Sueños Húmedos De Un Maldito Freak -- Cap 00010 SUPeRNOVAS -- Bookchain

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Ahora todo el tiempo que existe cabe en ese cronómetro digital. Después de todo, el tiempo es una convención, y ahora solo tengo que estar de acuerdo conmigo mismo.

Me he de crear una poética a partir del rock, de las entrañas de la fuerza jedi y de todos esos corazones con bulbos, tuberías, microprocesadores y engranes que, abrigados por el polvo, yacen en los hangares de las antiguas ciudades, esperando, como sus creadores, el supremo fuego de Prometeo robado a los dioses: volar.

Entre las luces de ozono que, por más que lo intentan no logran iluminar nada, encuéntrome tomando ya toda la glicerina vegetal modificada que puedo; en cuanto el panel marque cero veremos si esto fue un error. Sodio, alcohol, materiales de los cuales no sé por qué sigo recordando su nombre. Tengo las entrañas llenas de materiales que han salido de tubos de ensayo, bolsas de alto vacío y aceleradores moleculares. Oigo al planeta suspirar, y no lo hace por mi partida.

Y… ¿por qué lo hace? Estoy seguro de que me lo preguntaron hasta el cansancio -el propio, claro está-, y aún me lo siguen preguntado, creo que puedo escucharlos. No estoy en condiciones de buscar otra utilidad aquí. Les digo, los años no perdonan, a mí menos. A mí menos…

Moriré, ciertamente, pero quién sabe dónde; congelado en esta cápsula por un descuido del técnico de criogenia, en un agujero negro a seis mil años luz de la tierra, a manos de los seres inteligentes que supuestamente voy a encontrar…las posibilidades son minusculitas; sí, es más posible perderse en la deriva espacial que caer con exactitud en el punto programado; sí, moriré, tal vez calcinado por la tormenta de un gigante rojo, marchitado por el golpe de un cometa...o tal vez todas las estrellas se apaguen y el universo termine agotándose, y yo sigua en mi limbo, congelado premeditadamente. Tal vez sea yo el único ser que no muera.

Realmente me causa gracia que se me exponga la muerte como único conflicto para no tomar este viaje. ¿Acaso no viviré más congelado aquí que respirando las membranas agonizantes de la atmósfera? No tengo miedo a morir, mi problema es tal vez que fui una persona que nació para ser joven, no tolero estar componiendo circuitos neurales para
tener qué escribir; no encuentro mayor romance en los héroes del noticiero. Duele ver aquellos objetos cotidianos venderse como reliquias.

Oh…pero si es que yo antes adoraba las reliquias, me enamoré de ellas, encontraba más bello el quemado plástico emulando latón que todos los metales galvanizados; y el galvanizado, aquel gran aliado de los anticuarios, detestable proceso que le roba a los metales la ilusión de oxidarse, volver a ser rojos y perderse día a día con el aire. De todos los zafiros, no hay uno que tenga el azul de las botellas gigantes que, al parecer, entre más viejas, más azules. Eran ahora los vidrios que ya no destellan; presumen sin rostro ser como el aire. Esta es la era del absurdo; si a los metales el siglo le ha robado su destino y a los cristales su reflejo, ¿qué se supone que me ha quitado a mí?

Estoy en tiempo de abortar. Seguro muchos me aplaudirán, otros reirán el gasto innecesario que se ha hecho. Seguramente ninguno sufrirá la tragedia de no encontrar nada en mi nave quemada. Todos volverán al mundo gastado, al mundo en el que todo se oxida, menos los metales. Todos volverán, incluso yo, y todos se oxidarán…

Iré a Mensa, o a Alfa, qué importa; iré lejos, a buscar algún planeta donde pueda sorprenderme del rocío en la hojas de una palma, pero no como una rama que ha sido cortada, triturada, pulverizada, blanqueada, expuesta y manchada con las ideas de alguien que murió sin ser realmente leído, y luego mojada y vuelta a secar hasta el cansancio, rodeada de cientos de pares que han sufrido el mismo destino.

Recuerdo que nunca tuve realmente un destino mejor a este.

Es mejor pasar la eternidad con los ojos abiertos.

La glicerina ha hecho efecto. No estoy muerto ni completamente congelado; no supuse que me mantuviera consciente a estas alturas del viaje…lo más seguro es que mis neuronas estén trabajando muy lentamente, estos que resultan breves segundos para mí pueden ser eternos.

Ya es tarde para arrepentirse. Si aquello en la roca árida que he abandonado ha muerto, posiblemente ocurrió mucho tiempo atrás…mi esfuerzo por permanecer con los ojos abiertos fue en vano, los cristales de nitrógeno han nublado mi visión, si mi última ilusión fuera ver el cosmos salvaje, ya puedo darme por quimera. Quise salir a estar rodeado por nebulosas y estrellas, estar rodeado de cosas más viejas que yo, sentirme de nuevo como cuando joven y enamorarme de las reliquias. Por lo menos ahora sé que estoy rodeado de ellas, pero cómo ha sido el destino capaz de maldecirme con la terrible tragedia de meditar eternamente mientras completo tan lentamente estos pensamientos. Ya cada una de las cosas que odiaba son ahora reliquias.

Nada ha sido en vano. El frío escapa en forma de vapor de mi cápsula; no puedo evitar respirar, el placer más mundano y olvidado que existe. Algo cruje en mi espalda; estoy seguro de que no quiere matarme, pues apretaría su mano si así fuera. Pasé tanto pensando en la muerte que parece que la agradezco. Pese a todo tengo la certeza de estar enfocando un par de supernovas. O tal vez sea la mirada del gigante que me sostiene en su mano.