Maia es una de mis dos compañeras perrunas, llego a casa hace ya 7 años,llego a casa en principio para una finca que estaba desarrollando en ese momento con unos amigos pero esa historia se las cuento luego, en fin llego del tamaño de la palma de mi mano y así de pequeñita no me parecía lógico dejarla en un lugar con tantos peligros, animales de todo tipo chiquitos y grandes, imaginaba yo, desde pulgas e insectos hasta tigrillos de la montaña podían comerse a mi pequeña marrón.
Otra vez un cachorro en casa, había olvidado lo que eso significaba, tuve que pasar un mes entero durmiendo en la sala para poderla atender las dos veces de noche que se despertaba llorando para que le dieran su comida, es realmente parecido a los bebes humanos, exceptuando el hecho de que no tienen pañales y que si te descuidas y se escapan del espacio designado, puedes conseguir toda la sala llena de sopa de espinaca jejejejeje.
Recuerdo a Adriana toda llena de excremento canino color espinaca y con olor a rayos, la pequeña Maia había conseguido arrimar la pedalera de la guitarra que le había colocado de puerta y estaba encima de Adriana y su excremento, dios, quería matarla y quería morir....
Las aventuras con Maia comenzaban a ponerse intensas, pensaba en el error de tenerla en mi pequeño apartamento, pero que va! La felicidad de encontrar a esa marroncita en casa cada vez que llegaba del trabajo era suficiente pago por todos los dolores de cabeza que me causaba.
Que linda compañía la de un perro, que animal tan inocente y noble, no hay actitud, maltrato o tono que los haga detenerse en esa entrega de amor por segundo.
Cuestión, Maia se comía la basura (aun lo hace), se hacia pipí, me despertaba en la noche, pero también me besaba y me hacia sentir el ser mas especial cuando llegaba a casa, otra de las cosas que mas amaba al principio era la necesidad de estar al aire libre, de sacarte del encierro y obligarte a salir a ver el cielo azul.
La primera vez de Maia en la playa, fue toda una experiencia, mi otro perro Jim ( el esposo de Maia) era un total enemigo del agua , no había forma de meterlo, lo que hacia era ponerse en la orilla y ladrar como un tonto, a menos que, le tiraras un buen palo río adentro, eso si que lo motivaba, el palo pero en cuanto lo agarraba salia corriendo a la orilla, pero Maia no, esa perrita se metía y nadaba, daba vueltas, por todo el río y en el mar, en el mar se metía y buscaba hasta el fondo , nadaba con las patas y su colita que nunca le corte.
Los perros usan su cola para tener equilibrio, no es que lo sepa por algún información que tenga, mas, los he observado a ambos y me doy cuenta cuando la levantan como una antena y cuando están en el agua también los ayuda a remar.
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