Reto "Mundos Posibles": Multiverso en el prostíbulo

Continuamos con la publicación de los relatos completos del reto "Mundos posibles". Estos relatos están desarrollados por 6 autores distintos. Desde un inicio común, los sucesivos escritores desarrollan una parte de la historia según sus deseos pero manteniendo una uniformidad en la narración para llegar a la composición final. Cada autor nombra dos retados para bifurcar la historia y llevarla desde el relato inicial a un total de 64 finales.


¡Espero que disfruten del resultado!
El relato que les ofrecemos hoy fue escrito en el siguiente orden por los autores; @valki, @adncabrera, @jokossita, @dalisett, @andreaphernandez y @rabitt11.

−¡Eres un imbécil Ydregaf! De todas las naves del universo, robas una sin energía acumulada y te das cuenta cuando la gravedad de un puto planeta de semidesarrollados nos atrapa. Sabes bien que si se detecta que hemos entrado en un planeta en formación de inteligencia, pasaremos el resto de la existencia en prisión.

−¡Cállate ya Mojiglif! ¡Ahora ya estamos aquí! Entraremos en la cara oscura, frenaremos con el colchón antigravitacional y quedaremos a unos veinte metros del suelo, no nos verán. El planeta tiene campo magnético para recargar energía, antes de que la luz de la estrella del sistema nos alcance, estaremos recargados para alejarnos de aquí sin que nos detecten. El único problema es que tendremos que bajar para poner un electrodo diferencial, e iniciar la carga. Las coordenadas de estacionamiento son: 42º 23’ 55.39” N; 2º 53’ 03.70” E.

Unos centenares de kilómetros más abajo, justo en las coordenadas 42º 23’ 55.39” N; 2º 53’ 03.70” E, Marlene dominaba la barra de aquel puticlub aún casi vacío. Ya tenía sus cincuenta y cinco años y estaba cansada de la noche. Siempre sola, siempre expuesta a borrachos y a mentes enfermizas. Quería vender el negocio y largarse, dejar de ver, bajo la barra, su escopeta de dos cañones recortados con cartuchos de posta. Su única protección. Escuchó la risa estridente de La Rusa ¡Menuda rusa! Un metro y medio, morena y con ojos estrábicos. Se estaba intentando llevar al catre al delgado, sonriente y de cabeza lustrosa, padre Damian.

El padre decía que en el alcohol estaba el diablo, pero pasaba casi todas las noches cabalgando con alguna muchacha en forma endiablada. «“¡Un maldito tacaño es lo que es!”», pensó Marlene. Faltaba por llegar Maribel. La imponente española de metro setenta y ocho, más tacones del doce; pechos firmes y generosos; melena negra de pantera, una mujer de armas tomar. Y nunca mejor dicho, pues el arma que tenía entre sus piernas sobrepasaba los veintidós centímetros. Ella era la preferida del cura. Marlene nunca había averiguado quién de los dos era la montura y quien el jinete.

En la mesa más apartada estaba el desconocido que fue el primero en entrar esa noche. Pidió un Bourbon doble, pagó con propina y se sentó a pensar en sus cosas. Era bien guapo, cosa que hacía muy sospechosa su estancia allí. Yubeilis, la caribeña entrada en carnes, le había mostrado sus grandes cántaros y le había echado mano al paquete, pero éste educadamente le dijo que quizás más tarde. Ahora la morenita se encontraba en el baño de señoras depilándose los labios inferiores.

Rambo, un mastín del pirineo de cincuenta y cuatro kilos, estaba nervioso en su encierro del almacén. Era extraño, él siempre dormía, pero esa noche sentía algo que los humanos no podían detectar.

Roman Pavlov Belcebú, comandante en jefe de las tropas libres de Lucifer, estaba rodeado por los carniceros del 33 batallón de arcángeles, cuando realizó la única maniobra que podía salvarle la vida: saltar a un universo paralelo. Su poder demoniaco, le permitiría moverse sin temor en el nuevo universo, pero si los arcángeles descubrían su treta y lo seguían, estaría perdido. Tenía que pasar desapercibido. Ahora, en el sucio baño de hombres de un lupanar, pensaba rápido sobre cuál debería ser su siguiente movimiento.

