El Perro Fiel (Novela sin terminar) Parte 6

in #literatura6 years ago

_ Tienes buena condición física, sabes aprovechar tu velocidad, y aun tienes la base que te enseñe años atrás, ese es el buen mosto, pero tu técnica se ha diluido al cambiar de estilo, tu base es de sable, y el resto es estoque, ese es el añejado incorrecto, tu postura es buena pero no cuando portas un sable, por lo mismo, te acostumbraste al estoque, esa es la mala temperatura, debo decir que ha jugado en tu favor porque esa combinación extraña es la responsable de que tus oponentes no entiendan como te mueves… - decía mientras caminaba alrededor de la agotada señorita dando golpeteos con el sable en su mano.

_ ¿Y por qué tu si? No me has visto en años, no has visto como lucho, como es que sabias todo lo que iba hacer, ni siquiera te moviste ante mi finta ¿Acaso lograste medir mi distancia en dos ataques? - pregunto tratando de asimilar todo lo que decía Nico.

_ Porque yo te conozco de toda la vida, mi pequeña Tina. - dijo bajando a su altura – Eres una chica astuta, persistente, terca, y con mucho corazón, eso es lo que vi en cada uno de tus ataques, y la experiencia me ha enseñado como esas cosas revelan las intenciones del oponente. -

_ Ya veo por qué la abuela quiso que me entrenaras, hablas como un viejo, pero te entiendo. - dijo entre algunas risas secándose el sudor – Y cuál es “el mal resguardo”, y “la falta de tiempo en el barril” - dijo subiendo el tono para enfatizar.

_ Bueno…- se levanta y ríe bajo – Esa es la buena noticia, significa que no estas perdida del todo, solo te falta volver a entrenar desde la base, dedicarle tiempo, paciencia, y podrás dominar bien el estilo de esgrima de tu familia, y si lo haces bien, se te revelara uno de los secretos de la casa Belladona. -

_ ¿Y cuál es ese "gran secreto familiar" que tú sabes? - dijo poniéndose de pie.

_ Si puedes ponerte de pie, entonces puedes seguir el resto de la hora entrenando. - decía mientras usaba su espada para acomodar la postura de Tina y colocándose a su lado para que le siguiera – Aprende la base, domina la técnica, construye una forma sólida, y luego… rompe todo eso, danza, y entonces el secreto te será develado. -

No hicieron falta más palabras, Tina entendería todo en ese momento, lamentablemente para ella, implicaba que el camino sería muy largo, pero al pensarlo un momento, si el camino es largo, significa que hay más paradas interesantes, más paisajes, más experiencias, y todas quería verlas de la mano de su viejo amigo Nico.

Pasada la hora de entrenamiento se retiraría a darse una ducha fría, su experiencia le decía que era lo mejor para mantener fuertes los músculos, pero aun con varios años de dedicarse a la esgrima deportiva no era posible compararlo a la esgrima de su familia, era como si viviese en una mentira y le dijeran la verdad junto con un par de bofetadas a su orgullo, aunque la buena noticia seria que al volver a la escuela seria aún mejor que antes. Su día apenas había empezado, aun le quedaba parte de la mañana, y toda la tarde, para dedicarle su atención al negocio del vino y el perfume, que a pesar de sonar muy deslumbrante tenía un lado un tanto más “sucio”, si se le puede decir de esa forma.

Se vestiría para el campo, botas, jeans, sudadera y una camisa para el campo, llevaría un sombrero de alas anchas como protección extra contra el radiante sol, ya que a pesar de tener una tés ligeramente acanelada por su herencia italiana su piel era un tanto delicada, una vez lista bajo a la entrada donde un viejo camión le esperaba junto a varios de los viticultores, tomarían el mismo camino de tierra que por años han recorrido, siempre polvoriento, siempre pedregoso, una muestra de que la tradición y el arte de cultivar las uvas para el vino se mantenía desde sus viejos caminos.

