El Perro Fiel (Novela sin terminar) Parte 9

in #literatura6 years ago (edited)

Me informa el autor que actualmente esta buscando terminar esta linda novela, como anteriormente dije, en la Parte 1, puede tener contenido sexual, pero espero sea de su agrado.

Los perfumistas se encontraban impactados, Nico solía expresarse de forma muy correcta y puntual sobre los perfumes, sentían que algo maravilloso había pasado frente a ellos, pero nunca se percataron, lo único que necesitaban entender era que tenían la aprobación de la confiable nariz del mayordomo, de inmediato los perfumistas embotellarían una muestra del aceite esencial para la señora Dona como era costumbre, solo que esta vez solicitaría una más de cortesía para su nieta, alegando que le sentaría mejor a la hermosa joven. Nico acompañaría a su ama y la señorita a su auto, ayudaría a la señora Dona a subir con servicial galantería, como de costumbre y justo cuando quería ayudar a Tina a subir esta lo detendría – No necesitas ser siempre tan cortes conmigo. - le dijo sonriendo – Podrían sospechar. -
susurró acortando la distancia entre ellos un poco, luego aceptaría la mano de Nico para entrar al auto, no sin antes susurrarle una última cosa, quería verlo en el mismo lugar de a noche a la misma hora, Nico solo asentiría con la cabeza ligeramente, le ayudaría a entrar y cerraría la puerta del auto para verlas irse y alcanzarlas después, pero en el último minuto antes de doblar a la arboleda pudo ver que Tina aun le seguía con la mirada y una cálida sonrisa, lo que desato una sonrisa ligeramente mas grande , atípica en él.

Pasadas las horas, el alba estaba empezando, en lo alto del cielo podía verse ese matiz de colores cálidos en degrades que daban paso a la entrada del manto nocturno con los primeros luceros, al mismo tiempo Tina se encontraba arreglándose para la cena, tomo un relajante baño primero para reducir el cansancio físico, mientras se hacía a la idea de que desde mañana sus días serian algo agotadores, empezando con las prácticas de esgrima con Nico, pero al mismo tiempo se sentía emocionada.

Tras su baño se tomó su tiempo para arreglar su cabello y secarlo muy bien, masajeó su cuerpo con cremas humectantes, y estrenaría un poco del perfume nuevo que le regalo su abuela, también con la intención de que agradara a Nico en su encuentro dentro de unos momentos.

Finalmente escogería un vestido azul, era fresco, cómodo, y sencillo, nada ostentoso, pero Tina no era de las que vestía sencilla sin tener algo que lucir, y al ajustar un par de cintas en su espalda la figura de la joven se dejaría ver, se daría un momento para verse al espejo y admirar como el vestido marcaba su figura, incluso practicaría una sonrisa, daría un par de vueltas haciendo que la falda del vestido se alzara un poco, y no pudo evitar soltar una risilla con algo de malicia, la joven sabía bien lo que tenía a su favor, pero con un suspiro volvería a una actitud más humilde, después de todo no se arreglaba para presumir, si no para disculparse.

La hora era la justa, el sol estaba en su punto exacto en el que compartía el firmamento con la luna y las estrellas, y como un rompecabezas Nico aparecería en su punto clave, lucia tranquilo como siempre, pero un par de suspiros dirían lo contrario, estaba nervioso, se preguntaba que querría la señorita para citarlo ahí, estaba algo confundido ya que durante el almuerzo su actitud era algo dura hacia él, pero al verla de nuevo en la tarde ella era la de siempre, rezaba para que al encontrarse su actitud fuera la misma – "Tina se ha vuelto una joven algo complicada." - pensó mientras rascaba su cabeza ligeramente y daba otro suspiro nervioso. En ese último suspiro se daría cuenta de algo, un aroma, dulce y fuerte, era el nuevo perfume que se preparó en la tarde, luego sentiría algo más, un sonido, una risilla, de inmediato se daría cuenta que Tina estaba observándolo desde la esquina del corredor, así que actuando como si nada se compondría, respiraría el aroma de la belladona que crecía en la enredadera junto a él, y se calmaría.

