"De vuelta a casa"

in #literatura6 years ago (edited)

Andando en la hora donde todo es cotidiano y un continuo querer llegar a casa: nosotros, yendo al zigzag de las sombras de los tejados que bañan el santo recinto, saludábamos al trópico, pateando el calor encandilante de la blanca beatitud de las aceras.

Podría decirse que aquel día conjuramos el presente del que estamos hechos al enteramos que la máxima transgresión en esta realidad elástica, es la vida: ¡Podíamos palparla hasta en las negras cruces del cementerio casi gritándonos: “Todo vive, todo está en movimiento!”

Y este viejo camposanto era uno viejo en particular, de un gris que se reflejaba en el cielo, de olor a terracota abandono, a unánime orfandad, a maleza masticada, a frío de húmeda tranquilidad monástica.

Orwell fue el primero en posarse sobre una de las tumbas encriptada como un grano en la arena del desierto. La tumba tenía forma de cajita de zapatos. Ni él ni Gustav, quien prosiguió a sentarse sobre la cajita de zapatos, tenían demasiados escrúpulos en estos menesteres. A mí nunca me gustó del todo el olor a terracota abandono, a unánime orfandad, a maleza masticada, ni a frío de húmeda tranquilidad monástica, ni podía dejar de pensar en cómo se vería el lugar por la noche, pero igual me había decidido a ir como siempre porque algo había que hacer al salir de clases mientras estaba listo el almuerzo.

De repente ahí estábamos un mediodía: tres semidioses sentados sobre tumbas, riendo con vasta seriedad, imberbes, viendo a los ojos al miedo, jugando quizá sin saberlo al juego que los mayores olvidaron jugar en el mundo. Ninguno de nosotros creyó posible beber de las aguas del misterio en ese entonces, escuchar aquel clamor, aquel tronido angelical como un coro de verbo de plata, como una sinfonía de luz danzante, ni sentir el batir de las alas del viento, ni ver estremecerse la tierra de esa forma sentados sobre la tumba de aquel querubín que iba sin duda, de vuelta a casa!

fgfgfg.png