a un fuerte aguacero que no nos dejó regresar a casa.
Cómo esa hacienda era grande, había espacio para que nos quedáramos, y aunque la incomodidad era no haber ido preparados para ello, por una sola noche que estuviéramos ahí, no pasaría nada. Total, era mejor estar secos y seguros a arriesgarse en la carretera con la poca visión que había luego de semejante diluvio.
Nos acomodaron en un cuarto enorme, que mamá reconocía como la habitación de las niñas, puesto que antes las primas dormían todas ahí. Pero mis hermanos y mi padre, tuvieron que irse al cuarto de los hombres, pues esa era la norma en esa casa: no podían dormir dos personas del mismo género en la misma habitación.
Mientras ellos decidieron quedarse despiertos un poco más, aprovechando para terminar de actualizarse con sus vivencias en tantos años que no se habían visto, yo preferí irme a dormir, ya que mi hábito me lleva a que luego de las 10 pm, si no estoy dormida, me da insomnio y es peor.
Me sentía rara durmiendo en una cama que no era la mia, pero el sueño me vencía y las gotas que caían velozmente en la plancha de zinc del techo, parecían tener un efecto relajante que contribuía a ir poco a poco cayendo en los brazos de Morfeo.
Sin embargo, de repente el ambiente se sintió muy cargado. El ruido de la lluvia cesó y también los murmullos que venían de la sala. Yo dudaba sobre si estaba dormida o despierta, pues aunque estaba consciente, no lograba moverme, hablar o siquiera volver a cerrar los ojos.
Una sombra se acercaba lentamente a mi cama, podía ver que era corpulenta, por lo que deducía que era de un hombre, pero no tenía rostro, solo era una silueta macisa como de un leñador o alguien que levantaba pesas.
Quería incorporarme en la cama, buscando siquiera sentarme y no estar tan expuesta, pero era imposible. La sombra había llegado hasta mi, sentándose en el borde de la cama, mientras una mano peluda buscaba subir la cobija y acariciarme los pies. Tenía los dedos grandes, y la piel bastante quemada del sol. Lo aspero del contacto de su mano con mi piel me dio un profundo asco.
Me esforzaba en ver quien era, para en todo caso, poder contar lo que me pasara, pero la oscuridad de la habitación era su mejor escondite. Lo único que quería era que se fuera, pero mientras el miedo se apoderaba de cada milímetro de mi ser, la sombra parecía acrecentarse con el temor que me infundaba.
Un relámpago iluminó parte del cuarto y vi sus facciones, era un hombre bastante mayor y con el rostro desfigurado, a quien le faltaba parte de la piel de uno de sus pómulos. Un olor a sudor de varios días, me hacía pensar que era un hacendado o un jornalero.
Sus manos ya habían descubierto mis piernas, y subían poco a poco entre mis muslos que todavía llevaban puestos los jeans con los que vine.
Buscaba bajar la cremallera, pero no podía, y fue en ese momento, cuando bendije los kilos de más que hacían que mi pantalón quedara demasiado ajustado. Mi angustia era cada vez peor, pues ya no sabía si era real o una pesadilla todo lo que estaba pasando.
De repente, la luz de la habitación se enciende y yo empiezo a llorar desconsoladamente, para sorpresa de mi madre y mi prima, quienes pensaban que yo estaría dormida profundamente. Miro a todos lados, y esa sombra no estaba por ninguna parte!
Les narro con todos los detalles que puedo, sobre esa experiencia y mi prima con sus ojos cada vez más abiertos, solo atina a decir: "también lo viste?". En mi cabeza resonaba ese "también" como un tambor, cómo que también? acaso ella lo había visto?
Nos cuenta que cuando su madre murió empezaron a sentir esa presencia en el cuarto por las noches, y por eso sus hermanas decidieron mudarse y no regresar. Estrella pasó a dormir en la misma habitación de su padre, quien necesitaba cuidados todo el día, así que nadie más había estado allí.
Preferimos quedarnos en vela, luego de todo esto, y tomar el primer autobús de vuelta al pueblo a las 5 de la mañana. Ya en casa sería menos complicado descansar, y en dos horas mi camita estaba en el punto justo para tener un sueño reparador.
Sin embargo, durante la noche, cuando quise mis pantuflas para ir al baño, no estaban donde las dejé... me asomo debajo de la cama, y un rostro desfigurado, al que le faltaba piel en uno de sus pómulos, me miró fijamente, mientras me arrastraba a la oscuridad de las sombras, de donde no logré salir nunca más.
I come from a family that grew up in the countryside, and although many migrated to the big cities and even to other countries, a minority remained living in those spaces, which abound with stories sprinkled with paranormal effects and touches of mystery.
I was about 13 years old at the time, the last time I went to my cousin Ismael's house, who in the midst of his senile dementia did not recognize any of us, but welcomed us warmly. Estrella, his daughter and caretaker, was our hostess, happy to have visitors after such a long time of solitude.
In those lands, the houses were very distant from each other, and what could be seen from both sides were the orange trees, which were ready to be harvested.
We were having a fun afternoon, listening to family stories about my mother's childhood vacations, when suddenly a clap of thunder made us all scream in unison, and then gave way to a heavy downpour that prevented us from returning home.