Tito y Nalita eran dos jóvenes de la alta sociedad. Se conocían desde niños ya que sus padres habían hecho amistad a causa de compartir el mismo gremio, la hostelería. A los trece años ya eran novios. Eran buenos estudiantes, practicaban deportes y se mantenían lejos del vicio. Eran unos chicos sanos, pero ahora, a sus veintiún años, querían conocer el placer de la carne. Su problema era que no podían ir a ningún hotel, pues serían identificados al momento. A Nalita se le ocurrió la idea. Un local apartado para ir de noche sin levantar sospechas. Aparcaron un poco retirados de la puerta para que las grandes letras de neón que anunciaban el “Club whiskería” no iluminaran su estancia furtiva en el local. Bajaron del coche y solo la idea de que Nalita quisiera hacer un trio con una profesional, le provocó tal dolor de testículos a Tito, que entró en aquel paraíso de lujuria, andando como un cowboy.

Allí, al pie de la barra, se encontraban Fred y Tomás. Equipados con su material de alpinismo, debían llegar a lo alto de la barra para desde allí lanzarse y activar el implosionador gravitacional que daría una lección a sus enemigos: los humanos. Desde que éstos iniciaron la guerra química contra los tardígrados, Fred había perdido a unos 2 300 000 hermanos, y otros 8 000 000 entre primos, tíos y sobrinos. Las pérdidas de Tomás eran mucho mayores.

Si tanto amaban los humanos la desinfección, ellos les traían el remedio definitivo. Aún no sabían hasta donde llevaría la implosión. Unos decían que la onda implosiva destruiría todo en un radio de cincuenta kilómetros, pero otros científicos opinaban que se podía llegar a crear un agujero negro. A Fred y Tomás ya no le importaban las consecuencias, tenían que llegar a la cima de la barra en menos de ocho horas para evitar que la rutina de limpieza del local acabara con ellos.

Roman Pavlov Belcebú, RP, como era conocido entre las fuerzas arcángeles, se materializó en el cuarto de baño de un bar. El hedor a orines avivaba el mareo provocado por la violencia del último salto. Tenía un rango limitado, y lo sabía. Acorralado como estaba, tenía pocas opciones y la peor era la de entrar en un periplo de saltos continuos, como quien juega al gato y el ratón en el multiverso, hasta que sus fuerzas se agotaran y cayera rendido.

Los arcángeles, por su parte, no carecían de debilidades. La peor, tal vez, sus ínfulas de superioridad. Consideraban a todos los especímenes de su raza elementales; y lo eran, pero eso no los hacía subdotados, sino capaces de percibir en un nivel intuitivo y sensorial insospechado. Ardían en pasiones voraces e instantáneas, cuando se airaban eran violentos y de juicio volátil, pero también tenían buen olfato para la carne. Y los arcángeles eran seres perfumados que olían poco a carne: en su situación actual, Belcebú solo tenía que notar el hueco entre el tufo humano y huir, de momento; o atacar, si estaba en ventaja. Afortunadamente, la presencia de un arcángel se notaría de inmediato, pues el local estaba repleto de hedores que habían intentado sofocar con desinfectantes. El baño de al lado, por ejemplo, estaba inundado de emanaciones de cloro y carne joven, regordeta y sexualmente activa. Deliciosa para un bocado.

Mientras levantaba el morro por encima de las posibles distracciones, creyó detectar una débil emanación balsámica; algo lejano, como el recuerdo de una frotación leve que ha dejado su estela. Un arcángel había estado allí hacía mucho y su olor (su falta de olor carnal) perduraba como una sombra sensorial que RP notaba.

Muy alerta, decidió abandonar su escondrijo y revisar su posición:

Detrás de la barra, una humana cincuentona (hastiada pero vigilante: la única que se había sobresaltado un poco al notarlo); sobre la barra otra mujer, menuda, oscura y joven, sobaba a un tipo de cabeza pelada, como bola de billar. Más allá, una pareja en sus veinte intentaba sin éxito ocultar su entusiasmo sexual, mientras observaban con la boca semiabierta a todos los presentes, incluyéndolo. Había también un perro que le ladraba fieramente detrás de una puerta cerrada. No le prestó mayor atención. Lo que le interesaba estaba en el rincón más alejado, entre las sombras.

