Recuerdo que, en una actividad en el colegio, nos pidieron que buscáramos uno o más colores que nos identificaran. Casi todo el mundo escogió colores alegres y vibrantes, como el azul, le naranja, el rojo o el amarillo. Recuerdo a la perfección una chica que escogió el gris, y no tardaron en preguntarle la razón del porqué un color tan triste, relacionado con la desgracia y las tormentas.
“Es un color que no a todo el mundo le agrada y con un atractivo cuestionable, pero tiene su encanto propio, para los que saben apreciarlo de la manera correcta” habló sin dudarlo ni un segundo, como si las palabras hubieran estado ensayadas. “No es alegre, pero si lo mezclan con otros colores, se sorprenderían del resultado” Toda la clase quedó en completo silencio, mientras mi profesora observaba a la chica con incredulidad.
El punto es que los colores, al igual que las personas, no son exactamente lo que puedes ver. No son invariables, ni exactos, ni perfectos. Detrás del verde más puro, hay una exhaustiva mezcla de azules, amarillos, blancos y una cantidad de colores inimaginables. No encontrarás un color exacto, que no haya pasado por alguna transformación, cambio o metamorfosis. Y más que nada, no encontrarás ningún color perfecto.
¿Por qué? Es una respuesta muy sencilla, nada es perfecto en este mundo. Y haré un uso de aquel viejo, y muy conocido refrán “Las apariencias engañan” Todos los colores, incluso el rojo más perfecto o el negro más mate, tienen un detalle, una mancha o una gota que los hace imperfectos, y de esta manera, los hace diferentes. Incluso el azul más brillante, nació de salpicaduras, gotas, mezclas e imaginación.
Aunque yo pienso, y sé que muchos opinaran como yo, que las mezclas de colores son las mejores. Aquellas mezclas que no tienen una proporción, en la que no sabes dónde empieza un color y donde termina el otro. Esas mezclas en las que puedes distinguir todo, y nada al mismo tiempo. Un ejemplo es cuando varias bombas de humo se abren, de forma que todos los colores se mezclan y se comunican entre ellos. Es la mezcla más pura y a la vez la más imperfecta.
Las personas somos iguales; la mezcla de personalidades, gustos, amistades, opiniones y muchas cosas más; nos hacen mucho mejores y más hermosos de lo que ya somos. Las personas somos como bombas de humo, cargadas se sentimientos, pensamientos y emociones representadas en miles y miles de colores diferentes que, al mezclarse, crean la más magnífica creación.
Porque, al fin y al cabo, no todo es blanco y negro, ¿O sí?