_ Sabes, no es muy cortés dejar esperando a alguien adrede Tina. - esbozó sin voltear a donde ella estaba.

_ La última vez tú estabas muy distraído, creía que habías perdido ese súper poder de encontrarme donde fuera. - afirmo Tina saliendo de su escondite – Cuando jugábamos a las escondidas tu siempre sabias donde estaba, no importa si fuera dentro o fuera de la casa, tu siempre me encontrabas. -

_ Es que no eras tan buena escondiéndote. - declaro sonriendo ligeramente.

La joven caminaría hacia el mayordomo, la brisa movía sus cabellos con suavidad y se detendría en frente de el con la mirada baja, alzaría el rostro con seguridad, ya no sentía vergüenza por lo de antes.

_ Nico… Yo quería pedirte perdón por cómo me comporté en el almuerzo… No debí tratarte tan severamente, no te merecías que descargara en ti mis molestias. - dijo antes de bajar de nuevo el rostro – ¿Me perdonas? -

Nico se sentiría aliviado de por fin saber que quería Tina con él, también de que su actitud fuera la de la chica que él conocía – No te preocupes Tina… - dijo con suavidad y comprensión tomándose el atrevimiento de tomarla por el mentón para que lo mirase – Hace falta más que un mal tono de voz para que yo me moleste contigo. - sonrió con ternura, y la miro a los ojos por unos instantes antes de que saltara la duda – Pero si me permites ¿Podría saber que era lo que te molestaba? - pregunto mirándola a los ojos.

_ No…- respondió de forma directa y algo cortante, luego tomó la mano de Nico con suavidad para que este le soltara el mentón, desviaría la mirada – Perdón, quise decir que… La verdad no tiene ninguna importancia. -

Ella a pesar de todo no podía dejar de preguntarse por esa escena que vio ¿Acaso Nico estaba en una relación con aquella sirvienta? Sentía vergüenza de preguntar, y eso sería admitir no solo que los espiaba en ese momento, si no que le interesaba lo que estuviera haciendo Nico con otras mujeres a pesar de que ella misma no entendía el por qué, solo podía fingir desinterés y desviar el tema lo más que pudiera.

Nico sentiría el toque suave de Tina a través de su guante, a tan corta distancia su aroma mezclado con el toque de perfume de rosas era embriagador, su nariz tan aguda a veces podía jugarle en contra y dejarlo expuesto, con la guardia baja a ese ataque a sus sentidos, no podía evitar deslizar su mirada con algo de interés lujurioso, la niña de hace años se había ido, y la que regreso sería una joven y bella mujer. El vestido sencillo que marcaba sus curvas, el aspecto terso de su piel acanelada, sus labios con un toque de brillo, y ese aroma maduro de mujer, todo estaba tan cerca, solo tenía que extender sus brazos y tomarlo, como robarse una bella joya.

Sin darse cuenta ambos habían perdido la noción del tiempo, solo pasaron unos instantes, pero visto desde lejos pudo verse como un momento de silencio incomodo, o más bien, un momento íntimo.

La joven al percatarse de que seguía sosteniendo la mano del mayordomo alzo el rostro y vio aquellos ojos amarillentos brillando con los últimos rayos de sol, tenía la mirada fija en ella, pero no la veía, era una mirada perdida y enfocada, como si tuviese una fantasía, como si se dejara llevar por unos instantes en una ilusión. De inmediato el joven parpadearía un par de veces en un instante, había salido de su trance para cruzar miradas con Tina, y de inmediato apartaría ligeramente la mirada avergonzado.