RP, advirtió, al paso de su examen, que su olfato había quedado ligeramente desenfocado. Había allí un tipo de espaldas anchas y cabello oscuro envuelto en las sombras. Los contornos de su materialidad lo confundían: como si fuese una criatura hecha de las mismas sombras que lo circundaban. No era un arcángel; eso, seguro. Pero no llegaba a determinar su especie. Por otra parte, nada parecía interrumpir de momento la rutina normal de un local como aquel, de los cuales RP había visto cientos en sus viajes interdimensionales, y en su propio mundo. Todas las especies eran dadas a fornicar entre sí, hasta los remilgados arcángeles.

Estaba prevenido.

Sin embargo, cuando lograba enfocar a la criatura entre las sombras, no notaba aprensión en su postura, ni percibía el estrés característico de los espías y patrulleros de la brigadas de caza. Se sentó en la barra. El tipo de cabeza pelada resultó ser un cura que dio un respingo y escupió a sus pies. Se levantó evidentemente molesto por la cercanía de RP. En otras circunstancias, un tipejo como aquel ya habría adornado el piso con sus dientes, pero esta noche tenía suerte. Belcebú sabía que no debía llamar la atención. Pidió güisqui y se acomodó de espaldas a la barra, de manera que pudo contemplar mejor al sujeto entre las sombras. Su olor no era más preciso, pero pudo verle parcialmente el rostro: tenía facciones humanas, de rasgos regulares y podría parecer agradable a ojos de esa especie, a pesar de la cicatriz que le deformaba el mentón. RP lo supo: el tipo estaba allí para pasar por humano, pero no lograba precisar si mostraba algún interés en él.

Un par de tipos atravesaron la puerta del bar. Olían a prevención nerviosa. RP los descartó de inmediato: su actitud era de presa, no de cazadores. Estaban en plan de pasar desapercibidos; de mezclarse con la fauna local, pero se les notaba a la legua que acababan de pisar el polvo de este planeta. Los tipos se sentaron en la única mesa libre, muy próxima al habitante de las sombras. Su olor nervioso interfería con el examen de RP y este comenzó a exasperarse. Intentó calmarse y apegarse a su entrenamiento. No era un recluta joven al que pudieran traicionarlo los impulsos propios de su especie. Se concentró.

Por encima de la fetidez aprensiva de los recién llegados, un efluvio almizclado se escurrió entre las sombras. ¿Era una impresión equivocada? No creía. Apostaba las ofrendas de su panteón a que había visto un tentáculo amarillento y tímido deslizarse en la oquedad bajo la mesa. Como una criatura que busca desplazarse desde su cascarón y emprender la retirada. Con cuidado deslizó la púa emponzoñada que escondía bajo la manga, preparado para el ataque o la huida. Se sentía amenazado y confundido. ¿Era el único que veía aquello?

Un aroma marchito le llegó de un sitio indefinido a sus espaldas. Como el recuerdo de una frotación leve que ha dejado su estela. ¿Era el único que lo percibía?

Tal vez no: el cañón frío de una escopeta recortada se apoyó firme en su nuca.

Del otro lado de la habitación entre las sombras y con su Bourbon doble él pensaba que cuando por fin había encontrado el electrodo diferencial venia la puta vieja y sacaba una escopeta, le apuntaba al imbécil que se creía invisible y este mantenía su papel, inmóvil fingiendo sorpresa luego de haberlo estado acechando por largo rato. Había notado todo; Quizás Rupert no percibiera los aromas como aquel demonio, pero nadie contaba con que él percibiera sensaciones y que su tiempo pasaba distinto, 5 segundos de antelación le bastaban para cambiar su suerte y de pronto la de un par más.

Renegado y olvidado Rupert había sido en sus buenos años un humano común, pero no como estos. Él había sido la especie élite modificada genéticamente pero no para el ejército o las guerras sino para la ciencia, por lo tanto, él estaba adelantado considerablemente con estos humanos semi-desarrollados, un error había cambiado todo. En un intento por escapar retrocedió en el tiempo y en esos micro segundos su "modificación" se transformó convirtiéndolo en un monstruo bajo la piel y que su tiempo transcurriera distinto haciéndolo tener un súper poder o una super maldición. Tenían la misma apariencia, pero no eran nada iguales, Rupert ya no podía seguir siendo llamado un humano y mucho menos luego de tener tentáculos que podrían asesinar a grandes distancias con su ácido letal. A la vista de los humanos el podía ser guapísimo y esa cicatriz le daba el toque de chico malo.

