La primera vez que te vi, estabas sentado a un par de filas de mí. Tus ojos no se posaron ni un segundo sobre mí aquél día, como mucho para descartarme de tu grupo de amistad. Pero en ese momento me daba igual que me ignoraras, aunque no puedo negar que habías llamado mi atención. Vamos, ¿A quién no le llamaría la atención alguien como tú?
Hablamos unas pocas veces, disculpas por una pisada ocasional y pedir por bolígrafos extraviados, nada serio. Pero cuando entablamos nuestra primera conversación, supe que estaba perdidamente enamorada de ti. Lo supe con un sencillo intercambio de palabras, en el cual habíamos perdido la noción del tiempo.
Pero tú nunca te diste cuenta, a pesar de que todas las personas de nuestro alrededor lo notaban. Aunque yo siempre daba respuestas negativas, casi toda nuestra clase estaba enterada de que me atraías a una escala inimaginable. No hablamos durante bastante tiempo, pero te hiciste muy cercano con mi mejor amiga que tenía una personalidad bastante peculiar, lo que nos daba un tema de conversación ocasional.
Hacíamos muchas cosas juntos, pero mi amiga siempre tenía que estar ahí. Porque a ti no te interesaba hablar conmigo, y yo nunca encontraba una forma de llamar tu atención. Rápidamente todo el mundo se dio cuenta, incluyéndome, que te morías por mi amiga. A pesar de que lo negarás constantemente, se veía en tus ojos. Pero ella se enamoró de mi primo, por lo que siempre me buscabas para que te contara sobre él y las cosas que ocurrían entre ellos. Así nos hicimos cercanos.
Pero recuperaste una antigua amistad, y nos olvidaste casi por completo. Todo era ella, ella, ella. Hasta que tuviste una increíble pelea con mi mejor amiga, todo por un capricho suyo. En ese momento, perdí todo afecto por ella. Se insultaron y ella habló basuras de ti con cada persona que se encontraba. Tú me contaste las cosas tal y como ocurrieron, y ahí nos hicimos más cercanos.
Cuando las cosas no podían mejorar, me fui del país. Empezaba a pensar que, en algún futuro remoto, podría tener una oportunidad contigo. Pero todo se fue al caño en el momento en el que subí a ese avión. Ahora no hablamos, y estoy segura de que me olvidaste.
Pero déjame decirte, que yo nunca te olvidaré.