SÓLO EL TRÓPICO LLEGABA A MI CORAZÓN
Bajábamos de la montaña
era un renacer
que vivíamos
entre el surgir
de la tierra
y el páramo de Mendoza
donde sólo el trópico
llegaba a mi corazón
Conté los animales
del arado
entre una neblina
espesa
y una luz
que comenzaba a ordenar
las flores
de corolas cantoras
En todo descenso
difícil no buscar
la quietud
que muere en el rubor
de las muchachas
mientras miran
a un loco amarrado
desafiando al viento
porque ya no tiembla
ante la lámpara del día
por muy lejos que esté
del ruIdo
de los aviones
sobre una ciudad
incendiada
Arriba la poesía!
sin poesía no hay vida
gracias