Llegados al viñedo seria recibida por el capataz, quien le daría un recorrido por el terreno explicándole cada aspecto del trabajo, todo funcionaba como un gran reloj, cada tarea era importante, y cada una tenía su maestría, no cualquier uva podía ser seleccionada y recolectada, solo las que tuvieran el color justo son tomadas, avía que tener un ojo entrenado y experimentado, una sola uva incorrecta podía dar un sabor distinto a todo un barril, lo siguiente seria el apisonado de las uvas para crear el mosto, Tina se sentiría algo decepcionada de verlos aplastar las uvas usando unas herramientas que parecían un colador en una vara, esperaba ver a los obreros dando divertidos saltos al pisar ellos mismo las uvas con sus pies descalzos, el capataz le explicaría que les quitaba algo de tiempo el tener grupos de pisadores de uvas limpiándose los pies entre turnos, pero con una sonrisa le contaría que a veces, la señora Dona les dejaba hacer un mosto especial hecho con sus propios pies, y el vino que resultaba era disfrutado por todos en la casa y en la villa durante celebraciones.

Del campo pasarían a los hangares, donde el mosto era llevado a grandes tambores para su fermentación, ahí le explicarían como los azucares de la uva se convertían en el alcohol, y de los tambores pasaban a los barriles para la maduración y añejamiento, ahí el vino debía esperar una larga temporada, lo importante que era un buen barril para el vino era algo casi poético, muchos de esos barriles tenían casi cien años, en ellos es donde se conservaba parte del característico sabor que tenía cada botella, como si la esencia del vino se mantuviera de cosecha en cosecha. Finalmente el vino debía ser filtrado y Tina pudo apreciar como el turbio mosto dejaba salir ese potente y rojizo líquido que desprendía un aroma dulce y fuerte, nunca tuvo oportunidad de probar el vino de su familia, apenas recién avía alcanzado la mayoría de edad, pero avía pasado años sintiendo ese olor cada verano, era como si lo hubiese saboreado toda su vida, pero aun no era el momento de probarlo, debía pasar por los catadores expertos, en esta parte la señorita no podía participar, solo verdaderos expertos con paladares entrenados podían hacer el trabajo, y para su sorpresa entre estos estaban su abuela y Nico. curiosamente Tina los espiaba, les veía hablar y comparar opiniones, observar el color, la consistencia, hablaban del “cuerpo” del vino, su abuela daba sorbos de cada muestra para el embotellado, pero Nico no, el solo movería el contenido de la copa en círculos a una distancia moderada de su nariz para catar el vino nada más con su olfato, y si se dignaba a probar uno todos se quedaban en silencio, como si Nico fuera quien tomaba la decisión final, le susurraría un par de cosas a la señora Dona al oído y daría un paso atrás para retirarse, la dama y los catadores se dirían las últimas palabras, la decisión estaba tomada.

La intriga invadiría a la joven, su abuela le había dicho que él era su más importante confidente, pero, aun así ¿Quién deja la decisión final de su negocio a la servidumbre? Se preguntó, mientras dejaba el hangar de vino con el capataz quien la regresaría a la tierra diciendo que a partir de mañana iría poco a poco pasando por cada proceso de la fabricación del vino empezando como recolectora, cosa que no le parecía una idea muy divertida, después de todo estaba de vacaciones, pero si quería tomar las riendas de la villa algún día debía hacerlo, finalmente el capataz le diría a la joven que el vino de su familia tenía un secreto muy importante para que fuera tan bueno ¿Más secretos? Se preguntó ella misma - Ahora resulta que también el capataz sabe los detalles privados de la tradición de mi familia - se dijo en su mente con ironía, pero el capataz le diría que el secreto no era más que la alegría, la alegría que le pone cada trabajador a su labor, eso es lo que se cultiva, lo que se mezcla, lo que se fermenta y queda impregnado en ese vino bautizado desde tiempos de antaño como la sangre del júbilo, tales palabras llenarían de inspiración a la joven, se despediría con una brazo prometiendo empezar a trabajar con toda la alegría posible, luego subiría aquel viejo camión de regreso a la casa, ya era hora del almuerzo.

Tina se daría una vuelta rápida por el baño para lavarse y estar presentable para su abuela en el almuerzo, pensó que para la tarde su última parada seria la destiladora de perfumes, aun podía recordar como cada año le llegaba de regalo en su cumpleaños una pequeña botella de agua de rosas y lavanda, su perfume favorito, de hecho, su abuela crearía ese perfume para ella cuando era una niña.

