Yo viví eso de perder a mi abuela hace como 8 o 9 años aproximadamente, murió de cáncer, pero desde que le diagnosticaron el tumor hasta lo último no perdió nunca la fuerza y la valentía para enfrentarse a ese problema que le causo muchas tristezas, pero nunca se dejaba vencer.
Y también estaba dispuesta siempre a dar un buen consejo al que lo necesitara, y compartimos mucho con ella toda la vida, y en general ella siempre fue una persona muy alegre. En su última época se convirtió a la religión evangélica, y ese fue un apoyo importante hasta sus últimos días. Me dolió mucho en el momento que se fue, pero cuando la recuerdo lo hago con alegría y satisfacción, quizás se cuele un poquito la nostalgia, pero de manera sana, porque pude aprovechar todos los momentos de estar juntos y compartir siempre con ella, no tengo nada de que quejarme ni nada que me haya faltado por hacer con ella, y siempre la valoré mientras estuvo con nosotros.
Solo la lloré el día que nos dieron la noticia, el día del velorio y el día del entierro, después de eso no tuve que llorarla más hasta entonces, porque más bien le doy gracias a Dios por haberme permitido compartir con ella en todos estos años, y estoy satisfecho con eso. A mi abuela solo la puedo recordar con una sonrisa y mucha satisfacción.