-- ¡Hola pequeño Luis! como estas, deseo que no muy bien, me presento nuevamente (inclinándose suavemente) Soy yo, ¿me recuerdas? Tu amigo Él XX.
XX auto llamado así, nunca llega a dar su verdadero nombre, nunca lo ha tenido ni lo tendrá, cada uno puede llamarlo como desee: maldad, accidente, Lucifer, diablo, miedo, stress, paradigmas, dolor, programación, pornografía, cansancio, todo aquello que afecte la tranquilidad mental y espiritual de los hombres en la tierra.
Es alto, vestido de muchos colores oscuros y opacos pero ninguno a su vez, como un negro que en las sombras se torna en perfecta armonía de tal manera que es imperceptible y en la claridad, también. Su traje elegante largo de piel cubre hasta sus pies, aunque por su manera de trasladarse pareciese que flotara o rodara entre los vivos que va maltratando a su andar.
Cabello azabache muy bien afeitado, rasurado a tal perfección que sus mejillas piden ser acariciadas. Un perfume algo desconcertante, como dulce y amargo, como café mañanero perfecto en su olor pero de sabor nauseabundo. Como diría un adolescente, una cosa extraña pero encantadora.
-- Luis: ¡gusto en verte señor XX!, creo.
--Pedro con un tono seco y con disgusto también responde al saludo de XX.
Como salido de una película de ángeles Pedro, un hombre moreno de mediana estatura cabellos uniformemente canosos, camisa y pantalón blanco resplandeciente y agradable a la vista. Irradia hermandad y tranquilidad pero con disciplina y responsabilidad. Voz suave y confortable.
-- Un momento, un momento, ya va. -Exaltadamente interrumpe Luis.- Ya va, un momento que son ustedes. Este viene por el pasillo tocando y señalando a todo mundo y va causando locuras y usted aparece de pronto a un lado y hasta huele rico. Qué rayos son, que hacen aquí la gente me mira como loco, un momento ¿ellos no los pueden ver a ustedes? Dios ahora si estoy medio loco, creo fue por acostarme tarde anoche y todo la semana por andar estudiando horas antes del examen, eso es seguro tengo mucho cansancio, estoy desvariando.
Agarro su morral y salió rápidamente del liceo sin despedirse de nadie, en una acto de zafarse de esos dos o por lo menos para ir a casa a descansar para ver si le vuelve la cordura.
Ya acostado en cama.
-- Que porquería de casa tienes, tu papa tanto que trabaja y nunca tiene dinero para por lo menos vivir en una urbanización decente, con un vehículo decente y vestidos decentes, dice XX revisando el guarda ropas de Luis. Estos zapatos están súper usados.
De verdad que si, piensa Luis para sus adentros ya dando por sentado que este personaje solo es de su imaginación y producto de su stress estudiantil; qué bueno que este aquí, por lo menos tengo alguien o algo con quien hablar.
-- Sabes bien que tus padres se esfuerzan para tener lo necesario, han estudiado mucho, han escuchado mucho a sus amigos y sus profesores, su ambiente los ha moldeado, el televisor y la radio los ha programado. Por si fuera poco; termina diciendo Pedro: todos esos libros que tu papa se ha metido solo hablan de terror, maldad, intriga… ellos hacen lo necesario para salirse del sistema que los envuelve, pero es un sistema esclavizante y buscar salirse no es fácil.
Escritra: Jhoy Paez.