Un aullido se escuchó a la distancia.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de cada poblador de aquel pequeño pueblo dentro del bosque. Sabían lo que era, todos lo conocían, pues ya se había llevado a muchos de ellos.
Hoy era noche de luna llena, un mal presagio se avecinaba cuando la luna llegaba a su máximo esplendor y los aullidos se hacían sentir. Un augurio que anunciaba el infortunio, el caos y la masacre de todo aquel que tuviera la desdicha de encontrarse fuera de su casa a altas horas de la noche.
La tragedia estaba a la vuelta de la esquina, y el pobre desgraciado que se cruzara con la bestia, sus fauces serían lo último que vería en toda su vida. Pues en el bosque hay un hombre lobo que asusta a todos y es que, cada luna llena el enorme hombre lobo aúlla sin cesar, causando el máximo pavor a sus oyentes.
“Tac, tac, tac…” Los pobladores pudieron escuchar los escabrosos pasos de aquel ser infernal acechar por la vereda. “Tac, tac, tac…” Sus largas garras retumbaban sobre las puertas de madera. Cuidado si te atrapa, ya que el hombre lobo en su hambre voraz te engullirá sin dudar.
Un nuevo aullido se hizo sentir, retumbando en los corazones asustados de aquellas personas que bien sabían que el hombre lobo, con su apetito voraz, estaba en la búsqueda de su siguiente presa. Una brisa helada se colaba de entre las rendijas y un grito ahogado luchaba por escapar de la garganta de los más jóvenes; quienes, aterrorizados, buscaban consuelo en los brazos de sus padres.
“Track…” Entonces, lo oyeron con claridad. La vieja madera crujir, pues el hombre lobo había logrado entrar a su hogar. “Plata”, debían buscar plata, aquello era lo único que los podría salvar. Tomaron un crucifijo, de plata de la más pura calidad, y empezando a rezar se atrincheraron en la habitación; cuya puerta vieja y desvencijada era lo único que los separaba de su trágico final.
“Tac, tac, tac…” Aquel sonido infernal se volvía a escuchar, mientras la feroz bestia se acercaba cada vez más y más y más…
“Billy” ¿En dónde estaba Billy? Su hijo, su joven hijo ¿Dónde estaba? ¿Será acaso que la bestia ya lo había atrapado? Y entonces, con un nuevo aullido ensordecedor, desolador, supieron que era su fin. El hombre lobo entró en el pequeño refugio, y al observarlo, un grito de horror escapó de los labios de la madre de la familia.
Ese era Billy.
El temido hombre lobo era Billy.
A howl was heard in the distance.
A shiver ran through the body of every inhabitant of that small town in the forest. They knew what it was, they all knew it, because it had already taken many of them.
Today was a full moon night, a bad omen was approaching when the moon reached its maximum splendor and the howls were heard. An omen that announced the misfortune, chaos and massacre of all those who had the misfortune of finding themselves outside their home late at night.
Tragedy was just around the corner, and the poor unfortunate person who crossed paths with the beast, its jaws would be the last thing he would see in his entire life. Because in the forest there is a werewolf that scares everyone and that is, every full moon the enormous werewolf howls incessantly, causing maximum terror to his listeners.
“Tac, tac, tac…” The villagers could hear the rough footsteps of that infernal being lurking along the sidewalk. “Tac, tac, tac…” Its long claws echoed on the wooden doors. Be careful if it catches you, because the werewolf in its voracious hunger will swallow you without hesitation.
A new howl was heard, echoing in the frightened hearts of those people who knew well that the werewolf, with its voracious appetite, was in search of its next prey. A cold breeze slipped through the cracks and a muffled cry struggled to escape from the throats of the youngest; who, terrified, sought comfort in the arms of their parents.
“Track…” Then, they heard it clearly. The old wood creaked, because the werewolf had managed to enter their home. “Silver”, they had to look for silver, that was the only thing that could save them. They took a crucifix, made of the purest quality silver, and began to pray, barricading themselves in the room, whose old and rickety door was the only thing that separated them from their tragic end.
“Tac, tac, tac…” That infernal sound was heard again, while the ferocious beast came closer and closer and closer…
“Billy” Where was Billy? Their son, their young son, where was he? Had the beast already caught him? And then, with a new deafening, devastating howl, they knew it was their end. The werewolf entered the small shelter, and upon seeing him, a cry of horror escaped from the lips of the mother of the family.
That was Billy.
The feared werewolf was Billy.
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