El 21 de junio de 2020 rescatamos a una hermosa cachorrita de 2 meses de edad, la adoptamos de un refugio, la pobre estaba decaída, nos contaron que ella y a sus 8 hermanitos los separaron de su mama muy rápido, como ya saben los conocedores de los perros, los cachorros no se pueden separar de sus madres ya que crean problemas psicológicos.

Antes de adoptarla la veterinaria nos dijo que sufre de depresión, tiende a llorar mucho, dormir demasiado y no come bien. Mi pareja y yo fuimos para ese lugar buscando un perrito, pero al final conseguimos una angelita.

La trajimos en un bolso (ahora esta tan encariñada con el bolso que duerme también sobre el), la mayoría del viaje estuvo despierta pero casi llegando a casa, se durmió, pasamos lentamente y la colocamos a dormir en su camita. Durmió toda la tarde desde las 12:45pm que llegamos hasta las 4:00pm de la tarde que se levantó a hacer pis.

Intentamos que comiera algo pero no quería ni tomar agua, llame a la veterinaria y me dijo que con una jeringa (quitándose la aguja) le diéramos un poco de suero por vía oral.

Al principio se escondía de nosotros y evitaba todo contacto con los humanos, fue difícil ganarnos su confianza, aun más cuando padecía de anemia, parásitos y desnutrición; medicarla era una odisea, como no es un secreto a los canes no les gusta la medicina.

Intentamos que comiera perrarina en agua y arroz blando con pollo al vapor, no le apeteció, al final de tanto intentar le dio un pequeño sorbo a un caldo del pollo. Esto nos alegró demasiado, era un gran logro.