Es una creencia generalizada que nadar con el estomago lleno produce calambres, pero ¿qué dice la ciencia al respecto?
Cuando estamos en la playa vemos a muchas madres alertando a sus hijos de no meterse al agua si es que acaban de comer, para no sufrir de calambres. Quizás a nosotros mismos de pequeños nos obligaron a esperar una hora antes de entrar al mar cuando teníamos el estómago lleno. ¿Pero es cierta esta afirmación?
Existe la creencia popular de que al comer la sangre disponible en el cuerpo se va al estómago para ayudar a la digestión, dejando a las demás partes del cuerpo sin el suficiente flujo sanguíneo para realizar brazadas o pataleo, provocando calambres que, en el peor de los casos, podrían causar que el bañista se ahogue.
Según la ciencia
Las causas de los calambres todavía no se entienden bien, pero no hay evidencia de que hacer ejercicio después de comer los provoque. Lo que sí se sabe es que el ejercicio vigoroso dirige el flujo de sangre del aparato digestivo hacia la piel, los músculos de los brazos y las piernas. Por eso, si la comida todavía no se ha digerido completamente, puede producir nauseas, ya que la sangre abandona el estómago para irse a los otros miembros. Lo mismo pasa cuando estamos en una situación de peligro.
Los estudios hechos en atletas de carreras que exigen mucho vigor y resistencia señalan que cuando un nadador sufre de calambres es por el esfuerzo excesivo y no está relacionado a su digestión ni a los alimentos ingeridos.
Los nadadores profesionales se aseguran de no competir con el estómago lleno, pero también de haber comido lo suficiente para tener la energía necesaria para su óptimo desempeño. Incluso, en algunas carreras de largas distancias o aguas abiertas muchos de los deportistas comen en plena competición, rebatiendo más la creencia de que nadar luego de comer provoca calambres.
¿En qué caso entrar al agua con el estómago lleno podría afectarnos?
Si existe alguna razón para no ir a nadar después de haberse alimentado es para cuidarnos del síndrome de la inmersión o síncope por hidrocución. Esta es una reacción natural del organismo ante la inmersión en el agua, causado por un cambio brusco de la temperatura corporal. Se caracteriza por una repentina disminución de la frecuencia cardiaca, la que puede llevar a la pérdida del conocimiento y a veces incluso a que el corazón se pare.
Es más probable que ocurra un síncope por hidrocución si entramos al agua cuando la digestión no se ha completado, ya que en ese caso la sangre tiende a concentrarse en el sistema digestivo y la cantidad que riega el cerebro disminuye. Sin embargo, esto no quiere decir que siempre que vayamos al mar después de ingerir alimento terminemos mal, la digestión aumenta la posibilidad de sufrir una hidrocución, pero no es la causa.
La mejor forma de prevenir este problema es esperar un tiempo prudencial después de comer para dejar que el estómago haga su tarea. Asimismo, al entrar al agua hacerlo poco a poco o mojarse algunas partes del cuerpo, como las muñecas y la nuca, para ir acostumbrando al cuerpo al contraste de temperaturas antes de zambullirnos por completo.