El gran escritor del horror H.P. Lovecraft lo dijo en su momento, me refiero a cuando menciona que el miedo es la emoción más antigua e intensa de la humanidad, y por ello mismo es la fuente de mayor creatividad humana; no es por nada, cuando también menciona que el mayor miedo viene de lo desconocido, y de ese reino o vacío de oscuridad presente en nuestro horizonte, se aglomera nuestro artificio de la imaginación, como asfalto llenando los baches del camino viene nuestra creatividad a dar forma a esa sombra inexplorada. Un intento de la psique humana a dar coherencia, en base a nuestra comprensión, ha aquello de lo que aún no somos conocedores, pero es con terror que realizamos esas conjeturas de la imaginación pues, se hacen con la casi segura certeza de que se quebraran al primer paso en frente del umbral de lo desconocido, un paso revelando lo que antes solo existía en la mente de uno. O puede ser peor, podría ser tal cual e imaginamos que seria, cosa en muchos casos horroroso por sus propios méritos. El horror es un arte de lo humano, una expresión genuina de lo que somos como sociedad y humanidad consumada en la existencia, un grito de terror fundado en las entrañas del ser, uno encontrado con una realización aterradora de lo que somos capaces de engendrar en nuestras mentes; el espejo siniestro de nuestros demonios acechando en lo más profundo de la mente. Y un palpitante horror desolador en la posibilidad de que aquello imaginable pueda existir, o inclusive, algo mucho peor e inimaginable que aquello de nuestra propia autoría. Nuestra mente construye la realidad en la cual habitamos, estamos en un mundo conformado de percepciones y ángulos, una realidad cambiante en cuanto cambia la mente de los que la observan. Y de ser esto así, ¿Qué priva a las criaturas acechantes de nuestras mentes a tomar las superficies de nuestra realidad? Pero ello no debe ser objeto de espanto, pues del horror parte la belleza del mundo, la aceptación de los demonios trae consigo la visualización de los ángeles. La risa solo existe por contraposición del llanto. Y la belleza intrínseca del terror no debe ser sacado de discusión, el arte en la literatura del horror roza lo perfecto, si ello siquiera existe. El detalle de las penurias, la minuciosidad en los sentimientos evocados en cada línea resulta en un espectáculo de emociones, un tránsito macabro por cada esquina de la mente de su autor. El universo personal de los tormentos de un individuo que, deja de ser tal en el momento de compartirse con el mundo, y nosotros dejamos de ser nosotros al momento de leerlo, todo para fundirnos en uno solo colectivo de individuos; ya olvidado el individuo para ser uno solo de todo en el sentir de la oscuridad reconfortante en nuestro interior. El abrazo del demonio que nunca nos deja solo por las noches.
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