Hay quienes dicen que una palabra mal dicha, un desprecio, la ignorancia duelen más que un golpe o cualquier maltrato físico, lo que es completamente cierto. Nuestras palabras tienen poder para construir, para destruir, para bendecir y maldecir. Una palabra hiriente puede dañar profundamente un corazón causándole heridas y cicatrices difíciles de sanar.
Cuando actuamos de manera irracional lastimando a nuestros semejantes con palabras dolorosas causamos que la fortaleza emocional de los mismos quede totalmente destruida y provocamos un estado de vulnerabilidad trayendo consecuencias nefastas para los que no son capaces de enfrentar este tipo de maltrato con madurez y dar un alto al mismo.
Nuestras palabras dejan marcas en el alma
Es por esta razón que a la lengua aunque la tenganos como un pequeño músculo puede provocar grandes daños, catástrofes emocionales y psicológicas si la usamos para maldecir, para maltratar a los demás como dice la Biblia de la abundancia del corazón habla la boca, si en nuestro corazón hay odio, rencor, resentimiento es lo que reflejará nuestra forma de hablar, sin embargo; si en ese tesoro llamado corazón abundan el amor, la gratitud, el respeto, nuestros dichos lo reflejarán.
Buen post, me encanto mucho. Saludos @eliaxis
Que bueno que le haya gustado amigo. Saludos @edward2000
Un post con una excelente reflexión, me gustó mucho. Saludos @eliaxis
Gracias amiga @nicolerush
Saludos eliaxis. La palabra tiene poder, sin lugar a duda, tanto para hacer el bien como el mal. Sin embargo, pienso, que las palabras hirientes que se digan en contra nuestra, tendrán mayor poder en la medida de lo importante que consideremos en nuestras vidas a esa persona que las dice. Si poco nos importa, poca mella harán sus palabras. Un abrazo y mi invitación a pasar por mi blog.
Si, tienes mucha razón amigo @verseador. Saludos.