Hay personas que comparten el techo con hijos, familiares o pareja, llegan al trabajo y conviven con decenas de compañeros, al terminar su jornada laboral se reúnen con amigos, y, sin embargo, dicen sentirse solas.
Pasan sus días rodeadas de gente, pero nada parece mitigar su sensación de soledad.
Esta percepción es mucho más perjudicial para la salud que estar “físicamente solo”; es decir, sin compañía alrededor. Quienes la experimentan poseen un riesgo mayor de sufrir cualquier tipo de enfermedad que quienes efectivamente están solos, pero no consideran que la soledad sea algo negativo, o incluso han aprendido a disfrutarla.
A esta conclusión llega un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que tomó en cuenta a 10.800 personas en tres países: España, Finlandia y Polonia. Sin embargo, sus investigadores aseguran que los hallazgos pueden aplicarse en otros países de Occidente.
Para realizar el estudio, los autores entrevistaron a los participantes y vieron cómo se desenvolvían con sus allegados. Los resultados, publicados en la revista PlosOne , indican que las personas que “se sienten solas” (más allá de si tenían o no compañía) son más proclives a presentar afecciones de salud como resfríos o virus estomacales, pero también a sufrir depresión, ansiedad y otros males crónicos.
El documento no profundiza en cuáles son las razones, aunque los investigadores suponen que los individuos con una sensación constante de vacío y soledad tienden a cuidar menos su salud, son más sedentarios y comen mal.
Vivir en soledad. Para la psicóloga costarricense María Ester Flores, quienes disfrutan de su soledad tienen múltiples ventajas.
“Quien es capaz de tener gozo y alegría en el estado de soledad, experimentará más momentos de paz y armonía consigo mismo”, aseguró.
“Si una persona vive sola por decisión o por convicción y logra ser feliz, será alguien sano, libre de dependencias y exigencias desproporcionadas hacia sus seres queridos. Es gente que evita conflictos innecesarios”, añadió.
En cambio, las personas que, aun rodeadas de otros seres humanos, sufren de estos vacíos, se enfrentan con sensaciones de angustia, temor e inestabilidad y ven lesionada su calidad de vida, aseveró Flores.
Según ella, cuando la soledad surge por situaciones fuera de control (muerte de un ser querido, ruptura amorosa, oportunidades fuera del país, etcétera), es más factible que esto repercuta en los estados de ánimo.
“Lo que hay que hacer cuando algo así pasa, es aceptar la soledad, no renegar de ella. Armarse de paciencia. Dejar fluir las emociones buenas y malas… dolor, miedo y similares. Es como un volcán de sentimientos que debe salir. Después hay que aprender a escuchar el silencio. Aprender a cuidarse, amarse, apreciar y agradecer; muchas cosas buenas surgen de esto”, recomendó la psicóloga.
Las diferencias
-Estar solo. Son personas que tienen una red de allegados pequeña y se limitan a pocas interacciones sociales. Disfrutan más del tiempo sin compañía alguna o con poca compañía. Prefieren vivir y salir solos, porque así se sienten más satisfechos. En otras ocasiones, muertes, pleitos u portunidades en otros países los alejan de su círculo, pero es algo que superan fácilmente.
Sentirse solo. Son personas que pueden estar rodeadas de familia, pareja, amigos, compañeros y pese a eso se sienten solos. Sienten que necesitan de la compañía de alguien para realizar casi cualquier actividad y se sienten ansiosos cuando pasan mucho tiempo sin compañía. A estas personas les cuesta más adaptarse a separaciones como muertes o rupturas amorosas.
La solución pasa por una terapia para eliminar los bloqueos emocionales y energéticos acumulados y para desprenderse de las corazas que impiden llegar a las otras personas.
Al tomar este camino, poco a poco, el individuo vuelve a conectar consigo mismo. Es habitual sentirse tonto, enfadarse con uno mismo y maldecir la vida llevada hasta ahora. Pasada esa fase, la persona reconecta con su esencia, con lo que realmente le gusta y con lo que disfrutaba de pequeño.
Cuando el sistema nervioso se pone a tono y el individuo vuelve a su esencia, es más fácil encontrar personas con las mismas afinidades y, por lo tanto, amistades duraderas. La receta es liberarse de los bloqueos que nos alejan de nuestra naturaleza real y volver a ser uno mismo. Si la persona cambia y conecta con su esencia, todo cambia a su alrededor de forma positiva.
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