Su tentáculo ya tenía rato esparciendo las esporas, atontaría a los humanos y debía encargarse de que los insensatos de la mesa de al lado le entregaran el paquete para poder cargar la energía de la nave, escapar con Ydregaf y Mojiglif sin ser detectados y continuar su vida radical en otro universo. En cinco segundos las coordenadas se convertirían en una carnicería, Rupert tenía dos opciones participar o ser espectador; de una manera u otra el electrodo diferencial sería suyo. En cualquier caso, tenía su proyector de energía preparado o su favorita la rebanadora láser tenía ya armada una película en su cabeza cuando se percató de algo: el perro había dejado de ladrar.

¿Qué sucedía? Rupert no había anticipado esto, pero si sentía muchísimo miedo proveniente de los almacenes de la pocilga donde estaba. Era una sensación diferente que sólo podría ser producida por un Arcángel.

La transformación fue silenciosa, aunque siempre era dolorosa. Cambiar de cuerpo implicaba dejar de caminar sobre cuatro patas y experimentar el dolor que causa el crecimiento de las alas al romper la piel. Los arcángeles no podían pasar desapercibidos, pero era mucho más sencillo cuando de alguna forma podían esconder su olor utilizando el cuerpo de otra especie.

Durante mucho tiempo, Miguel tuvo que soportar las pulgas, los asquerosos mimos provenientes de las manos marchitas de Marlene y un plato de comida seca dos veces al día. Su estado de alerta era permanente, pues debía cumplir su papel de perro al pie de la letra. Un mastín del pirineo de semejante tamaño no podía ser dócil si quería permanecer como perro guardián en un antro como aquel. Es por eso que permanecía encerrado, por suerte sólo tenía que salir de allí cuando Marlene necesitaba echar a algún cliente borracho. Los primeros días estuvo atado a la barra, cansado del hedor, el humo y las caricias de Maribel, quien siempre se acercaba a saludarlo y cada vez lo tocaba más, no como se toca a un perro sino a un hombre. Hasta que se hartó y la mordió. A partir de ese momento –para su tranquilidad– Marlene decidió encerrarlo en el almacén.

Cometió el error de transformarse una primera vez en el bar una noche que creyó que Belcebú estaba en el lugar. El olor a arcángel tardaría en desaparecer y con suerte sólo quedaría un pequeño rastro que con el tiempo podría camuflarse entre el hedor del lugar. De alguna forma sabía que lo que estaba esperando ocurría esa noche. Cuando le perdieron la pista a Belcebú, sabían que había un único lugar al que podría haber huido ¿pero cómo encontrarlo? Esperar era la única opción que tenían.

Inquieto, no paraba de ladrar. Su naturaleza de arcángel se iba perdiendo poco a poco mientras vivía debajo de la piel de perro y le costaba concentrarse. Estaba siempre a la defensiva pero en especial aquella noche, donde estaba seguro de que lo atraparía.

Su Mossberg 500A la miraba con ansias mientras la algarabía de Rambo empezaba a alterarla. Tenía muchos años lidiando con el bar ella sola y, a pesar de las peleas y los borrachos babosos, nunca había necesitado manos extra. Los colmillos de su adorado perro eran la única defensa que le hacía falta y las marcas que habían dejado en su mano hace ya varios meses eran amenaza suficiente para quienes querían pasarse de la raya.

Solía sentirse tranquila hasta en las noches más concurridas, pero la perturbación inquebrantable de Rambo se le metía entre los huesos. De pequeña su madre le decía que los niños y los perros tenían la capacidad de ver cosas sobrenaturales y era esa la razón por la que ladraban y lloraban por las noches. Siempre sintió que era un truco para hacerla ir temprano a la cama, pero hoy se lo estaba pensando mejor.

