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No existe nada prohibido entre tu cuerpo y el mío; entre tu alma y la mía cuando existe un amor tan grande entre los dos.
No puedo vivir más sin tus besos, esta vida dejará de ser vida, no sé si el tiempo me permita un remilgo de tus tiernas caricias.
Quiero devolverte cada beso que ansío de ti con la dulzura, que no se agota en mis tristes letras de una agónica poeta enamorada.
Serán besos ardientes como el fuego que emana en furiosas llamas de tu piel y en ese fuego quiero quemarme cada día y cada noche.
Ansío recorrer todo tu cuerpo sin límite de tiempo con mis suaves caricias; quiero regar en tu piel el canto de mil pájaros y un puñado de pétalos de las flores que cultivo en mi jardín.
El deseo por esos ardientes besos reviven en mí todas las caricias que se avienen a mí en cada sueño que te sueño, unos veces despierto, en este profundo y agitado sueño de cómplice, de amante y de feliz compañera..
Amor es que en nosotros no hay nada prohibido, pues, el amor ha sanado nuestras viejas heridas y en cada alucinante deseo se expresa, de lo más profundo, todo el amor que nuestras almas ya habían querido convertir en viejo olvido.
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