las huellas de mis pies son más profundas;
y desde que te amo me duelen dos dolores:
el dolor de verte y el dolor de no verte.
de aturdido no encuentro posición;
y mi corazón se agranda de tal modo,
que al caminar tropiezo con mi corazón.
me lastima el amor;
y de un modo tan vivo, de un modo tan duro,
que tengo las manos callosas de ahogar el dolor.
aunque te bendiga o aunque te maldiga.
Mi boca necesita de tu nombre
como de la saliva.
mi pena se achica, mi dolor amengua;
de tanto repetirlo noche y día
lo siento escrito en la lengua.
—¡para qué te habré visto la vez que te vi!—
Mi sonrisa es forzada y me pesa
como una cadena;
y tengo los ojos mellados
de clavarlos en ti.
Fuente
Hermoso.