Decidió chequear al perro por no dejar. La solitaria vida detrás de la barra le había regalado el don de una afinada intuición, así que se hizo con firmeza del mango de su escopeta mientras caminaba en aparente calma. Llegó al almacén y descubrió algo extraño: silencio. Mientras sus ojos se habituaban al cambio de iluminación empezó a percibir bajo sus pies una pesada alfombra de pelo de perro que parecía no salir de ninguna parte, pero que dibujaba un sendero dirigido hacia las mesas de un extremo del bar. Perdió la respiración: la transformación de Rambo sólo podía significar una cosa, y le aterraba que él supiera que ella sabía. Rodeando charcos de tragos derramados y pesadas sillas de metal, lo siguió.

Vio como todo ocurrió en un segundo: ya el cuello de RP estaba bajo su dominio cuando la parejita empezó a disparar dardos de plasma. El que alcanzó su mano se la convirtió en hielo inmediatamente, mientras un rayo de luz proveniente del baño enceguecía todo. Antes de desmayarse sólo escuchó un chillido gutural.

Rupert encontró su habilidad para percibir sensaciones y anticipar el tiempo con cinco segundos de antelación, especialmente útil. Su lectura de sensaciones permitía en cierta medida conocer los miedos, apreciaciones y respuestas posibles de una criatura sin necesidad de tener que esperar para que sucedieran. Es por eso que sabía que su boleto de partida a un universo más adaptado a sus necesidades, se encontraba escapando con Ydregaf y Mojiglif. Él supo al verlos, cuando entraron al bar, que no pertenecían a la tierra y que necesitaban algo para poder irse. En un principio interpretó mal sus lecturas y pensó que buscaban una especie de batería (al escucharlos hablar de un electrodo diferencial), pero luego se percató de que sólo necesitaban esperar el tiempo necesario para que se cargara la especie de dispositivo que habían traído y así poder partir del planeta. Inicialmente pensó en asesinarlos, pero no sabría cómo operar la nave, así que necesitaba ganarse su gratitud; pudo anticipar las respuestas posibles de aquellos extranjeros interplanetarios (sin necesidad de mediar una palabra) y de algún modo ya los consideraba sus compañeros. Acababa de descubrir en su examen, donde habían dejado la batería cargándose. La conclusión en cualquier escenario, es que debían vivir y eso iba a resultar complicado, puesto a que el imbécil que lo espiaba como un investigador fracasado (despertando hasta las sospechas de una humana), tenía sus miras puestas en un mecanismo de escape y era cuestión de tiempo hasta que considerara la nave de Ydregaf y Mojiglif. Aún no sabía si la criatura oscura se había percatado de que la nave necesitaba cargar su batería, pero lo que Rupert sentía con claridad en la criatura que lo espiaba en la barra, era la desesperación de alguien que está arriesgando su vida, alguien que es perseguido para ser ejecutado- pero no lograba entender quién o quiénes podían estarle siguiéndole la pista-.

Rupert había anticipado la carnicería, sabía que la criatura oscura en la barra no tardaría en atacarle y también a Ydregaf y Mojiglif. Ya había calculado el número de movimientos requeridos y hasta había preparado el entorno, adormeciendo a los humanos para poder actuar a sus anchas, sabía de buena forma como debía moverse, pero el sólo podía calcular las variables presentes en su dimensión y en su tiempo con elementos contemplados con antelación en su espacio.

RP era un veterano, su estrategia consistía en el uso del engaño, usualmente provocaba impresiones falsas en su presa para hacer que se confiara y luego de esa forma podía asesinarla con placer y alevosía. Estaba tranquilo al haber actuado imprudentemente, ya que de esa manera estaba convencido de no haber puesto en evidencia su as bajo la manga-y acertaba, puesto a que sus presas apestaban a sobre confianza y distracción-. En el universo del que provenía, los arcángeles y los demonios tenían la habilidad de moverse a velocidades tan sorprendentes, que el tiempo se dilataba, si un humano intentara observarlos, sólo les sería posible apreciar un haz de luz. El asesinato de un humano normal, sería visto como un destello tan rápido, que no daría tiempo a un grito.

Marlene se arrepentía de sólo haber amenazado a aquel sujeto con la escopeta, le advirtió que ya conocía de revoltosos y que no se le ocurriera hacer una estupidez. Fue por eso que decidió buscar a Rambo, parecía la opción apropiada por si las cosas se salían demasiado de control. Pero sólo pelo dispuesto en el suelo y en el aire, era lo quedaba de su mascota.

