"A las 14:20 horas, un rugido fuerte parecido a un terremoto, se sintió en Nacozari. Quebró vidrios y sacudió las casas. Tan grande fue la explosión, que la locomotora desapareció por completo. Jesús murió al instante."
Ese domingo, a Jesús García Corona no le correspondía conducir el tren, pero su compañero Alberto se reportó como enfermo y tuvo que hacerse cargo de los tres viajes planeados entre el pueblo de Nacozari y la mina de Pilares, lugares ubicados en Sonora.
Era un recorrido de apenas cuatro kilómetros. Para que el carbón se quemara bien, el tren tenía un contenedor donde las chispas del carbón eran apagadas con unas mallas; en esos días no funcionaban bien. Cuando iba de regreso por más carga, a la altura del El seis, un poblado habitado por familias de trabajadores de las vías, un mensajero abordó el tren para avisar a Jesús García que necesitaba llevar más explosivos a la mina, diez toneladas de pólvora.
Ya en Nacozari, los trabajadores encargados de acomodar los explosivos, por un descuido acomodaron la dinamita muy cerca de la maquina.
Al partir la máquina, el viento del norte empezó a jugar remolinos de vapor. Librada del freno, la locomotora trabajaba contra el viento; las chispas vivas, volaron del contenedor descompuesto, volaron sobre el motor y la cabina, llegando hasta los vagones cargados con las cajas de dinamita.
Al principio el fuego fue notificado por los trabajadores y más adelante, por observadores. Un jovencito, alarmado, intentó decir a Jesús lo que pasaba, pero su voz no logró vencer el rugido de la máquina. Fue un obrero quien fuertemente le gritó: “Oye, hay humo en el polvorín”.
En un fragmento del corrido Máquina 501, el fogonero le dice: “Jesús, vámonos apeando / mira que el carro de atrás / ya se nos viene quemando. / Jesús García le contesta:/ yo pienso muy diferente, / yo no quiero ser la causa / de que muera tanta gente. / Le dio vuelta a su vapor, porque era de cuesta arriba / y antes de llegar al Seis / allí terminó su vida...”
El fuego se expandió. El aire alimentó las llamas. Cuando la esperanza se les terminó, Jesús le pidió a la cuadrilla que lo acompañaba que se arrojara de la locomotora y aceleró el tren toda fuerza. Romero saltó.
De El Seis no quedó casi nada. Fueron 13 los muertos, entre niños, mujeres y obreros que se encontraban cerca de la vía. Pero, sin duda, fueron cientos los que salvaron la vida cuando Jesús García decidió alejar del pueblo el convoy convertido en una fiera de fuego.
Nacozari es una palabra opata que significa "abundancia de nopales". La cabecera del municipal se llamó primitivamente Placeritos de Nacozari que cambio su nombre por el de Nacozari de García en honor al maquinista del ferrocarril Jesús García, que salvó al pueblo de una explosión de dinamita a costa de su propia vida, el día 7 de noviembre de 1907.
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