Capítulo 1
Shogako es un país donde la realidad y magia se entremezclan. Este país tiene desde los animales más comunes como vacas y ovejas hasta las criaturas más extrañas como harpías y dragones. Las provincias más ricas tienen imperios rodeados de grandes murallas dirigidos por grandes reyes con estabilidad política, económica y social, también controlan a gran escala su territorio, las criaturas y los recursos dispersos a su alrededor, en resumen son el ejemplo de la prosperidad, pero al ser prósperos también enfrentan grandes problemas en cuando a la ley y los desastres y por ello requieren soldados y guardias para proteger a sus ciudadanos. Estos imperios también tienen sus extensiones por varias provincias sin embargo, los imperios a pesar de tener relaciones neutrales se estiman que en un tiempo cercano buscaran saldar la duda de cuál es el imperio más poderoso de los 5 que existen en este país. Dejando de lado las provincias ricas también existen las pobres cuyas capitales son ciudades pequeñas con o sin empalizadas que son mantenidas a cambio de pagar por protección u otros servicios.
En la provincia de Gradabur que se ubica en el sur central del País en la zona más al sur se encuentra el océano llamado Aovur un océano amplio sin playa en frente de un precipicio, las historias de este océano son que puedes escuchar una gran melodía que te llena de paz cuando te despides de alguien para siempre, podría decirse que nunca dejas que la culpa afecte tu juicio. Tras 3 días de viaje que inicio en la provincia de Crostern cargando un jarrón de metal como una urna finalmente llegue a ese bello océano y dije mis palabras mientras sujetaba un bolso que colgaba en mi cintura mirando el cielo que estaba por anuncias el anochecer.
“Hiciste cosas muy difíciles por el bienestar de los 2 cuando perdimos a mama y a nuestra libertad, cosas como matar y destruir… sé que te dolía y cuando te enfermaste te sentiste aun peor porque al dejar de ser útil para ellos tuve que tomar tu lugar como un asesino.”
Saque la urna que tenía los restos de mi padre. Cuando mi padre enfermo comenzó con dificultades para mover las manos o las piernas aleatoriamente, después comenzó a ser incapaz de poner toda su fuerza en sus extremidades, empezó a sentir dolor cuando hacía mucho esfuerzo físico y al volverse inútil para las misiones ellos dijeron que teníamos 2 opciones primero ser expulsados en una tierra pobre o que yo me dedicara a cumplir las misiones además de que mi padre recibiera ayuda. No era una decisión difícil porque aun siendo entrenado como un guerrero y asesino, todavía era un niño sin entrenamiento de supervivencia y cuidar de un hombre enfermo sin dinero ni recursos era cuestión de tiempo para que mi padre muriera y yo estuviera solo en una tierra desconocida sin tener idea de cómo sobrevivir, a pesar de mi entrenamiento ese escenario estaba aún fuera de mi alcance o mejor dicho, yo aún no tenía el valor para afrontarlo.
Tras sacar la urna y abrazarla con fuerza me senté en el suelo y cerré los ojos por un momento reflexionando.
“Tú siempre me dijiste que lo que convierte un niño a un adulto no es la edad, su habilidad o sus logros sino la experiencia que enfrenta en la vida real, desde vivir momentos humillantes hasta presenciar o sufrir terribles tragedias muchas veces es terrible vivirlas, pero así nacen los verdaderos adultos, conocer las circunstancias creando atención a todo deber”
Abrí los ojos y miro al infinito cielo sobre el océano mientras seguía reflexionando y hablándole a la urna.