Miguel al fin se había despojado de su disfraz de perro, sabía que era el momento. Justo en el preciso instante en el que Marlene abrió la puerta del almacén, se transformó y desplazó tan rápido que era imposible que la humana le hubiese visto.

Marlene no entendía por qué las piernas apenas la sostenían, se sentía en un sueño o apunto de caer en uno. Sólo la movilizaba su preocupación por Rambo y el estado de tensión en el que había dejado la sala principal del bar cuando se fue. Intentaba (tambaleante) volver a la barra y usaba todas sus fuerzas para no caer dormida.

RP lanzó en un abrir y cerrar de ojos tres dagas negras envenenadas a Rupert, Ydregaf y Mojiglif.
Quizás fue la suerte, pero justo en ese momento, Miguel sorprendió a RP tomándolo por el cuello y se disponía a cortar su cabeza con su espada celeste, cuando Rupert accidentalmente le obsequio una herida letal que no le correspondía. Sintió la ponzoña en la espalda; experimentó como se incineraba su cuerpo mientras el ácido se esparcía dentro de su pecho.

Ydregaf y Mojiglif sólo alcanzaron a disparar dardos de plasma, que impactaron el brazo del arcángel que perdía la consciencia. No se percataron hasta sólo un poco después de que habían sido cortados por las dagas de R.P. Lograron esquivar el ataque gracias a que Rupert se abalanzó sobre ellos, tirándolos al suelo.

Rupert pudo salvarlos, no esperó en ningún momento la aparición del arcángel al que acababa de quitar la vida por accidente. Ese descuido casi le cuesta la vida y dejó su pierna derecha inhabilitada, sentía levemente el frío de la sangre y los venenos esparciéndose por cada rincón de su híbrida composición corporal. Recibió un impacto a nivel de la pantorrilla, el cual no le permitía levantarse. El veneno le dificultaba la consciencia y le era difícil anticipar los movimientos o sucesos que estaban por suceder.

Hubiera sido un desastre de gritos y gente corriendo, sino hubiera sido porque la mayoría de los humanos en la sala principal se habían dormido por las esporas de Rupert y aún estando despiertos, les habría tomado 10 segundos percatarse de lo que había sucedido.

Antes de perder la consciencia Miguel logró herir gravemente a RP, cortando una parte de su cuello. Ya era un arcángel caído -el lo sabía- mientras divisaba un rayo de luz proveniente del baño que lo enceguecía todo.

RP se desangraba por el cuello, pero aún así se disponía a atacar.

Rupert anticipaba apenas una intención de movimiento, con una coordinación afectada por el veneno, que los dejaba en igualdad de condiciones.

Ydregaf y Mojiglif habían perdido la consciencia al ver sido rozados por las dagas envenenadas.

En ese mismo instante Tito (aislado por la fuerte música de la habitación especial del bar) tenía un orgasmo simultáneo con Nalita; que cabalgaba su lengua y usaba como silla de montar su boca, mientras que Yurbeilis simulaba el suyo para no cortar la esencia del placer del grupo. Permanecían tan felices extasiados por el baile de narcóticos biológicos del acto sexual (mezclado con los restos de sustancias bioquímicas que incluso alcanzaban la alejada habitación), que no había batalla más importante en la vida que el éxtasis de cada uno.

Marlene llegó a la barra apenas en pie, sólo para poder observar un desastre que dejaba en ridículo a sus más temibles pesadillas. Se sentía drogada, veía plumas cubiertas de sangre en el suelo, partes del piso incinerado, un brazo congelado, sangre, vasos rotos y mesas desechas. El torrente de adrenalina liberado (sólo posible por la furia avasallante que sintió), alcanzó para que se mantuviera consiente. Gritó con todas sus fuerzas emitiendo un chillido aturdidor, de tristeza, resignación e impotencia. Estaba lista para disparar su escopeta recortada.

No hubo un demonio que pudiera olfatear, un humanoide que pudiera percatarse de su presencia o sus actos, un arcángel que pudiera anticiparse o un desinfectante que llegara a tiempo, para detener las ínfulas de retribución de una presencia microbiológicamente desarrollada. Justo en ese momento, Fred y Tomás lo habían logrado, habían activado el implosionador gravitacional. En contra de todos los cálculos realizados, este sólo produjo un leve estallido comparable al de una dinamita. Un clavo impulsado por la explosión, perforó la batería de la nave de Ydregaf y Mojiglif, la cual se encontraba en el techo del bar (arriba del baño).

