Tengo una persona muy cercana que tiene tres hijos: dos jovencitas y un joven y observo no solo en ella sino en varias mujeres a partir de 40, 50 y hasta 60 que es la mujer que no asume la edad que tiene, necesita sentirse joven, esa juventud que ahora viven sus hijas que es mas distendida, mas liberal, que puede decir las cosas que a la misma edad de sus hijas, ellas no hacían por ser de otra generación, llamémosle “autoritaria” en la que no había complicidad madre-hija y que se hacía las cosas sin chistar.
De pronto, esta generación que no les pertenece comienzan a cambiar, primero por la ropa, pasando por la manera de hablar, y terminando en las amistades de las hijas, hay madres que se mimetizan y comienzan a parecerse cada vez más a sus hijas adolescentes. Suena un poco ridículo, pero es así.
Veo madres que cuando retiran a sus hijas adolescentes, van en mini-falda, tacón, pelo lacio o rulos y hacen gestos de adolescencia como si de su hermana menor se tratara. Pero claro, para los psicólogos estas actitudes están lejos de ser mera complicidad entre madre e hija.
En realidad se trata de una competencia que estalla en general cuando unas se encuentran al borde de la pre-menopausia o menopausia y las otras en pleno desarrollo hormonal o sea, sus hijas. Y en estos casos es la madre la causante del conflicto. Este problema se ve muy seguido, sobre todo en madres divorciadas o viudas jovenes. Estas padecen una sobrevaloración de la juventud y de la imagen corporal. Lo que buscan es detener el paso del tiempo y para eso apelan a recursos como usar la misma ropa que sus hijas o pasar hambre haciendo dieta para lograr la misma figura. Esta competencia tiene dos caras: por un lado estas madres buscan verse igual de jóvenes que sus hijas, y por el otro quieren seguir siendo deseadas por los hombres.
En general, esta competencia se da en los hogares donde falta la figura masculina, que es habitualmente quien calma los ánimos. También en su gran mayoría son mujeres que no tuvieron un desarrollo profesional o laboral, que se dedicaron exclusivamente a ser amas de casa y madres a tiempo completo. Su único atractivo se basa en el atractivo erótico, lo único que hizo sentirlas alguna vez valiosas y hoy sienten que están siendo desplazadas por sus hijas en esa materia. Siempre la competencia surge del lado de las madres. Las hijas en realidad no encuentran motivos para competir con sus madres. Pero lo que sí hacen, muchas veces como reacción, es denigrar o descalificar a sus madres porque son las “pende-viejas”. Hablemos de las cirugías plásticas a que se somete una madre
Otra modalidad de estos tiempos es recurrir a las cirugías para mejorar el cuerpo y así emparentarse con sus hijas adolescentes. O sea, la “mujer goma”, la que se mata en el gimnasio para no tener todo duro. No digo que hay que dejarse estar, simplemente que ya no eres joven y el patrón que la sociedad exige hoy a una mujer semi-madura o madura es verse como una joven de 30 años.
Las mujeres suelen recurrir a las cirugías estéticas cuando se encuentran en una etapa de crisis. Y estas crisis pueden haberse originado en la entrada en la edad madura, un cambio de pareja o incluso algún conflicto con sus hijas. Lo importante es que sepas reconocer que no eres una veinteañera, que pasaste la barrera de los 40, 50 o 60, que debes asumir tu edad, ser estéticamente moderna pero como una mujer de tu edad, vestirte con elegancia, con altura, con dignidad, teniendo autoestima alta.
Preguntas a las lectoras: ¿eres de esas madres que compiten con las hijas? ¿asumes tu propia edad?¿ te cuesta ver que los años pasan para ti y que deseas volver en el tiempo?
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