“LA SANCOCHO” Y “CAGANTINA” DOS PERSONAJES DE LA ANTIGUA CALLE GUÁRICO (VILLA DE CURA, ARAGUA, VENEZUELA)

in #humor6 years ago


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En los años cincuenta en la calle Guárico, llamada hoy calle Juan Bolívar Coronado, habitaron el lugar este par de conocidos personajes muy apreciados en el sector donde residían: Isabel “La Sancocho” y Antonio “Cagantina”, así de sencillo se conocieron, eran natos de Villa de Cura. No se casaron nunca ni tuvieron descendencia, vivieron todo el tiempo amancebados, como se le decía antes a las parejas que cohabitaban en concubinato. Isabel era muy generosa y de buen vivir; muchas veces repartía sancocho a los vecinos de la cuadra, y a los niños, dulces, caramelos y chucherías. Esta señora era imagen y semejanza de ese personaje de la pantalla chica que llaman “encantador o entrenador de perros”.

Isabel era dueña de una cría de perros de varias edades, entre ellos dos padrotes de gran tamaño, obesos, parecían dos pichones de rinocerontes; consentidos, vigorosos, ninguno pasaba hambre, aprendieron desde pequeños a entender el lenguaje de su patrona. Quería a sus diez canes como si fueran de sus engendras. No eran agresivos pero sí celosos guardianes. A la flaca se le derribaban encima todos al mismo tiempo y ella los abrazaba, acariciaba y consentía, conocía de memoria el nombre de cada uno. Entre las cosas simpáticas que logro evocar, uno blanco atendía por “Campeón” y otro barcino se llamaba “Tarzán”, fieles como unos hijos, por donde quiera que se echara a rodar la pareja, la hilera de perros andaban detrás escoltando a sus jefes.


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Marido y mujer se sembraron en la historia pueblerina como Isabel “La Sancocho” y Antoñito “Cagantina”, nunca les molestaba tal designación, más bien se rompían en hilaridad cuando los emplazaban por el sobrenombre. Era como un trato cortés llamarlos de esa manera. Muy unidos y cariñosos. No era bonita Isabel, ni tampoco buen mozo Antoñito. Olorosos a sudor y tabaco. Cuando los conocí ya habían envejecido.

Antoñito era un hombre rechoncho, pequeño, con un porte que a duras penas podía llegar a metro y pico. Isabel en cambio era una mujer alta, delgada, vestida de falda larga sin estética, sin maquillaje, recuerdo que mi mamá le confeccionaba los vestidos, fumadora de cigarrillo marca Capitolio, humeaba con la candelilla para dentro rozándole la lengua. Su faena cotidiana consistía en tejer capelladas para los alpargateros en un bastidor de madera de fabricación casera, y además, familiarizada con la cocina. En el patio, a la orilla de una empalizada de árboles jóvenes no le faltaba una lata mantequera “Los Tres Cochinitos”, montada sobre tres topias, atizada con leña, repleta de sancocho de res o gallina de corral que le agradaba compartir con toda la familia canina.

Antonio, desde muy joven fue contratado por el almacén de Martin Hernández para que fuera ayudante de camión, oficio que lo paseó por distintos pueblos del llano guariqueño y apureño. Era como la brisa, llegaba y se iba; los amigos de la casa le hacían rueda alrededor de una hamaca para degustar el sancocho que siempre le tenía preparado su mujer. Un catire bohemio del barrio “La Represa” de nombre Pedro Viña, coplero improvisador y buena copa, bajaba con un cuatro en la mano y le proveía la música para alegrar el momento. Allí florecieron muchas de sus inspiraciones.

Marido y mujer se la llevaban muy bien, eran inseparables y bastante apegados a beber la refrescante y exquisita cerveza; menos cuando caminaban juntos las aceras encementadas de La Villa. “Cagantina” que no le avergonzaba en nada su tamaño casi enano, era más enamorado que mono meciéndose en un chinchorro; amigo de tirarles sus piropos favoritos a las damas que se cruzaba, se olvidaba que la mujer que lo acompañaba le molestaba la claridad de su prosa, por esa motivación entraban en alteras discusiones en la vía pública. La escaramuza no pasaba a mayores.

Los viejitos por la tarde-noche acostumbraban a refugiarse en el botiquín “Deportivo” de Pompilio Martínez, que les quedaba al lado de la casa, donde se entregaban a oír música de rokola, elaboraban los sábados cuadritos del 5 y 6, y tomaban hasta embriagarse. Allí también permanecía la hilera de perros haciendo guardia, esperándolos, echados al lado de las puerticas batientes del bar, hasta que decidieran salir sus dueños ya avanzada la noche.

No recuerdo cual de los dos se marchó de esta vida primero. Se corrió el rumor en la barriada que Isabel y Antonio habían perdido la batalla con la bebida. Hace más de medio siglo que duermen el sueño de la eternidad y el olvido. Atrás quedó aquel mundo creado por ellos y cuyo recuerdo junto con su manada de los perros no lo han podido borrar los años.

La Villa de San Luis, octubre 2018

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Wow!!! me encanta, estas historias de pueblos es mi fascinación! me hace recordar a los cuentos de mis abuelos...
Sigue recolectando estas historias...

Gracias por la visita a mi blog @enmy, què bueno que te fascinen estas historias. Pronto vendrán más. Villa de Cura es fuente inagotable de narraciones simpàticas del pasado y el presente.

Cálida crónica la que nos regala hoy @oscaroef, plena de humor y sentir humano.

Qué sabroso se lee este relato pletórico de sabor de pueblo, de lo cotidiano, de esa microhistoria que hace grande nuestro gentilicio. Gracias por investigar, redactar y compartir, @oscaroef. Siempre se le lee con beneplácito.

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Gracias elsurtidor atento siempre a sus recomendaciones.

Es bueno saber que siempre hay personas que tratan bien a los perros porque son animales muy nobles, con mejores sentimientos que muchos seres humanos. Me gustó mucho su relato @oscaroef

Gracias luisf por tu visita y mejor tu comentario

Los personajes populares son inolvidables, forman parte de la identidad humana de los pueblos, de su historia chica y el colaborar para que se mantenga su memoria en el tiempo es un trabajo arduo e importante.

Ese ha sido nuestro empeño resaltar los valores de nuestra identidad como pueblo. Gracias luzvenecia

Deliciosa crónica de unos personajes que a su vez reflejan todo el encanto de una época. Gracias por compartir y difundir nuestra historia local tan rica en simpáticos pasajes, @oscaroef

Gracias pot su comentario carmencitavdc me agrada compartir con usted profesora la misma inquietud.

Una pàgina simpàtica y pintoresca de nuestro pueblo y una labor importantìsima com lo es la de rescatar nuestra memoria que nos han robado en muchos aspectos al permitir que derribaran, destruyeran, remodelaran nuestras viejas casonas del casco central, que al menos los recuerdos de nuestros personajes, ahora en internet gracias a esfuerzos como el de @oscaroef, permitan que nuestra historia de pueblo permanezca.

Agradecido por tus comentarios ugbariana, resaltar la historia menuda y las vivencias de los pueblos que hemos conocido ha sido nuestro aporte y la mejor intención. Gracias

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