Querramos o no, debemos aceptarlo, no fue una noche como cualquier otra, el color de la luna perseguía al sol.
Fue tántrico lo que hicieron nuestros cuerpos, nuestros "yoes" más recónditos se unieron sin temor.
Tu voz mezclada con el sonido de la noche y yo fundido entre tus senos, sería antinatural olvidar nuestro encuentro.
Pero lo contrario a eso sería un pasaporte directo al infierno, donde nos fundiríamos por la eternidad con el calor de nuestros besos.
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