_ Entonces… Si llegas a sentirte de mal humor otra vez, por favor no dudes en pedirme apoyo, ya sea para dar un paseo y despejarte, o hablar… - miro la mano de Tina que seguía sosteniendo la suya y la apretó suavemente – Yo quiero… - exclamo antes de ser interrumpido por el suave toque de Tina en sus labios.

_ No olvides que sigues siendo el mayordomo personal de mi abuela, no quiero meterte en problemas porque descuides tus deberes con ella. - esbozó suavemente antes de apartar sus dedos de los labios del alto joven y apartar unos mechones de su frente – Solo si estas libre te lo pediré, después de todo no quiero quitarle a mi abuela más tiempo que el que ya me permitió tener contigo. - dijo con una sonrisa tímida.

_ Eso no ha sido problema para ti en el pasado. - afirmo Nico en un tono bajo para secretearse con Tina y regalarle una sonrisa.

_ Bueno, era una niña mimada, y tú no ayudabas a hacerme menos mimada. -

Las risas no se hicieron esperar, la amistad que habían criado esos veranos se renovaba cada año, y tenían nueve años pendientes, y solo un verano para compensarlos.

Tal momento pudo seguir por horas, pero los agudos sentidos del eficiente mayordomo le darían aviso de que la cena estaba a punto de servirse, y en su mente ya podía sentir el sonido de la campanilla de la señora Dona con el que solía llamarle, así que con un gesto de la mirada Nico le haría saber a Tina que se les iba a hacer tarde, la reacción inmediata de la joven fue halar de la mano, que en ningún momento había soltado, encontrándose con que el esbelto pelinegro era más duro de lo que aparentaba, ya que al reaccionar de forma tardía sirvió de ancla para la apresurada joven que casi pierde el equilibrio al sentir el pesado freno en su mano, no tardaría un instante recomponerse para halar un tanto más fuerte a Nico y así ambos salir a paso acelerado pero sin agitación, no querían llegar desarreglados y despertar sospecha. Al llegar a la puerta del comedor, ambos se asegurarían de que el otro estuviera debidamente presentable, el mayordomo abriría la puerta dando paso a la señorita, y la acompañaría a tomar asiento de forma servicial mientras ambos compartían miradas de complicidad y sonrisas furtivas.

Tantas emociones tenían a Nico en un estado de feliz inquietud, solía ser siempre muy recto a la hora de trabajar, pero esta vez era diferente, se le escapaban tarareos, movía un poco sus dedos de forma rítmica, e incluso mientras estaba al pendiente de las peticiones de su señora no podía evitar mirar disimuladamente a Tina, hasta el mismo sabía que no era correcto, pero era inevitable.

Finalizada la cena Tina tomaría su camino a su habitación, no sin antes volver a compartir una ligera mirada con Nico, él se la respondió, y se retiró a acompañar a su señora a la alcoba, ya en la entrada le esperaban un par de sirvientas, estas solo la ayudaban en la noche a prepararse para descansar, eran simple asistencia y solo necesitaba del apoyo de Nico en las mañanas que era más duro el levantarse, y finalizada su jornada del día el mayordomo se retiraría. Una vez solo en los pasillos Nico dejaría salir un suspiro profundo y una sonrisa, incluso se permitiría encorvarse un poco, no fue un día especialmente agotador físicamente, de hecho ninguno lo era, pero le resulto agotador el viaje de emociones del día, Tina tenía un efecto inusual en él, más aun después de ese momento antes de la cena, nunca se había permitido el dejarse llevar por una fantasía así antes, mucho menos con Tina, creyendo tontamente que ella permanecería a sus ojos como la dulce niña, nunca visualizo que algún día se pararía frente a él como una mujer. Podía sentir que le faltaba el aire por tener algo en su pecho dándole vueltas, tenía que sacarlo de algún modo, y al darse cuenta donde estaba recordó, eran los pasillos de los dormitorios de las sirvientas, y una en especial le esperaba esa noche, perfecto para dejar salir el remolino en su pecho.

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