Algún día dejarán de hablar de mí, pero también de ti, ese será el momento en el que ya ni siquiera seremos un recuerdo para nadie.
Tras la vida, llega una nueva etapa mucho menos llamativa para la mayoría de las personas, nuestra inevitable muerte, a partir de ese momento dejamos de ser conscientes de cualquier cosa que ocurra en el mundo, ya todo nos será indiferente.
Se terminaron los problemas, las preocupaciones, los malentendidos y las peleas, llega nuestro ansiado descanso y todo lo malo pasa ahora a ser problema de otras personas cercanas a nosotros.
Solo queda el recuerdo de lo que fuimos o de lo que quisimos ser, de lo que conseguimos en vida o de lo que destruimos.
Hay quien piensa en energías, por ahí vagando por el espacio, ráfagas de energía procedente de nuestros podridos cuerpos y que viajan hacia algún lugar desconocido. Todo es posible…
Pero sea como sea, el recuerdo es lo último que perdemos, cuando ya nadie se acuerde de nosotros es cuando la muerte llegará a sus últimas consecuencias.