Todo se resumió a una luz avasallante y enceguecedora, que fue seguida de una explosión que acabo con todo.

Al día siguiente en el periódico local, se habló de la trágica explosión de un bar por una fuga de gas.

--- FIN ---

¿Te ha gustado? ¿te gustaría haber participado? ¡Aun estas a tiempo!

Tenemos varias historias en las cuales puedes participar, no tienes más que decirnos que quieres formar parte de "Mundos posibles" y te asignamos una posición en uno de los hilos incompletos para que muestres tu talento llevando la historia por donde más te divierta.

¡Aprovecha la oportunidad de darte a conocer, divertirte y formar parte del gran reto de los MUNDOS POSIBLES!

Y si quieres unirte a la comunidad de escritores de literatura en lengua hispana te invitamos a la sala de 4cuentos en el discord de Reveur: https://discord.gg/d688nJv

Sort:  

¡Cuan diferente esta tercera historia! Que experimento tan maravilloso.
Una vez más. felicitaciomes @valki y a todo el equipo

El resultado ha sido maravilloso, yo no me esperaba unos escritos de tanta calidad y unas historias tan bien hilvanadas. En estos momentos se está escribiendo un final que pasa por tu ruta. Ojalá lo podamos editar pronto.
¡Abrazos, querida @mllg!

Ojalá amigo, @valki . Lo cierto es que estoy como una abuela, esperando a ver que producen los hijos y nietos. Me encantará pues leer los que pasen por mi ruta. ¿En total cuántos finales se han logrado? Ya publicaste 3

creo que llevamos 10, espero conseguir entre 3 y cuatro mas

Los interesados en continuar el árbol ¿contactarían contigo y con fanisk?

Sí, a través de las respuestas en los post o directamente en el discord, ya sea en privado o en la sala general-literatura

Perfecto, tengo en la mira un par de buenos candidatos.
Un gran abrazo

Gran idea. Me encanta leer asi. Asi que algo como esto donde se desarrollan multiples finales es en realidad algo que llama mucho la atencion de los lectores.

Nos alegra mucho que te guste y si quieres aun puedes ser parte de este reto. Quedan varios finales por escribir. Si te animas solo has de decírmelo por aquí.
¡Un saludo @robertrengel y muchas gracias por tus palabras!

lei la historia anterior y me ha gustado mucho como logran unir las ideas y no solo de los autores sino de la forma en que en que combinan aspectos y terminos como lo de "arcangeles" con la bizarra, morbosa y cruel realidad de una sociedad ambientada en una gran ciudad altamente tegnologica, de verdad es una gran idea la que estan llevando acabo, sirven de incetivo para ser parte de este reto y de seguir creando universos inimaginables con ayuda de la comunidad...un saludo y buenas vibras (y)

¡genial! sería bueno que te unieras :)

Tenemos algún final pendiente de escribir ¿Quieres participar? Solo me lo has de decir por este canal y ya formaras parte de "Los mundos posibles!
¡Un saludo!

Wao! Me gusto mucho la relación, amo los temas que desarrollan los ideales de la física cuántica, excelente post

Quedan unas cuantas historias para publicar nacidas del primer relato. Próximamente las iremos publicando todas. Y también hay algún final por escribir. Si te animas solo has de decirlo.
¡Gracias @xtianevu!

Me cae bien ese Roman Pavlov Belcebú, comandante en jefe de las tropas libres de Lucifer.

Me gusto esta historia sobre todo que habla de tomadera y plomo parejo.

Tomen un votico alli pa ayudar con su vaina.

Ese voto es una gran ayuda para nosotros, pero la alegría no se puede comparar con el honor de tener su augusta presencia en esta su casa. Dios y el Diablo lo mantengan a usted al frente para que pueda seguir con su obra de igualdad y beneficencia. Le aseguro que en ningún país del mundo los dirigentes han sido tan seguidos por los pobres y a pesar del paso del tiempo sus seguidores aumentan día a día.
¡Larga vida a la robolución!