Caracas. Era domingo, aproximadamente las 3:00 p.m. Estaba caminando en busca de unas Galerías ubicada en la Avenida México, estaba con dos personas más. Se pararon en frente de un recinto que parecía abandonado, pero colgaban unas letras que decían: Galería de Arte Nacional. Permanecieron así unos 10 minutos, quizás contemplando la fachada del lugar o las posibilidades de no perder de ninguna de sus pertinencias.
El cielo se cubría cada vez más de un azul brillante, contenía todo el color que faltaba en la gente que sin parar caminaba las calles y maldecía todo lo que veían.
Eran las 3:15 p.m y se escuchaban los pasos de los tres jóvenes; decididos pasaban el pasillo que los conduciría a las puertas del arte. Con asombro observaban cada cuadro, escultura y persona que se cruzaban. Sus pasos se comparaban a los de un bebé, eran cortos y livianos, pero de vez en cuando sacudían el piso con estruendo. Los vigilantes asechaban como quien encuentra a un ladrón, era evidente la rareza de encontrar personas en la Galería.
Ella, una de los jóvenes, tenía medias grises y botas, pero al mismo tiempo una trenza en su cabello que marcaba una sonrisa, de esas que se forman al encontrar un lugar donde no hay política. Hacía constantemente un ruido muy particular, era apenas audible, pero su expresión gritaba aquellos suspiros.
3:50 p.m, ella dice "otra sala en "remodelamiento". Estas Galerías es el país" Los otros parecen confundidos, sobre todo el varón alto. Pero continuaron observando cada pintura, unas más que otras; algunas simplemente la ignoraban. Intentaban tocar aquellas que poseen textura para rozar con sus dedos la calidez de los sentimientos que la elaboraban, pero no estaba bien y seguían siendo vigilados, cada vez con menos distancia.
Parecían divertirse, hasta retumbaba un poco las carcajadas de una de ellas. Cada vez veían con más claridad el esplendor del lugar y de todo lo que se encerraba allí, como la mirada de aquel vigilante. Deciden de una vez huir de la sala, pero seguían atraídos a la belleza de su construcción por lo que se sentaron en unos bancos, frente de una escultura de un planeta. Era curioso y ellos lo notaban.
El cielo ha perdido un poquito su brillo, son las 4:30 p.m y la brisa empieza a sentirse, al igual que el miedo de dejar la paz que después de muchos años habían conseguido. O eso creían.
Por fin se atrevió a preguntar el joven, "¿qué querías decir con las Galerías es el país?". De casualidad se llena el mundo y justo en esa fracción de segundo entraron dos muchachos más: vestían short y franelas, sus cuerpos estaban cubiertos de tatuajes y sus miradas recorrían a los pocos visitantes, pero estaban frenados en frente del planeta, justo en el medio de los tres jovenes: dos de ellos sentados y uno del otro lado, fotografiando los pequeños dibujos que cubrían la superficie del planeta. Era muy tarde para disimular o guardar celulares. Ella solo sonrió.
Una sonrisa que de pronto ilumino los ojos, que pagó las llamas que alguien cultivaba y ocultó las intenciones de ese extraño muchacho, esas medias grises cubrían el temblor de sus rodillas, un minuto y su cabeza no paraba de girar, su mirada iba de sus tatuajes a los del mundo. "Que bello es" dice una voz cercana e irreconocible.
Dicen que la ropa de color negro da calor, era la primera vez que sentía la falta de aire, como si su ropa se la arrebatara y eso que el cielo cada vez soplaba más fuerte. Se encogió de hombros y no miró, él volvió a hablar "Somos más grandes que el mundo, por eso nos aplastamos entre nosotros y no hay desastres naturales". Cada palabra golpeaba. La sonrisa de ella se empañó, como sus ganas de continuar ahí. Solo habían pasado 5 minutos y tenía la sensación de haber perdido toda su vida.
Antes de irse quiso hacer una foto del búho de su brazo, pero terminó haciendo la foto de un brazo que estaba en el planeta. Quiso hacer lo mismo con el dragón que envolvía su pierna derecha, pero la hizo de algo parecido que consiguió en la superficie. Él no es su mundo, pero ya que era uno, envuelto y oculto por culpa de los demás. Finalizó con una foto del panorama, la observaba, se veía una parte de Caracas, había un muro y luego estaba ella.
5:10 p.m. La Galería de Arte Nacional es el país, es bonita, cálida, llena de diversidad, de vida y de arte, como aquel muchacho que hizo de sí mismo un lienzo, pero hay un muro. Uno construido por nosotros mismos, que nos separa, que nos aleja y no es aquel que separa con el resto del mundo, es el que cada uno ha levantado con miedo. Ojalá ese muro y aquel que es visible y tangible desaparezcan, para que de una vez dejemos de confundir lo que es la libertad.
Les dejo algunas fotos:
Los "tatuajes"
Todas las fotografías son hechas por mí, en la Galería de Arte Nacional, Avenida México. Caracas.
-Velasco, Daniela
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Gran recorrido por el museo, la manera en cómo lo narras, atrapa al lector; además, las fotografías son muy buenas, buen trabajo @unatalnani, un abrazo :D
Es precioso el museo. Gracias amiga