No sé cuánto tiene de autobiográfico, en verdad. Cuando empecé, ayer (que era el 24 de julio, cuando escribía esto en el metro) a notar lo cercano de la analogía, asumí a priori que alguno de los creadores de Rick y Morty (tenía entendido que eran dos, pero ahora buscando la imagen parece que Dan Harmon es el principal resposable) también tuvo un vínculo muy estrecho con un abuelo-portal-a-extramuros-imaginarios y alcohólico -y con el cuero pelado en la zona sagrada que se tapan algunas religiones monoteístas, rodeado de pelo gris casi abundante y en desorden.
Asumí que a partir de traumas o afectos o mitos familiares parecidos, él o ellos, desarrollaron una narración totalmente emancipada de la dimensión testimonial y verificable, que por esa vía resulta (tachado), digamos, después de varias tachaduras, más digna, más divertida, y capaz -pisando la chola del juicio negativo o el agravio comparativo-, quizá, finalmente, más honesta.
Yo cuando quise contar la historia de mi abuelo alcohólico, intenté fundamentalmente decir la verdad. Que en las recurrencias obsesivas del azar, parece a veces ficción, o un cliché de la ficción.
Y también, por instantes, ciencia ficción: desde que escribe su nota de suicidio en una ficha de una máquina perforadora IBM (computadora arcaica, donde los unos son perforaciones y los ceros, el recuadro sin perforar), y las pocas veces que he percibido manifestaciones suyas identificables, de esas a lo muerto milagroso gocho, ha sido siempre en máquinas:
- en la pantalla del teléfono que me prestan cuando me volteo manejando el que había sido su volks wagen escarabajo amarillo
- en la que imprimió el carnet del periódico histórico de la oligarquía y el genocidio argentino donde quise trabajar, y de donde él borró su nombre
- en Google, cuando hace catorce años se me ocurrió googlearme, y apareció él, y la noticia de un árbol genealógico que se remonta hasta el siglo XV, en lo que hoy es Bélgica -la historia alrededor de la que se arma todo mi primer blog.
No tenía más razón para contarlo que haberlo pensado, pero ahora mismo buscando la foto, veo que Harmon justo ayer se vió envuelto en un escándalo, por haber filmado hace ocho años un corto que hace apología al abuso sexual infantil. Y me da entre risa y dentera pensar cómo se leería a la luz de eso, la duda inicial: No sé cuánto tiene de autobiográfico, en verdad.