As the hacienda was large, there was room for us to stay, and although the discomfort was that we had not been prepared for it, for just one night we were there, nothing would happen. All in all, it was better to be dry and safe than to take a risk on the road with the poor visibility after such a downpour.
We were accommodated in a huge room, which my mother recognized as the girls' room, since the cousins used to sleep there. But my brothers and my father had to go to the men's room, since that was the rule in that house: two people of the same gender could not sleep in the same room.
While they decided to stay awake a little longer, taking the opportunity to finish updating their experiences in so many years that they had not seen each other, I preferred to go to sleep, since my habit leads me to the fact that after 10 pm, if I am not asleep, I get insomnia and it is worse.
I felt strange sleeping in a bed that was not my own, but sleep was overcoming me and the drops that were falling fast on the zinc sheet of the ceiling seemed to have a relaxing effect that contributed to slowly fall into the arms of Morpheus.
Suddenly, however, the atmosphere felt very heavy. The noise of the rain stopped and so did the murmurs coming from the room. I doubted whether I was asleep or awake, for although I was conscious, I could not move, speak or even close my eyes again.
A shadow was slowly approaching my bed, I could see that it was large, so I deduced that it belonged to a man, but it had no face, it was just a massive silhouette like a lumberjack or someone who lifted weights.
I wanted to sit up in bed, trying to sit up and not be so exposed, but it was impossible. The shadow had reached me, sitting on the edge of the bed, while a hairy hand reached up the blanket and caressed my feet. My toes were big, and my skin was quite sunburned. The roughness of his hand's contact with my skin made me deeply disgusted.
I tried hard to see who it was, so that I could tell what happened to me, but the darkness of the room was his best hiding place. All I wanted was for it to go away, but as fear gripped every millimeter of my being, the shadow seemed to grow with the fear it instilled in me.
A flash of lightning illuminated part of the room and I saw his features, he was a rather old man with a disfigured face, who was missing part of the skin on one of his cheekbones. A smell of sweat from several days, made me think he was a landowner or a day laborer.
His hands had already uncovered my legs, and were slowly moving up between my thighs, which were still wearing the jeans I came in.
I tried to pull down the zipper, but I couldn't, and it was at that moment, when I blessed the extra kilos that made my pants too tight. My anguish was getting worse and worse, as I no longer knew if it was real or a nightmare everything that was happening.
Suddenly, the light in the room comes on and I start crying inconsolably, to the surprise of my mother and cousin, who thought I would be fast asleep. I look everywhere, and that shadow was nowhere to be seen!
I tell them in as much detail as I can about that experience, and my cousin, with her eyes getting wider and wider, only manages to say: “Did you see it too? In my head that “also” resounded like a drum, what do you mean “also”, did she see it?
She tells us that when her mother died they began to feel that presence in the room at night, and that's why her sisters decided to move out and not return. Estrella went to sleep in the same room as her father, who needed care all day, so no one else had been there.
We preferred to stay awake, after all this, and take the first bus back to town at 5 in the morning. At home it would be less complicated to rest, and in two hours my little bed was at the right point to have a restful sleep.
However, during the night, when I wanted my slippers to go to the bathroom, they were not where I left them... I peeked under the bed, and a disfigured face, with missing skin on one of its cheekbones, stared at me, while it dragged me into the darkness of the shadows, from where I never managed to get out again.
Foto/Photo by: StockSnap - Pixabay
LeoEspina - Pixabay
ha11ok - Pixabay
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
Translated and formatted with Hive Translator by @noakmilo.
Excelente contenido y muy emotivo me asustó sabes..
Entonces ten cuidado con las pantuflas en las noches....
Gracias por pasarte!
Ya le pusiste rostro al temor de los lectores!
Y yo como carrizo hago ahora cuando me toque levantarme de madrugada?? Susto vale. Eso no cuenta.
Saludos 🌷
Pudieras poner el vasito al lado de la cama! hahaha
Y justo a mi que me da miedo ir al baño de noche jajajajajjajajaja aún no superó esto y sales con esto... mira si me lo cruzo ahora???
Deja una lucecita prendida en la pieza, o llama al chino para que te acompañe.
Buena historia. Me recordó a los cuentos que me hacían los guajiros en los montes a los que iba cuando era niña para visitar a mi abuela.
Pues esta historia tiene parte de realidades: la casa, la prima, la visita, el cuento de la sombra que se sentaba en la cama... De hecho, ese cuarto lo clausuraron en esa casa.
Que horrible, yo hubiera salido corriendo de aquel lugar al ver semejante presencia tan tenebrosa. Tu historia me dio cierto escalofrío.😈
Gracias por compartir.👻
Excelente noche de escalofríos.
Si hubiera sido la ciudad, capaz y si salgo corriendo, pero en medio del campo para donde agarra uno?
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Yo leyendo esto a las 2:00 AM... excelente para no dormir más 😂. Me encantó tu historia de terror, siempre le das un giro interesante e inesperado al final. Saludos, @mamaemigrante 🤗🤗.
Esa es la mejor hora para leer mis historias! Igual, cuidado con lo que haya debajo de la cama.
Hola @mamaemigrante, ¡Wuao! esas historias aunque no se crea son muy reales, cada lugar tiene su historia.
Ahora me haré acompañar de otros de mis gatos para ir al baño, creo que irán mas asustados que yo 🤣 😅😂.
Me encanto leerte.