Recientemente volví a la universidad. Cada vez falta menos para mi soñada graduación que, debido a lo rápido que sube la inflación en estos últimos meses, veo cada vez más difícil de hacer realidad. Pero bueno, no he perdido todavía la esperanza, no me quiero dar por vencida todavía que aún tengo energías y amigos con quienes compartir.
Esta nueva “rutina” de clases a la que he vuelto este semestre en particular es, en muchos sentidos, distinta a la vuelta que solía tener cada inicio de semestre hasta ahora. Demasiadas cosas han cambiado en muy poco tiempo. En primer lugar: ahora no estoy viendo la parte básica de mi carrera, acabo de entrar en las menciones y es sencillamente fascinante.
La mención que escogí en primer lugar no es una que en un principio me llamara demasiada la atención particularmente. Son 4 menciones en total, sólo me interesaba realmente una, y de las demás, escogí la que mejor se adaptara a mis necesidades laborales y la que me pareciera ligeramente más agradable. Básicamente, entré con bajas expectativas pero dispuesta a darlo todo como siempre, sin ganas de hacer que este fuera mi primer semestre con alguna materia aplazada.
Pero me he encontrado con algo totalmente fascinante, nuevo y bonito estos primeros días: los profesores en general (salvo una excepción) son excelentes dando su materia, las materias son realmente más encantadoras de lo que yo me esperaba, y aunque me encontré con muchas personas nuevas que son de semestre superiores y que nunca antes había visto, me resultan bastante graciosos y agradables que hacen, junto con los profesores, las clases mucho más amenas, divertidas e interesantes. Este plus realmente me agarró fuera de base este semestre.
En segundo lugar: tengo una relación relativamente nueva con un chico tan maravilloso que, realmente, aún no puedo creer el bienestar que me transmite. Pero el asunto no es tanto mi relación en sí, en la cual hoy apenas estoy cumpliendo unos 4 meses ya (y lo celebramos con una exposición jejeje) sino lo nuevo que me resulta andar por los pasillos y jardines de su mano, sentir su risa en las clases y, lo más gracioso: ver las caras de sorpresa de la gente que no sabían que estábamos juntos.
Al principio tenía algo de nervios sobre lo que la gente diría al respecto de esto cuando se enteraran, pero mi novio me dio la seguridad de que lo único que debe importarnos es nuestra felicidad estando juntos, y llegué así a mis clases, encontrándome con que las personas han recibido la noticia de forma positiva, y me han dicho lo mismo que él en su momento: “si eres feliz, sigue así y que no te importe lo que los demás piensen”. Realmente, escuchar todas esas palabras de aliento de varias personas me han hecho crecer de cierta manera en los últimos meses porque me hicieron sentir que me he vuelto poco a poco más segura de mí misma y mis decisiones.
Y, por último, la falta que me hacen varias amistades que tenía más atrás. Como mis amigos y yo acabamos de entrar en mención, cada quién escogió la que deseaba y la que mejor se adaptara a cada uno. Esto, en más de un sentido, es totalmente positivo. No dejamos que nuestros lazos influyeran en nuestra decisión sobre qué mención escoger, ya que nuestros gustos y sueños (en este caso) son mucho más importantes. Pero aún así, da cierta nostalgia saber que hay varias personas a las que te acostumbraste a ver todos los días en clases, a reír con ellos en las horas libres que compartían, escuchar chismes, hacer trabajos juntos, quejarse de los trabajos, etc… Y que ahora, si tienes suerte, te consigues por los pasillos camino a clases, o qué por suerte, tienen la hora del almuerzo libre como tú y puedes aprovechar de compartir a su lado. Yo particularmente me la he pasado solita, con mi novio, o con un libro; ya que mis horas libres casi no coinciden con la de mis amigos.
Por otro lado, están todos aquellos amigos que se fueron del país o dejaron de estudiar… Realmente ellos son los que mas me duelen, y su número aumenta cada semestre. Si veo una foto de mi primer semestre con un grupo de personas y una foto de quienes están ahora, la diferencia entre el número que había entonces y ahora es tan significativa que sencillamente me dan ganas de llorar y salir corriendo a cada país a darles un abrazo a cada una de esas personas que ya no están, escribirles para ver como les está yendo, y sonreír cada vez que los veo en una foto en la que se evidencia que, de una forma u otra, están encontrando su propia felicidad en su nuevo hogar y cumpliendo metas que aquí es imposible lograr.
Este semestre apenas está iniciando y me está sorprendiendo muchísimo, mas de lo que llegué a imaginar que me sorprendería entrar en mención. Es una extraña sensación agridulce que creo que muchos hemos sentido. Pero creo que al final de todo es más dulce que agria si tomamos en cuenta de que todo lo que ocurre pasa por algo y que al final, todos estamos buscando el mismo objetivo: cumplir nuestros sueños. Pero eso sí, nada me ha sorprendido más que despertar a las 4 am cada día junto con mi hermana para arreglarnos bien para las clases y poder ver cada día el amanecer… Quedarme esperando a mis padres a la salida de la universidad y observar el atardecer… Yo siento que son cosas que vale la pena ver y disfrutar de vez en cuando, así como la vida misma.