El sirviente egipcio
Por aquellos días me encontraba de viaje en Luxor. Faltaba poco para el cumpleaños de Solange, mi esposa, y andaba yo buscando un detalle que la satisficiera. En esas estaba, curioseando en el bazar de un anticuario, cuando vi al ser que habría de cambiar nuestras vidas: un sirviente egipcio.
Reconozco que no fue bien recibido por ella. Sus pasos silenciosos, casi felinos, y su eficacia perfecta, la incomodaban.
—De madrugada —me decía a susurros—, deambula por la casa. Dobla la ropa, bruñe la plata, ¡incluso sacude las alfombras!
Me costaba entenderla: era un lujo al alcance de pocos, pero a ella le repelía y me pedía que me deshiciera de él. Su presión para que lo alejara de nosotros se me hacía insoportable. Incluso había llegado a sugerir que lo enterrara en el jardín o lo echara al mar.
—No comprendo cómo se puede mover con ese sigilo —declamaba indignada—. Y sus ojos, extrañamente azul noche, parecen los de un muerto.
Tomé aire y le expliqué, de nuevo, que era un ushebti hallado en la tumba de un faraón. Una estatuilla de lapislázuli dejada al lado de su amo embalsamado para que lo sirviera en el más allá. El anticuario me lo vendió junto a un libro de sortilegios.
Con reverencia, abrí el tomo y alcé el ushebti ante los ojos aterrados de Solange, mientras pronunciaba unos versos del Libro de los Muertos. En el acto, respondiendo a mi invocación, se transformó en hombre.
—¿Qué desea, señor? —fueron sus palabras.
Link del concurso: https://steemit.com/spanish/@trenz/concurso-de-microrrelatos-de-terror-microterror256-semana-3-abominacion
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