Prometeo roba el fuego y enseña. Probamos entender rápidamente con esta aseveración lo que constituye y seguirá siendo siempre al parecer un misterio: es un intento, la génesis de ese todo que envuelve la posibilidad remota e inicial de toda comunidad humana de humanizar, socializar, trascender, esto es, la cultura.
Prometeo o la capacidad en una poética y metafórica síntesis de “esconder” como la mejor carta robada lo evidente frente a todos. Sólo un seguidor de misterios de atrevería a romper el jarrón sin partirlo, a desleír los colores sin privarlos de su brillo o contrastes o bien instalarse en una profunda melancolía sin retener inútilmente la armonía musical que transcurre siempre reconocida e innovadora del instante.
Prometeo, titán que representa frente al inmortal Zeus no solo la astucia y el atrevimiento de la soberbia que otorga la igualdad de origen, sino la capacidad de querer integrar al hombre al descubrimiento de saberse creador y transformador… de sí mismo.
Según Hesíodo a través de paces de astucia y aún en el tácito reconocimiento del engaño por parte del regidor de dioses ya Prometeo se toma para sí lo mejor de los sacrificios y en una pequeña cánula esconde apenas una leve llama para aportarla a los hombres para que sean constructores, metalúrgicos, arquitectos, cazadores que recrean su presa con sabores y especias, tejedores, soberbios guerreros revestidos como hijos del dios de la guerra o recreadores de una de las presencias más inquietantes: el cuerpo humano, su peculiar figura mitad animal, mitad divina y por qué no? el reflejo del alma inmortal en los más hermosos e inquietantes rostros portadores de las medidas de armonía, simetría y equilibrio..
El principal protagonista: el fuego en su condición mínima portado en la cánula posee el poder ilimitado de iluminar, derretir, transformar, transmutar. Se vuelve una especie de creatura que con los adecuados pases se hace sumisa y permite al hombre obtener de algo, múltiples y variadas cosas. Muchas de ellas de una belleza y acabado inefable, otras de acabado más tosco, pesado las que permiten dominar y someter a los otros hombres. Prometeo regala a los hombres el fuego y el hombre desea saber no sólo todo lo que le es posible transformar o crear, sino de dónde viene al fuego. Meditar sobre su misterio le habrá de permitir remontarse a la morada divina, escalar para llegar a ser como un Hércules un semidiós.
(En este ensayo me interesa desglosar cómo la disciplina del artífice, artesano, constructor que posee una especial metáfora en el mito de Prometeo, cobra analogía con pensadores destacados cuya labor reta las facetas místicas y religiosas de su tiempo: Sócrates, Giordano Bruno, Galileo Galilei, Descartes, Hobbes, Maquiavelo….) La constancia transformadora del artesano como una impronta que de manera viva pasa lentamente de una poésis artística a la recreación que hace actualmente la ciencia de la realidad.
Como punto importante del mito de Prometeo que es el actual mito de la ciencia tendríamos a la obra de Mary Shelley: Franskenstein o el nuevo Prometeo… constituye una dirección reflexiva que considero sumamente importante por varias razones que iré exponiendo lo largo de este ensayo. Otro libro fundamental que es importante destacar lo constituye Un mundo feliz de Aldous Huxley.. suerte de profecía que se devela ante nuestros ojos como la carta robada, necesitando descifrarla para entender, no la vemos, tan evidente es su presencia. Debemos hacer hincapié en la urgente necesidad de reinventar lecturas nuevas de la realidad….
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