Qué difícil resulta enfrentarnos a un público cualquiera y hablar de manera natural o, al menos, parecerlo. En general, lo que nos suele pasar es que las ideas no fluyen. Las palabras quedan atascadas y nuestros movimientos reflejan nuestro nerviosismo.
Sin embargo, dominar la oratoria supone, en numerosas ocasiones, subir un peldaño más, ascender posiciones, superar a los demás y alcanzar tus objetivos. Posiblemente, se trate de una habilidad muy valorada precisamente por su limitada presencia.
El problema surge desde edades tempranas. Ya en el colegio, nos da pánico participar en clase, exponer trabajos oralmente, por no hablar de la imposibilidad de dar un discurso en el salón de actos del colegio. Nos sentimos muy inseguros, incapaces, incompetentes para hablar en público.
Afortunadamente, tiene remedio. Es cuestión de entrenamiento, de autocontrol pero sobre todo de cambiar la perspectiva sobre la eficacia de uno mismo a la hora de hablar frente a los demás.
Será fundamental el entrenamiento, la práctica y adquirir habilidades que te ayuden exponer el mensaje con claridad y eficacia. Además, tu actitud frente al público será determinante tanto para captar su atención como para conseguir mantener la.
Te animamos, una vez más, a tomar las riendas, a convertirte en el director de tu propio yo. Así, podrás doblegar el miedo que paraliza la mayoría de nuestras intenciones.
Eso sí, no esperes dominar esta técnica de la noche a la mañana. Sé paciente contigo mismo y no te detengas ante el mínimo obstáculo que encontrarás en el camino.
Para asegurar el éxito de una oratoria, procura dominar el tema con la información que quieras transmitir. Tómate tu tiempo para estudiarla bien ya que te proporcionará seguridad saber qué quieres decir. Date una tregua y confía en ti por una vez. Eres tan capaz como cualquier otro de expresarte.
Aprende técnicas de relajación que te ayuden a destensarse antes del acto. Disminuir el nivel de activación fisiológica centrará tu atención en el tema e impedirá que aparezca el sentimiento de vulnerabilidad al sentirse solo frente a todos aquellos que nos escuchan.
No olvides mantener el contacto visual con tu audiencia porque este comportamiento conecta a las personas. Controla la velocidad y el tono de tu voz procurando hablar pausadamente y en un tono adecuado aunque será muy útil variar los cuando quieras enfatizar algo o hacer alguna broma.
Dirige tus movimientos de modo que no sean exagerados ni muy rígidos. Sentir el cuerpo relajado y bajo el control de uno mismo es otro factor de seguridad firmeza y confianza.
Por otro lado, no temas equivocarte o cometer algún error. Tómatelo con sentido del humor y nadie le otorgará mayor importancia de la que tiene. No hay aspecto más humano que el de errar; es como mejor aprendemos.
No esperes más para convertirte en un conferenciante de categoría. Imagina que eres actor y que tu papel requiere que sepas hablar en público. ¿No te parece divertido preparar ese papel? Lo mejor de todo es que te servirá para diferentes ámbitos y para todas las etapas de la vida.
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