Ya lista encaminó sus pasos al comedor, pero mientras más se acercaba por el pasillo logro escuchar ligeros sonidos, esos sonidos se volvieron murmullos, y luego en susurros, finalmente llegando a la esquina sentiría un par de voces familiares, una era inconfundible, era Nico, y la otra era femenina, pero no era la voz de su abuela.

Siendo vencida por la curiosidad se asomaría con cuidado y notaria a Nico hablado con alguien, al asomarse más reconocería a una de las sirvientas, era una chica joven y bella, de cabellos largos, lizos, de un tono cobrizo ¿Cómo se llamaba? Se preguntó, Albertina sabía de memoria los nombres de los sirvientes más viejos, aquellos que la conocieron cuando era una niña, pero aún no se aprendía los nombres de los más jóvenes.

Aquella sirvienta paso a recortar su distancia del alto mayordomo pasando suavemente sus manos por su pecho para tomar su corbata y arreglársela con delicadeza, esa acción llenó de dudas la mente de Tina quien sentiría como poco a poco su pulso se aceleró sin entender bien el por qué, podía notar que Nico estaba muy relajado ante ella, como si fuese algo normal, nunca lo vio permitir que alguien se le acercara así, salvo a su abuela y ella. De pronto pudo escuchar con algo de claridad uno de los susurros de la chica, parecía estar invitando a Nico a su recamara, esta noche, y solo pudo ver como el joven hacia un gesto de duda, no complacida con la reacción del mayordomo la sirvienta halaría un poco la corbata de Nico para acercarse a su oído, vería como sus labios pintarían una sonrisa traviesa mientras le decía algo en voz baja, luego le daría un delicado beso en la mejilla y se marcharía por el pasillo al comedor, finalmente Nico se arreglaría el mismo la corbata, suspiraría, y luego se dibujaría en su rostro una ligera sonrisa que desaparecería de pronto para luego voltear a ver a la esquina donde Tina observaba discretamente. Nico observaría con detenimiento por unos segundos al pasillo vacío, arreglaría su chaleco y partiría al comedor con una mirada de sospecha, solo cuando los sonidos de los pasos de Nico dejaron de ser percibidos por Tina se atrevería a volver a respirar normalmente, por una fracción de segundo casi fue atrapada espiando, la descarga de adrenalina que sintió le nublaba la visión, observó con cuidado, y al ya no haber moros en la costa se permitiría seguir su camino, no sin antes respirar profundo y calmarse.

Nunca se había sentido así, una oleada de sentimientos la asfixiaba, su corazón latía fuerte y le apretaba ¿Acaso sentía celos? Tanto tiempo siendo la única chica consentida y mimada por Nico la hacían sentirse incrédula ante la idea de que él le prestara atención a otra que no fuera ella y su abuela, pero se negó a dejarse llevar por ese sentimiento, por su puesto, habían pasado ya 7 años, era tonto pensar que una niña y una anciana serian las únicas en su vida, y además, él era solo un sirviente, no, no podía ser tan vanidosa, él era su amigo, si él tenía algo con una sirvienta ella no tenía nada de que opinar ¿Pero por qué si sabía todo eso, esa presión no hacía más que crecer en su pecho?.

