Desde el momento que empezamos a planificar nuestra partida hay un núcleo de emociones de felicidad y la sensación de que vas a dejar varios aspectos de tu vida cuando te montes en el avión.
Esas emociones se deben demostrar, cuando partimos y nuestra familia y amigos se quedan en nuestra tierra lo ideal es aprovechar el tiempo de compartir con ellos, demostrarles el afecto que les tenemos, ya que no sabemos cuánto tiempo va a pasar para volver a reencontrarte con ellos. En este periodo de preparación debe ponderar el compartir, los recuerdos jamás se quedan caben y no ocupan espacio en nuestro equipaje. Disfruta de la cercanía.
Las emociones se exacerban cuando estamos en el aeropuerto, ha llegado el momento de abrazar, llorar, besar y decir hasta luego… Es importante sentir y dejar sentir a los demás. Este momento es una “licuadora” de emociones. Sentimos alegría y expectativas por el nuevo destino y dolor, luto y tristeza por todo aquello que amamos y dejamos. A veces sentimos que fuimos egoístas, pero la verdad es que el ser humano busca calidad de vida y si pensamos que migramos por nosotros y para ayudar a los nuestros la idea del egoísmo se desvanece.
Permitámonos sentir… El único sentimiento que tenemos que sacudir es la depresión, es normal la sensación de tristeza, pero los retos hay que convertirlos en oportunidades. Y sobre todo adaptarse al nuevo sitio que nos cobija, es nuestra nueva oportunidad. Así que al bajarse del avión hay que tener la mente abierta al conocer la nueva cultura, al aprender y al empezar de cero con nuestras herramientas.
Emigrar es sentir, experimentar y aprender. Y en Voy a Emigrar te ponemos a disposición toda la información para que te ilustres y aprendas con nosotros el proceso de migración.