Recuerdos que no son venganzas,
Silencios lejos ser calma,
Acuerdos que no acuerdan alianzas,
Escenarios que pasan del drama,
Bitácora con punto final,
De sueños que sueñan al despertar,
Y un corazón con interés anual,
Para abogados sin nada que alegar,
Corruptos que no corrompen su legado,
Respiros que sofocan al sofá,
Por cuerpos que no encuentran pecado.
Las almohadas que no duermen en mi cama,
Son rituales que invocan a la nada,
De sellos que solo filtran del pasado,
El triste cuento de hadas,
De un niño sin pudor y alado,
Con sus flechas que resultan ser balas,
A lo largo de mi costado,
Lo demás, son estúpidos hiatos,
Entre cuentas que no voy a pagar,
Una vida tengo, no soy un gato,
Tu nombre se va del sonar.
Que rico el olor de tu pelo,
Similar al de todas las demás,
Si carece el amor, no hay anzuelo,
Que me templen el alma de un sedal,
Esto de juntarse tiene parte en el azar,
Yo, que de barajas no peco de ignorante,
Mi corazón ya no suelo apostar,
De niño lo perdí por iluso y arrogante,
Lo demás es un penal.
Ahora, a que cuerpo señala la culpa,
A mí, por escoger mal,
Y a ti, por no ser la indicada,
De mariposas a seísmo estomacal,
Cuando la verdad hace redada,
Muere el interés y esposan a la culpa,
Que es el lado oscuro del vicio de intentar,
Dejando escombros y viruta,
Que a la larga nos encargamos de olvidar,
Castigo para las bestias como yo,
Que llevan rótulos y trajes,
Perturbando todo lo que no es suyo,
Amparándose en los mormullos.
La culpa es del árbitro y su marcaje,
Por favor, no señalen con el dedo,
La rapsodia en mis mensajes,
Llevan traje de reo,
Ellos y yo, lo sabemos bien,
Los demás es un grillete en un pie,
Y al otro un par de alas,
Donde un mi cuerpo y otro mí pensar,
Como dije: el corazón y el alma,
Lo perdí de niño con el azar,
Ahora solo queda el espacio,
Un gran espacio.