Sin darse cuenta ya estaba en el comedor, seguía con la mirada baja hasta que reacciono ante la invitación de un sirviente a sentarse, su abuela aun no llegaba, tampoco estaba Nico, solo un par de sirvientes en espera de la señora Dona para servir el almuerzo, era raro que ella llegara tarde a algo, pero el silencio del salón le hizo darse cuenta del sonido del reloj del comedor, ese viejo reloj ha estado en el mismo lugar desde que tenía memoria, su abuela lo mandaba a tener al tiempo y con cuerda siempre, y cada mes un relojero especializado venía a verlos, siempre pensó que la manía de su abuela por el tiempo era rara, pero tener tanta obsesión con esos viejos relojes era rara, de hecho, al recordar al relojero parecía ser un señor muy amable, vestía siempre elegante y pulcro, reflejaba en su aspecto el tipo de trabajo prolijo y ordenado que hacía, eso la hacía pensar desde muy joven que su abuela en realidad usaba esos viejos relojes como excusa para ver al relojero, ya que ella le acompañaba personalmente a cada reloj antiguo de la casa, solían hablar mientras él trabajaba, haciendo más amena su labor, luego hacia a Nico traerles Te y pie de limón, recordaba que era un postre que los dos adoraban, algo que tenían en común, luego su abuela le pedía que les dejara solos para charlar, era de los muy pocos momentos en los Nico, siendo el fiel mayordomo que era, dejaba a solas a su ama con alguien más. Tina siempre quiso saber de qué hablaban ¿Era del clima? ¿Sobre su pasión por el Pie de Limón? ¿Eran acaso viejos amigos? ¿O acaso la abuela gustaba del elegante relojero? Nunca pudo resolver esas incógnitas, porque cada vez que se escabullía para saber de qué hablaban, Nico la sorprendía, le decía que no era correcto espiar, luego tomaba con suavidad su mano y se iba a jugar con ella, aún era capaz de recordar lo grande que era su mano, como envolvía por completo la suya, se sentía fuerte y a la vez cálida.

De pronto, volvería en sí, sentía que había estado divagando en sus recuerdos por un largo rato, pero apenas habían transcurrido un par de minutos, casualmente notaria su reflejo en un fino cuchillo de platería, y se daría cuenta de que sus mejillas estaban algo ruborizadas, aquel recuerdo fue tan claro como si estuviera pasando en ese momento, tomo algo de aire para calmarse. Ya fijándose en la hora se dio cuenta de que ella había llegado solo un poco antes de la hora, y su abuela solo estaba retrasada por un par de minutos, pero como si fuera invocada por los pensamientos de su nieta, hizo acto de presencia la señora Dona, de inmediato todos los inmóviles sirvientes tomarían sus posiciones y servirían el almuerzo.

_ Perdona mi ligero retraso mi niña, pero quería traerte un par de sorpresas. - dijo haciendo una seña a un sirviente para que fuera a traer algo después de ayudarle a tomar asiendo.

_ N-no es nada abuela, yo la verdad llegue antes- dijo Tina aun buscando volver a la calma – ¿Qué sorpresa? - exclamó curiosa.

_ Bueno, ya tienes 19 años, suficiente edad para que puedas probar algo de vino en el almuerzo como toda una señorita. - afirmo sonriendo como siempre.

Justo en eso, Nico llegaba con un par de botellas, una era el famoso vino tinto color rojo fuerte que firmaba en su etiqueta como “Sangre del Jubilo” justo debajo del sello de la casa Belladona, el otro, un vino rosa, no tan famoso como el anterior, pero sí de igual calidad, “La Rosa Clara” un vino de sabor más suave.

_ Disfrútelo Señorita Albertina. - dijo Nico en su forma cortes de siempre, dejando las botellas en medio de la mesa a la disposición del sommelier.

_ Gracias Nico - dijo en un tono igual de cortes, pero apagado en comparación a como era siempre.

_ ¿Pasa algo mi niña? - pregunto su abuela expresando preocupación.

_ No es nada abuela, tal vez solo estoy algo cansada, el entrenamiento con Nico fue algo fuerte y el recorrido bajo el sol por el Viñedo no ayudo. - declaro con algo más de ánimo buscando disminuir la preocupación de su abuela.

_ Me disculpo señorita Tina supongo que le exigí más de lo que debía siendo su primera lección, mañana iremos paso a paso. - Dijo el alto mayordomo sintiéndose algo culpable.

_ ¡Tonterías! - exclamo la anciana con algo fuerza en sus palabras - No seas blando con ella, ya no es la niña pequeña que era, y pronto será la gran dama de esta casa, necesita sacar ese potencial, ya se acostumbrara al ritmo. - dijo expresando confianza y orgullo por su nieta.

_ Tienes razón abuela, no necesito que me sigas tratando como una niña. - dijo mirando de reojo a Nico, y dejando salir algo de su frustración de hace un rato.

_ Perdóneme nuevamente señorita Tina, no debí subestimarla - dijo bajando la cabeza avergonzado al percibir la molestia en la voz de la joven.

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Bebo señalar que todas mis imagenes son sacadas de ArtStation y no tienen derechos de autor.

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