Para los que quieren encontrar paz.
Hace algunos años leí en la prensa nacional, que el gobierno decidió ponerles luz eléctrica a ciertas comunidades indígenas que jamás la habían tenido. Árboles milenarios caían unos sobre otros para dar paso al tendido Eléctrico. Los ingenieros, técnicos y obreros de la electricidad trabajaban afanosamente el para cumplir su cometido. Los indígenas, pobladores autóctonos y perennes de esa región, nunca habían visto semejante despliegue de gente y de máquinas que rugían como truenos.
El cacique, ignorando que pretendían hacer los de la civilización, en representación de su comunidad, preguntó al jefe de la empresa por qué estaban tumbando los árboles y que iban hacer allí. El ingeniero, que tenía cara de pocos amigos, no le hacía mucho caso por que el indígena no iba a entender explicaciones.
--¿Qué es esto?—Pregunto el cacique.
-- Esto es una sierra eléctrica—contesto el ingeniero.
--¿Y pa’ que sirve?
--Para cortar los árboles.
--¿¡Porque los quieren cortar!?—pregunto alarmado el humilde hombre.
El cacique no podía explicarse como destruían tan fácilmente los árboles y por qué lo hacían. ¿Quién nos dará ahora frutos?, ¿Quién nos dará sombra?, ¿Dónde los pájaros harán sus nidos para incubar sus crías si cortan los arboles? Este era el tipo de preguntas que el indígena hacía.
Después de un tiempo, trajeron al sitio una cantidad de aparatos propios de las labores de electricidad.
--¿Qué es esto?—Preguntó de nuevo el indígena señalando una maquina más grande que el tamaño de sus propias chozas.
--¡Esto es un transformador!—le grito el ingeniero con indiferencia para que lo dejaran en paz, pues ya estaba cansado de las preguntas del indígena.
El jefe Indio comunico la respuesta a sus compañeros que por supuesto, tampoco entendieron.
--¿y para qué es esto?—pregunto otra vez el aborigen, refiriéndose al inmenso transformador.
--¡Esto es para dar luz!, ¡Esto es para que ustedes tengan luz!—Contesto impaciente el experto en energía.
--¿¡Luz!?—Contesto el indígena.
--¡Si!, ¡Si!, ¡Luz!, ¡¡Luz!!—Repitió el ingeniero para hacerse entender.
--¿Luz?, ¿Y para que luz si tenemos sol?—Replico el cacique asombrado.
--¡Esto es para dar luz pero de noche!, ¡Para que ustedes tengan luz en la noche, no de día!; ¡¡LUZ!!...¡¡De noche!!—Contesto el ingeniero moviendo la cabeza en ademan de desesperación.
Todos los técnicos se burlaban de la ignorancia del ingeniero.
Los indígenas no se explicaban como pretendían poner luz a la noche, eso es imposible, la noche no se puede iluminar, porque si así fuera dejaría de ser lo que es, nadie la puede quitar. La noche es oscura, en la noche no sale el sol, ni hay luz.
El indio da pasos de día y pasos de noche, camina con el sol y también con la luna, el sabe que en la noche se vive sin luz del sol y no se puede cazar ni pescar, tampoco correr entre los arboles porque no se distingue bien. En cambio, en el día si hay luz y se camina con claridad, y se puede saltar, brincar, correr, pero en la noche no, pues en ella se anda en la oscuridad. La noche no es mala, simplemente no hay luz; ya vendrá, El indio conoce todo esto y sabe esperar.
En cambio los hombres civilizados queremos convertir la noche en día y el día en noche. En la vida encontramos muchos caminos oscuros pero no queremos aceptarlos, nos da miedo. Por eso inventamos la luz artificial para alargar el día físico y de esa forma creemos que eliminamos las noches y en realidad lo que hacemos es ponerles luz, no quitarlas. No nos damos cuenta de que es la misma noche iluminada… pero noche al fin.
Así, en los momentos duros y oscuros de la vida nos llenamos de evasiones y distracciones que llamamos luz, no queremos aceptar las tristezas-noches, los sacrificios-noches, las soledades-noches. ¡Cuánto nos cuesta vivir el sufrimiento y el sacrificio cuando nos llegan! Por no aceptarlos sufrimos más, por eso no hundimos, fracasamos y nos perdemos en las noches iluminadas de la vida. En vez de vivir nuestras soledades, tristezas y fracasos, queremos “encandilarnos” con la luz de las evasiones y escapes.
El dolor físico hay que evitarlo con remedios y medicinas, pero el dolor espiritual que se llama sufrimiento hay que vivirlo, hay que pasar por él por qué después de la noche viene el día… después del sufrimiento viene el gozo tan deseado.
Si pierdes un ser querido, llora
Y cuando nace un niño, ¡Salta de contento!
Si alguien se va de tu lado, despídelo
Y si regresa, recíbelo con alegría.
Cuando llueva, mójate
Cuando el día brilla, quémate.
El sol es vencido por la noche
Y ella misma da paso al nuevo día.
Si la paz huye de tu alma, espera… ya vendrá.
Asi de simple.
¿Para que luz si es de noche?
Ricardo Búlmez
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