Tener buena memoria no es una de mis principales cualidades.
De hecho soy Dory en versión humana.
El mundo se divide, además de los que prefieren la tortilla de patatas con o sin cebolla, entre aquellos que tienen buena memoria o memoria de elefante y aquellos que no tienen buena memoria o tienen memoria de pez. Y te parecerá una chorrada pero este detalle marca una diferencia en algo más de lo que parece a simple vista.
La memoria juega un papel muy importante cuando hablamos de rencor. Aquellos que disfrutan para muchas cosas de una memoria prodigiosa, sufren, en otros muchos casos, el sentimiento nada agradable de no poder olvidar algo que les gustaría olvidar o que deberían olvidar por su propia salud mental. Son personas que tardan en perdonar, en asumir, en pasar página y seguir adelante. Muchas veces se quedan atascadas y les cuesta no olvidar, eso nunca, pero sí guardar el recuerdo en una caja cerrada con llave en el fondo de su mente.
Los desmemoriados tenemos muchas desventajas pero disfrutamos de la ventaja de no sentir rencor. Algo duele, lo procesamos y lo olvidamos. Literalmente. Fin de la historia. Y ese proceso es a veces tan rápido que muchos “memoriados” se indignan profundamente.
Ahí se suele producir un choque. Porque unos no comprenden que los otros puedan olvidar semejante afrenta (la que sea) y los otros no comprendemos que no la hayan olvidado ya y sigan perdiendo el tiempo en algo que ya no se puede cambiar.
La memoria tiene sus cosas buenas también, ¿eh? Recordar caras y nombres para no pasarte veinte minutos hablando con alguien de generalidades como una idiota y al terminar seguir preguntándote quién es y de qué te conoce, por ejemplo.
¿Pero qué será que nos juntamos con nuestros contrarios en lugar de con nuestros iguales para que todo sea más sencillo? Puede que se trate de una cuestión de equilibrio. El uno compensa al otro. Claro que hay tantas cosas que compensar que no sé yo si esa es la más importante.
Ahora estarás pensando, ¿los desmemoriados no tienen recuerdos? Pues sí, los tenemos, pero los seleccionamos minuciosamente y hacemos un “best of” porque el espacio en el disco duro es limitado. Hay que ir eliminando datos, purgando, periódicamente. Dejando sólo lo que merece quedarse.
Si quieres saber si eres importante en la vida de un desmemoriado, pregúntale qué recuerda de vuestra historia. Pero, antes de hacerlo, ten en cuenta el doble filo de tu pregunta y el peligro que entraña para ti esa respuesta. Luego no vengas diciendo que no te lo advertí.
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