Existe una cierta poesía entre el viento y las hojas y la paciencia que esto transmite, la necesidad de sentirlo en tus poros y como se escucha a través del espacio e inevitablemente tu alma viaja; imposible quedarse con experiencias tangibles porque a veces el no ver y no tocar hace que crezcas como persona.
Sin querer escuché las hojas con el viento hoy, sin querer necesité necesitarlo más seguido.
21 años, mil demonios y uno más que vino a jugar