"El agosto, que es un mes de vacaciones tranquilo, fue muy agitado. El 1 de agosto, decenas de miles se manifestaron en Berlín, los organizadores hablaron de más de un millón, la policía, entrenada en el cálculo trucho, de 18.000. La verdad es probablemente alrededor de 80.000. El 29 de agosto, en otra manifestación, había incluso más. "Pensamiento contrario 711" (Querdenken) - el número representa el código de área telefónico de Stuttgart - llevó a las masas a la Puerta de Brandenburgo de nuevo, y a finales de septiembre, las cosas continuarán en el sur de Alemania. No hay duda: un nuevo movimiento ha surgido en Alemania, desde abajo, sin organización y hasta ahora sin una dirección clara. Pero es un movimiento de protesta de gente que se siente traicionada, mentida e indefensa, un sentimiento que la izquierda debería conocer. Pero los intelectuales, la izquierda tradicional y los sindicatos los denigran en general como "radicales de derecha" y les niegan el diálogo.
El gobierno de Berlín -una coalición de socialdemócratas, verdes e izquierdistas- quería prohibirlo todo y habló de "teóricos de la conspiración", "radicales de derecha" y "negadores del corona-virus", y algunos antifascistas bienintencionados organizaron contra-manifestaciones. Era un puñado con la bandera de Israel gritando "Nazis Raus" (Nazis afuera). "Nosotros también estamos en contra de los nazis" - contestaron los manifestantes. Los medios de comunicación sólo mostraron imágenes del Reichstag con un puñado de radicales de derecha con las banderas del Kaiser en las escaleras anhelando al Emperador o al Führer. La acción había sido anunciada previamente en Internet; la policía se había abstenido de proteger la zona por razones misteriosas. Las fotos llegaron justo a tiempo.
Sí, entre las decenas de miles había también gente rara: hippies locos, opositores a la vacunación y tipos que sólo quieren salir en los titulares, y para eso hay que hablar tonterías. Es así en todas las protestas. Y la derecha está tratando de capturar este movimiento. La izquierda se lo hace fácil, porque mantienen su distancia desde el principio y así crean un vacío de poder, que a los populistas de derecha les gusta llenar. Pero no había banderas con lemas de derecha como "Extranjeros fuera". Ni una sola.
La inmensa mayoría - yo estaba allí y filmé - son izquierdistas y verdes decepcionados que hace tiempo que dejaron de estar representados por la política tradicional. Y luego vino Corona y todo empeoró. Hablé con docenas de personas; ninguna de ellas que estaba allí hubiera negado el virus. Sin embargo, consideran que muchas medidas son excesivas, que violan sus derechos fundamentales y empeoran aún más su situación económica. Y en esta situación la izquierda fue la más pro-estado, y la más fuerte defensora de las medidas represivas contra los jóvenes que "quieren ir de fiesta". Habría sido el momento de exigir una nueva agricultura ecológica, aire limpio y alimentos sin pesticidas, para fortalecer nuestro sistema inmunológico. Pero esto no sucedió. La crisis permitió al Ministro bávaro Presidente Markus Söder (del partido derechista CSU) quien legalizó el glifosato por otros cinco años a nivel de la Unión Europea y impide desde hace años un límite de velocidad para los autos. Ahora está en la cima de las encuestas.
¿Dónde estaban y están los intelectuales y gente pensadora? En casa, en el distanciamiento social. No hay críticas fuertes a las aplicaciones de rastreo, que no sólo son completamente inútiles, sino que crean perfiles de control de los movimiento de las personas. No hay críticas a la vigilancia de los drones y a la obligación de usar barbijos en los espacios públicos al aire libre o a la discusión sobre la vacunación obligatoria. Y cuando se obligó a los trabajadores de la salud a trabajar horas extras, los sindicatos permanecieron en silencio.
A cambio, la gente aplaudía en los balcones a los "héroes de la nación" y se permitía que el Banco Central Europeo siguiera regalando miles de millones a las empresas en forma de regaderas, mientras que los trabajadores independientes luchan por su sustento.
Karl Marx tenía razón cuando dijo: el ser determina la conciencia. La izquierda se ha instalado cómodamente en el sistema, y su garante es la canciller alemán. Se alimentan, con dietas privilegiadas, en las fundaciones de los partidos, en la administración pública, en las redacciones. En tiempos pasados, durante la monarquía, esta clase se llamaba "Schranzen", la corte pagada.
Muchas empresas medianas y autónomas están al borde de la quiebra. Han sufrido una nueva calidad de represión durante la crisis del Corona. Mientras que los funcionarios, los maestros (bien pagos en Alemania), los políticos reciben su dinero transferido a su cuenta bancaria el primero de cada mes, se ellos les ha privado de su libertad de movimiento; ya no se les permitía hacer su trabajo, trasladarse de A a B, tener contacto con personas fuera de su familia, por lo que no se les permitía visitar a los clientes, ofrecer sus productos - ni siquiera estar en una esquina de la calle con una guitarra y un sombrero.
Desde finales de los setenta, los Verdes y, después de ellos, el Partido la Izquierda, han entrado en los parlamentos. Han hecho carrera allí, están salvado sus propios culos. Pero, ¿qué han logrado para los demás, para la sociedad? Alemania es hoy un país de bajos salarios, con pobreza en la vejez y con un sistema de asistencia social que no permite una vida digna. En medio de la crisis del Corona se inauguró de nuevo una central eléctrica de carbón, y las protestas fueron tranquilas. Y la industria automotriz sigue siendo celebrada como la columna vertebral de la economía alemana."
Por Gaby Weber